XVI - XX

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CAPÍTULO XVI

Apenas se asomaba la aurora cuando el carruaje esperaba que el amo saliera para emprender su viaje a Bristol. Dentro de la casa, los Sres. Darcy se aproximaron a las escaleras, él ofreció su brazo para ayudar a su esposa a bajar. Al llegar a la puerta, la tomó de las manos y las besó.

–Te escribiré cada noche antes de acostarme –aseguró Darcy.

Lizzie no podía departir, sentía un nudo en la garganta y su mirada brillante del día anterior ahora se veía nublada.

–Espero terminar pronto mis entrevistas en Bristol para regresar lo antes posible.

Lizzie asintió con la cabeza y lo abrazó sin querer soltarlo. Darcy, acariciando su mejilla con inmensa ternura, se despidió con un beso.

Jane llegó nuevamente a acompañar a Lizzie después del desayuno. Las horas que había podido convivir con Darcy habían pasado tan rápido y ahora el tiempo se le hacía terriblemente lento; con el único consuelo de saber que recibiría carta pronto y que su marido haría lo posible por regresar a la brevedad.

Desgraciadamente no fue así. Los siguientes días Lizzie no recibió correspondencia de Bristol y, de hecho, ninguna noticia aun cuando ella escribió todos los días, a veces dos cartas por día, inclusive a Fitzwilliam que sabía que estaba hospedado en el mismo hotel, para pedir información sobre su esposo. Le angustiaba pensar que le hubiera pasado algo en el camino o en el mismo puerto, ya que sabía con anterioridad que era un lugar poco seguro. Jane la consolaba diciendo que si hubiera ocurrido algo ya lo habrían sabido por el mismo Fitzwilliam, pero Lizzie seguía preocupada. Jane no le mencionó que Bingley también estaba muy extrañado, ya que siempre había tenido noticias de Darcy en sus viajes, inclusive en los viajes de placer que realizaba con su esposa. Tampoco había recibido correspondencia de Fitzwilliam, a pesar de que esperaba estar informado sobre los avances de las reuniones con los clientes.

Ya había pasado una semana desde que Darcy se marchó por segunda vez y no habían recibido informes suyos cuando Jane, viendo a Lizzie muy desanimada, le sugirió ir a pasear a Lambton para distraerse un poco. Lizzie, con abolido entusiasmo, accedió.

Llegaron al pueblo en el vehículo conducido por el Sr. Peterson y escoltadas por el Sr. Smith. Caminaron un rato

por las calles y Lizzie expresó sus deseos de tomar algo de beber. Enfrente estaba el Hotel Rose & Crown que le traía muy gratos recuerdos y se introdujeron en la posada a tomar algún refrigerio. Mientras estaban sentadas en la mesa, Lizzie recordó con nostalgia cuando se había hospedado por primera vez en ese lugar en compañía de sus tíos, los Sres. Gardiner, y los días previos a su boda, sin poner mucha atención a todo lo que Jane le platicaba, tomando despacio el jugo que había pedido.

De pronto, Lizzie se sorprendió al ver quién se aproximaba a la mesa para visitarlas. Era la Srita. Bingley que saludó con fingido cariño a Lizzie y a su cuñada y tomó asiento sin pedir permiso, como si fueran grandes amigas.

–Sra. Elizabeth, he sabido hace poco la maravillosa noticia de su embarazo, por lo visto no la han propagado hasta ahora. Me ha llenado de alegría, después de tantos años de espera.

–Muchas gracias –contestó Lizzie.

–Seguramente el Sr. Darcy está rebosante de alegría.

–Sí, aunque él no se encuentra en este momento en Derbyshire.

–Sí, lo sé. El Sr. Darcy está en Bristol por asuntos de negocios. Me escribió carta mi amiga, la Srita. Margaret

Campbell, participándome de su embarazo y me comentó que ha visto al Sr. Darcy en varias ocasiones y que se ha portado espléndidamente cortés con ella, recibiendo muchas atenciones de su parte, como en los viejos tiempos…

Los herederos del Sr. DarcyWhere stories live. Discover now