𝐆𝐨𝐬𝐬𝐢𝐩 𝐆𝐢𝐫𝐥 || 𝐎𝐥𝐢𝐯𝐢𝐚 𝐁𝐞𝐧𝐬𝐨𝐧

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- Cuando sonríes así pareces el gato de la Alicia en el país de las maravillas - dije y reímos

- ¿Cuál es tu secreto? Y si es legal, yo quiero un poco - dijo Serena.

- No es una sustancia, es un estado mental, una palabra.

- A ver si adivino, una palabra guarra - dijo S.

- Si - dijo Chuck, Nate y yo reímos.

- ¿Es una palabra guarra?

- La palabra es si, la digo a todas horas. Si se presenta una oportunidad la aprovecho. Hay que probar de todo, hasta la felicidad - dijo Chuck.

- Es una inspiración, ya le he dicho que parece un hombre de anuncio - dijo Nate riendo y reí con el.

- Te burlas, pero si alguien me diera la oportunidad, le diría...

- Si Chuck, le dirías que si, lo hemos pillado - dije sonriendole.

- Pues tu amiga Serena no, lleva todo el verano llevando cafés de un lado para otro, ¿no quieres algo más de la vida? - dijo Chuck mirando a Serena.

- Pues una productora, Jane, a quien admiro mucho me pidió mi opinión sobre un escena y le escribí un diálogo pero Marshall, que en teoría es mi supervisor, se enteró y no le gusto mucho la idea.

- ¿Y no lo hiciste? - dijo Nate comiendo una fresa.

- Bueno, he aplacado a Marshall pero Jane se pensará que soy una cobarde.

- Estás a tiempo, puedes dar el sí que nunca diste - dijo Chuck.

- ¿Sabes que? Tienes razón - dijo Serena sonriendo - ¿Quién se viene conmigo para asegurarse de que lo hago? Se lo que vais a decir - dijo mirándonos.

- Me quedare aquí solo con mi genialidad - dijo Chuck al ver como Serena y Nate se iban.

- Entonces mejor me voy, ¿no? - dije sonriendole mientras me acercaba a ellos.

- Puedes quedarte si quieres, Benson - dijo sonriendome.

- ¿Tienes algo que hacer ahora? - dije poniéndome delante de él.

- No, ¿por qué? - dijo confundido.

- Ven, vamos a cocinar - dije cogiendole de la mano mientras lo llevaba a la cocina del barco.

- Olivia, sabes que yo no cocino, a mí me cocinan - dijo viendo cómo sacaba cosas de las estanterías.

- Lo se, pero hay que probar de todo en esta vida, además la última vez que cocinamos no hiciste casi nada, así que... - dije riendo.

- Vale, acepto - dijo y empezamos a cocinar unos brownies.

Después de un buen rato habíamos acabado de cocinar y ya estaba fríos los brownies.

- ¿Hay helado? - dije mirando a Chuck.

- Si, mira en la nevera - dijo y fui a abrir la nevera donde me encontré con un bote de helado de vainilla.

- Pruébalo haber que te parece - dije poniéndole una bola de helado encima de su trozo de brownie.

- ¿Esto le he hecho yo? - dijo cuando lo probó.

- Si, Chuck - dije riendo mientras comía mi brownie.

- ¿Nos vamos? - pregunto Chuck cuando llegó Serena.

- Yo no voy, ¿sabéis por qué? Jane me ha ofrecido un trabajo.

- ¿Y que le has dicho? - dije sonriendo.

- ¡He dicho que si!

- ¿Enserio? ¡Que bien! - dijo Nate.

- Gracias, no habría sido posible sin vosotros.

- ¿Y ahora que? ¿Tu nueva vida sana puede hacer una excepción? - dijo Chuck sacando una botella de champagne.

- Pues creo que sí, ábrela - dijo Serena sonriendo.

Chuck abrió la botella manchando nos a los dos.

- Tenéis ahí un baño - dijo Serena señalando nos una caravana.

Chuck y yo empezamos a caminar al baño y al entrar no empezamos a limpiar.

- ¿Chuck, que es eso? - dije mirando el gran moratón que tenía en el abdomen.

- Nada importante, solo una caída - dijo y asentí preocupada.

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Lo malo de las expectativas es que, casi siempre, otra persona las pone en marcha por ti. Aunque tú te sientas como si siempre hubieran estado ahí y te mueras de ganas por estar a la altura. Pero que sepas lo que los demás esperan de ti no significa que no puedas sorprender a todos. Nada permanece oculto mucho tiempo. Y a menudo ves que lo que menos te esperabas está justo delante de ti dispuesto a cambiarlo todo para siempre.

La reina cotilla, XOXO.
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