13. If I only had a heart

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Pero los labios se escapan y siguen bajando hasta su ombligo. Cuando llega a ese punto, tiene que morderse el labio para no suplicar. 

- Probablemente sería divertido pasear por Nueva York, pedir una habitación en el Plaza con vistas a Central Park y follarte contra un ventanal, viendo la gente pasar. 

La palabra brusca contrasta con el exquisito cuidado que pone en lamer la piel del valle entre los huesos de sus caderas. 

Apoya la barbilla sobre el monte de Venus y la observa desde ese extraño ángulo, esperando su embiste en busca de más fricción. 

- Después cogeríamos un avión hacia el sur, Miami quizás- replica el destino con su labios- no, más al sur todavía, a Salvador de Bahía, a Itacaré o a Iguazú, a algún lugar donde haya playas desiertas de arenas calientes donde poder...

La frase se pierde al mismo tiempo que su lengua en el destino y pasa un rato sin que vuelva a pronunciarse una sola palabra en la habitación. 

Al menos una coherente. 

Después vuelve a desandar el camino recorrido hasta llegar de nuevo al lunar de la barbilla. Aitana le devuelve la mirada licuada y una sonrisa satisfecha. No hay un solo cabello en orden. 

- Pero si puedo escoger cualquier lugar para estar en el mundo, este, en concreto, no me parece tan mala elección. 

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Aitana se queda dormida por fin, al romper el día. Luis hace un esfuerzo para mantener los ojos abiertos y la observa dormir en silencio hasta que escucha un ruído en el exterior de la habitación. 

Es prácticamente imposible que Bárbara y Daniel ignoren por completo lo que ha sucedido tras la puerta cerrada esa noche, pero se le ocurre que, al menos, puede evitarle a todos el apuro de tener que enfrentarse a una situación íncomoda. 

De modo que sale y se encuentra a Daniel sentado en el muro de piedra sosteniendo un recipiente que desprende volutas de humo que se confunden con la primera niebla de la mañana que llega desde el mar. 

- Te has levantado temprano

El aroma que llega desde el vaso de plástico es suficiente para hacerle la boca agua. 

El periodista se gira, le mira y parece sopesar la conveniencia de contestarle que él, Luis, en cambio, no ha dormido demasiado. 

Aún así no parece cansado. Daniel, en cambio, parece llevar el peso del mundo a sus espaldas. 

- Hay más café en la cocina, no estaba seguro de cuándo os despertariais. 

La pausa que sigue entre ellos está preñada de significado. Daniel tendría que haber estado completamente sordo para obviar lo que ha sucedido esa noche entre Luis y Aitana. 

También Bárbara, aunque ese es un problema del que se encargará más tarde. 

- Oye tío...- Luis decide agarrar el proverbial toro por los cuernos y se sienta junto a él en el muro. 

Pero Daniel le interrumpe. 

- No es asunto mío- las eses de su acento están especialmente marcadas esa mañana- tenemos un trato. 

Parece de nuevo el tipo que le llamó la atención en medio del caos de aeropuerto de Ajaccio por su tranquilidad. Todo ojos azules y cabello despeinado. 

- No lo es, no.

Quizás porque ya no queda alcohol en su cuerpo y aún así lo único que quiere es volver a la cama.  Quizás porque está frente al mismo mar que la noche anterior le guardó el secreto. 

Cambio de rumboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora