—He querido hacerlo en algunas ocaciones... bueno, solo he tenido curiosidad.

—¿Y?

—Principalmente, creo que nadie me quiere.

—No es que nadie te quiera, es que tú no quieres a nadie. Podrías tener a cualquier chico, pero eres tan reservada que la gente prefiere no acercarse.

—Bueno, también es cierto.

—Cambia un poco tu forma de ser y eso quedará resuelto.

—Pero es que... eso no es todo.

—¿Qué otra cosa hay?

—Me aterra un poco embarazarme...

—Usas un condón y listo.

—No es tan fácil...

—Sí lo es, vas a tener sexo con alguien responsable y en quien confíes, dejas claras tus intenciones y deseos, y si acepta lo haces. Usas condón, tienes tu primera vez y listo. No bebés.

—¿Qué pasa si no lo uso?

—Te embarazas y nueve meses después llega un nuevo ser humano al mundo.

—¿No hay posibilidades de que eso no pase?

—Bueno, posibilidades siempre hay, podrías correr con suerte.

—¿Tú lo has hecho de esa forma?

—Sí, muchas veces.

—¿Y? ¿Jamás ha pasado nada? — pregunta sorprendida.

—Te contaré algo.

—Bien...

—Hace un par de años descubrí que no puedo tener hijos — confieso —. Es, pues... fue un poco difícil de comprender, pero decidí que era una buena noticia, según los doctores si quiero tener hijos en un futuro podría tomar algunos tratamientos con los cuales es muy posible que lo consiga. Así que, sabiendo que por el momento es prácticamente imposible que tenga hijos, me doy el lujo de no preocuparme por ello. Lujo que tú no puedes darte, ¿bien?

—De acuerdo...

—Espera... ¿piensas hacerlo con Gian? — interrogo al caer en cuenta de ello.

—¡No! Gian es mi mejor amigo, jamás tendría nada con él.

—Bien, bien, solo preguntaba...

—Que locura.

—De acuerdo, entonces... espera al indicado.

—Sí, eso hago.

—Bien, y si no te sientes segura con algo puedes preguntármelo, no pasa nada.

—De acuerdo.

Me sorprende un poco que Rebecka acabe de tener una platica de ese tema conmigo por muy corto que haya sido, pero me alegra que tenga la confianza de hacerlo.

Mi teléfono suena cuando estoy a algunos metros de la residencia, y aunque dudo en contestar por el ruido que debe haber ahí adentro decido tomar la llamada.

"—¿Bueno?

—¿Estás lista? — es Uriah.

—Sí, sólo debo dejar unas cosas en la residencia.

—Llego en más o menos diez minutos — informa tranquilo, pero consigo escuchar el ruido de la calle a través del móvil.

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