Parte Unica

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Jimin, un mortal griego hijo de un rey, de una belleza delicada, de esas que podrías ver y no te cansarías jamás de observar; una belleza digna de los celos de Afrodita y la admiración de los dioses, lo suficientemente dulce y armoniosa para llamar la atención de Hoseok, dios del sol el cual quedo flechado al observarlo, el dios no podía creer lo que veían sus ojos, un hombre de tal delicadeza y hermosura que desbordaba elegancia por ahí a donde iba.

En una decisión apresurada decide cortejarlo, la primera vez en la historia en la que un dios cortejaba a un hombre mortal, en un día soleado el baja del olimpo a su encuentro mientras Jimin se encuentra en un prado en el cual los rayos del sol no hacen más que acentuar aquella belleza; tierna e inocente que volvían loco al dios, este se encuentra indeciso sobre como presentarse ante el mortal, por lo cual solo logra caminar calmadamente hacia él, con el corazón latiéndole apresuradamente y la respiración agitándose, para finalmente soltar un tímido "hola" el cual es correspondido con la mirada de unos potentes ojos cafés y una sonrisa de blancos dientes que brillaban casi tanto como el sol que alumbraba el día.

Posterior a este encuentro hubieron muchos más en los cuales Jimin empezó a caer por los encantos Hoseok, no sabía si era su perfil que solo confirmaba el hecho de que era una divinidad o si eran esos poemas que endulzaban sus tardes, los cuales podía pasar horas escuchando sin aburrirse, que nunca llegaban a caer en lo cursi y meloso, sino que siempre mantenían una elocuencia deslumbrante, los hoyuelos que decoraban sus mejillas y siempre asomaban cuando este le sonreía de regreso o cuando lo sorprendía mirándolo de forma furtiva. Así también como sus canciones en la lira, que eran capaces de derretirle al corazón a cualquiera que lo escuchara y que Jimin estaba seguro Hoseok las escribía para él.
Y así la relación entre el mortal y el dios fue acentuándose, haciéndose más fuerte al paso de las semanas y meses, Jimin solo podía pensar en lo mucho que amaba a Hoseok y como quería pasar el resto de su vida con él, que no le importaba que el fuera un dios y que el concepto de pasar toda una vida con alguien no fuera algo que pudieran compartir, mientras tanto el dios solo podía pensar en que la inmortalidad no sería nada sin la compañía de su amado, entonces decidió que le pediría matrimonio y le ofrecería un lugar al lado del olimpo con él, donde podrían disfrutar de los placeres y maravillas de la eternidad.

Hoseok entonces le dijo a Jimin que fueran al prado en el que se habían conocido por primera vez, que lo vería ahí y pasarían el día juntos, cuando la hora acordada llego vio al mortal aproximándose hacia el igual de hermoso como el día en el que todo comenzó, una nostalgia lo cogió de sobremanera apretujándole el pecho, pero rápidamente logro espantarla y reemplazarla por el amor que se daba cuenta le tenía con cada paso que Jimin daba hacia él, este prosiguió a saludarlo y preguntarle que harían en un día tan lindo.

Hoseok tenía todo planeado, primeramente fueron a bañarse a un pequeño lago donde el dios no pudo evitar sonrojarse ante la desnudez del mortal, pero este no pareció notarlo o darle mucha importancia, ya que prosiguió a zambullirse dentro del lago, Hobi siguiendo su ejemplo se sumergió justo detrás de y empezó a bucear solo para darse cuenta de que se encontraban cara a cara bajo el agua, y en un acuerdo mudo subieron a la superficie al mismo tiempo, quedando de frente, con la respiración agitada y notando una rojez que pintaba las mejillas de Jimin, Hoseok solo pudo pensar en cuanto lo adoraba y en como deseaba sus rosados labios, así que lo beso, lo beso con dulzura y delicadeza, como se besa a algo que se quiere y se busca proteger, Jimin le correspondió de la misma forma y ahí, a la orilla del lago, consumaron su amor.

Después del lago se vistieron para ir a comer, regresaron a la pradera donde se encontraba una manta tendida sobre el suelo con toda clase de postres y comida deliciosa con la cual se puede solo soñar, comieron y degustaron todo lo que se pudo hasta quedar satisfechos, ambos se recostaron en la manta por la cual se podía sentir la suavidad del pasto acariciando su espalda y así se quedaron dormidos, uno al lado del otro.

Despertaron justo para ver la puesta de sol, se tomaron de la mano en silencio hasta que el cielo paso de sus tonos rojizos y naranjas, a morados y rosáceos para finalmente ver al cielo pasar a un negro azulado.

Para terminar el dia decidieron jugar a su deporte favorito, el lanzamiento de disco, en el cual Hoseok era especialmente bueno, comenzaron las rondas y para la sorpresa de ambos Jimin iba ganando, hasta que llegó el turno de Hoseok quien tiro el disco solo para ver como este tomaba la trayectoria equivocada y observar como la piedra plana y redonda llegaba a dar justo en la frente de su amado donde una cantidad alarmante de sangre comenzó a brotar, el culpable de esto fue el dios Bóreas; deidad del viento, quien estaba enamorado de Jiimin pero sabía que jamás dejaría a Hoseok por él, y en un ataque de celos decidio llevar a cabo este cruel acto.

Hoseok solo alcanzo a llegar antes de que el mortal cayera al piso, el dios tomo la cabeza de jimin entre sus manos pero sabía que era demasiado tarde entonces le dijo "justo hoy iba a pedirte que te casaras conmigo, que tomaras el don de la inmortalidad y la compartiéramos juntos", Jimin con las pocas fuerzas que le quedaban alcanzo a decirle "yo quería pasar toda mi vida junto a ti y al parecer lo hice, fui tan feliz en tan poco tiempo contigo como nunca lo he sido" para simplemente soltar un pesado suspiro que marco el fin de su existir, Hoseok entre su desesperación mira al cielo y le reza a su padre Zeus "por favor, no dejes que la muerte tome su alma el merecia vivir conmigo y que lo amara para siempre" y asi fue como de las gotas de la sangre de Jimin que cayeron al piso empezaron a brotar pequeños tallos con capullos en sus extremos.

Hoseok espero a que los primeros rayos del sol empezaran a salir, aun llorando sobre el cuerpo de su amado y dándole un último beso, solo para observar como con los haces de luz hacían que de los capullos brotaran una flor, una flor que parecía cientos en una de colores morados y rosas, de una belleza suave y acogedora, como Jimin, y a estas flores las llamo con el nombre del mortal.

Asi es que cada vez que el sol brilla sobre una flor de Jimin, es como si el dios y el mortal se besaran, por el resto de la eternidad.

Sun-kissed  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora