Capítulo 23 🎤

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Pilar se abrazó a su cintura sin que ella lo esperara y la miró.

—Gracias, Gaby, fue un día perfecto —añadió y la muchacha se agachó para quedar a su altura y darle un beso en la mejilla.

—Fue igual de perfecto para mí —admitió y vio la ilusión en los ojitos de Pilar.

Cuando los vio marcharse a la habitación, pensó que el corazón se le agitaba en presencia de esas personas, no solo de Lautaro, sino también de Pilar. ¿Qué sería aquello y por qué le sucedía?

—Hola, linda —saludó don Chelo—. ¿Se divirtieron?

—Mucho —respondió ella con una sonrisa.

—¿Te puedo hacer una pregunta indiscreta? —dijo el hombre en un susurro, Gaby rio y asintió—. ¿Estás saliendo con mi nieto?

—No, don Chelo, somos compañeros y amigos, nada más —respondió ella.

—Ahh... bueno... es que no lo había visto así tan... divertido con una chica en mucho tiempo —añadió de nuevo como si estuviera confesando algo. Le guiñó un ojo a la muchacha y se despidió—. Buenas noches, que descanses.

—Y usted, don Chelo —dijo ella sin poder evitar sentir que de nuevo el corazón se le aceleraba.

Lautaro regresó y le regaló una sonrisa que a ella le derritió las piernas. Traía una manta colgada al hombro y sacó dos cervezas de la heladera.

—Trae unos almohadones del sofá y sígueme... —dijo y ella asintió

Fue con él hasta el patio trasero de la casa donde habían compartido el almuerzo más temprano y lo siguió por una desvencijada escalera de metal en forma de caracol hasta lo que parecía ser una terraza en el techo de la casa.

—Este es mi lugar favorito de la casa —dijo, colocó la manta en el suelo, luego los almohadones y se sentó, hizo un gesto a la muchacha para que se sentara a su lado y le pasó una cerveza.

—Se siente mucha paz aquí —admitió ella y se recostó sobre uno de los almohadones dejando la botella a un lado—. ¿Vienes aquí a pensar?

—Sí, y a escuchar la música del silencio —admitió—. Me acaricia el alma y me ayuda a sentirme menos solo...

—Ese es un efecto de la música siempre... y me encanta lo que dices sobre la música del silencio... Es como la música que nos nace del alma, ¿verdad?

Él asintió, le gustaba con qué facilidad ella comprendía sus ideas.

—Cuéntame de la mamá de Pili —quiso saber.

Lautaro se sorprendió tras aquella afirmación que ni siquiera alcanzaba a ser pregunta, pero contrario a lo que pensó en un inicio, no le molestó, cosa que incluso a él le asombraba, ya que no quería hablar de Liza.

—No hay mucho que decir, fuimos novios, se embarazó y...

Lautaro hizo un silencio al recordar la escena.

—¿Quieres abortar, Liza?

—No... —admitió la muchacha con lágrimas en los ojos—. Pero yo no quiero tener un hijo... no ahora, Lautaro. A no ser que...

—¿Qué? —preguntó él que aún no hallaba palabras.

—Puedo tener el bebé si tú lo quieres... pero yo no... quiero ser parte —admitió.

—¿Te refieres a tener el bebé e irte? —inquirió él confundido con aquella idea que ni siquiera se le había atravesado por la cabeza.

—Sí... piénsalo... No quiero abortar, pero tampoco puedo hacerme cargo de un niño, no quiero hacerlo...

Un salto al vacíoWhere stories live. Discover now