Parte Uno: Nosotros/Capítulo 8: El Pecado de Kazami

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¡Hola a todos, soy Yuuki Kazami, narrando nuevamente para ustedes! Espero que nuestras aventuras sean de su agrado, pues nos esforzamos mucho para entretenerlos. Tomonori-kun siempre hace esos chistes de mal gusto que deben de apreciarse mucho, pero lamentablemente no tengo su sentido del humor, me hubiera encantado.

Bien, ¿en dónde quedamos? Oh, sí, luego de que hiciéramos nuestro plan de acción, Mirai-san fue a reunirse con esos estudiantes de confianza. Nos dijo que debíamos guardar las apariencias, era probable que nos estuvieran vigilando debido a todo el ruido que había provocado ella respecto a este ataque antes de enterarse de lo malo que iba a ser. Por si acaso, hicimos acuerdo de no hablar de ello mientras no estuviéramos protegidos por el entendimiento de Yamanaka-san. Esa niña es realmente muy útil.

Luego de eso, caminamos hacia el dormitorio de chicos con naturalidad, para no llamar la atención. Tomonori-kun se veía algo forzado, pero creo que solo se nota si lo ves de cerca. En cuanto a mí, intento disimular lo mejor que puedo. No soy un actor profesional tampoco.

En cuanto llegamos a nuestra habitación, encontramos a Shiro dando de comer a los animales. Aun no sé de dónde saca la comida. Tal vez sea de Youhin-san, pero él pide un par de monedas, y nunca escuche que Shiro tuviera dinero. El olor de esta mañana se había ido, pues siempre lo limpiaba durante las clases. Si se lo preguntan, Shiro jamás asistía. Nunca escuche la razón, pero probablemente sea una combinación de factores: Los animales que le siguen a cualquier parte, su falta de interés total en aprender, su aspecto enfermizo lo hacía verse un poco amenazador, y su vocabulario es realmente escaso. Rara vez habla. En ocasiones, puede pasar una semana sin que diga una sola palabra. Sé que su entendimiento habla con los animales, pero sería más exacto decir que lee sus mentes, y ellos la suya.

-¿No habría que invitar a Shiro a la fiesta? -pregunto Tomonori-kun. ¿A qué fiesta se refiere? ¡Ah, debe ser un eufemismo de que deberíamos contarle del ataque!

-No sería buena idea. Aunque le dijéramos, es poco probable que se divierta. Es un estudiante anual. Nunca se va de la Academia. Lleva en el Grupo S más tiempo que Mirai-san. Creo que lo admitieron cuando era bebe, aunque no estoy seguro -respondí. Estaba tratando de explicar que Shiro no comprendería ni una palabra si intentaba explicárselo.

-¿En serio? Que chico más raro. ¿Y tú y Kiyoshi? -Tomonori-kun, acabas de dar en un punto doloroso. Pero no debería ocultárselo, ¿verdad? Él es una buena persona. Alguien digno de confianza.

-Eso es una larga historia. Todo comenzó cuando yo tenía 7 años. Nuestra madre murió de una enfermedad, y los gastos de los médicos se llevaron todos nuestros ahorros. Kiyoshi ni siquiera la recuerda. Nuestro padre quedo devastado. No logro reponerse. Perdimos la casa. Nos mudamos a unas viviendas precarias en las afueras de Tokio, y él nos decía que todo mejoraría. Pero no fue así. No lograba mantener un trabajo. Se volvió irascible. Corto todo contacto con sus conocidos, nos llevó a otra zona más secreta, para que los familiares de mamá no nos encontraran -ante mi historia, Tomonori-kun se había sentado en su cama con las piernas cruzadas, muy serio-. Pasaron los años. Papá intento ganar dinero fácil en un casino cercano, pero era muy mal apostador, así que siempre perdía. Luego, comenzó a robar a los demás apostadores, consiguiendo muchas fichas. Pero lo descubrieron y por poco lo atrapan, así que nunca pudo cambiarlas. Esas fichas quedaron como meros adornos en casa, mientras buscaba una manera de cobrarlas. Yo jugaba mucho con ellas. Y, por esa época, a mis 13 años, cuando papá estaba fuera, Kiyoshi y yo vimos a Rea frente a la casa. Pensamos que era un fantasma, y se lo dijimos a nuestro padre, pero fue en muy mal momento. Estaba muy irritado, y lo que le dijimos lo enfureció. Tuvimos una amarga pelea, y termino echándome de la casa.

La Única Verdad-唯一の真実Donde viven las historias. Descúbrelo ahora