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El auto se paraba frente a nuestra nueva casa, una casa bastante grande y con varias ventanas y un color bastante agradable. Tenía un buen aspecto por fuera.

Tenía un pequeño jardín y el pórtico estaba algo amplio, abrí la puerta del auto y salí, noté como las hojas de los árboles estaban tornándose anaranjadas y algunas estaban en el suelo, una pequeña corriente de aire me golpeó levemente moviendo mi cabello. Me quité uno de los auriculares y volteé para ver a mi hermana quien sonreía ampliamente, a su lado estaba mi padre y de mi lado mi madre quién también sonreía satisfecha.

—La casa es más bella en persona —murmuró.

—Vaya que lo es —mascullé.

—¿Qué estamos esperando para entrar? —dijo Rachel y sus tacones se escucharon y en menos de dos segundos ya estaba frente a nosotros caminando a la casa.

La risa de mi papá se escuchó y cerró la puerta del auto y camino hasta mamá para tomarla de la mano y caminar también en dirección a nuestra casa, cerré la puerta del auto y comencé a caminar a pasos lentos detrás de ellos.

Según lo que mi mamá me había dicho la mudanza vendrá hasta mañana pero teníamos las cosas necesarias para pasar nuestro primer día.

Rachel ya había entrado a la casa y escuchaba su voz desde aquí afuera, mis padres también ya estaban adentro y yo obervaba detalladamente toda la casa, después de examinar el pórtico y los sillones que habían ahí supe que sería un lugar perfecto para leer algún libro por la mañana. Entre a la casa y cerré la puerta una vez estando adentro.

Era amplia, el suelo era de madera, las paredes eran blancas, en la entrada había como un pequeño pasillo y de lado izquierdo estaba nuestro comedor y más adelante había una habitación y supuse que era la cocina y a la derecha estaba la sala de estar y estaban nuestros muebles perfectamente acomodados.

Había una chimenea, y habían tres ventanas alrededor de la habitación que era bastante grande. Le di una mirada rápida a la habitación, vi como Rachel se tomaba fotos en toda la casa y mis padres veían detenidamente toda la habitación asegurándose de que no hubiera algún defecto en la casa.

Salí de esa habitación, había un pasillo pequeño y una puerta de cristal corrediza que dejaba ver el jardín de la casa y había una escalera que llevaba a la parte de arriba, subí las escaleras algo rápido, el pasillo era demasiado largo y con varias puertas, habían cinco habitaciones y en las puertas habían unos papeles con unas palabras.

Caminé hasta la puerta que tenía mi nombre escrito, tomé el pomo, lo giré y la puerta se abrió.

La habitación era grande, las paredes eran blancas, había una linda lámpara en el techo, había un balcón y una sonrisa apareció, siempre había querido una habitación con balcón y ahora al fin la tengo, mi cama, bueno más bien mi colchón estaba en la habitación, también mi escritorio, estaban las maletas dónde estaba mi ropa y unas cajas llenas de libros. La habitación tenía una puerta más, la abrí para verificar que era y era un armario algo grande.

Salí al balcón, observé todo el vecindario y mi mirada se concentró en la casa que estaba al final de la calle, una casa muy pero muy grande y en la persona que salía de esa.

Estaba por ver a otra dirección pero dos toques en mi puerta me hicieron girar encontrándome con mi mamá.

—¿Y qué te pareció la habitación?

—Es perfecta —entré a la habitación—. El espacio es bueno, así que mi librero podrá entrar sin ningún problema.

—No creo que vayas a necesitarlo en el armario agregamos unos estantes más para tus libros.

—Vaya, no lo noté.

—Te dejaré para que veas tu nueva habitación con más tranquilidad, te llamaré para que bajes a comer.

—De acuerdo.

Mi mamá salió de la habitación y cerró la puerta, me acerqué nuevamente hasta el armario y confirme lo que mi mamá había dicho, la puerta se abrió nuevamente y la voz de Rachel se escuchó por todo el lugar y luego apareció ella.

—¡Dios tu habitación es muy genial! Aunque la mía también lo es.

—Pensé que estarías desempacando.

—Quise ver todas las habitaciones de la casa, aunque me faltan varias...

Le di una media sonrisa a mi hermana y salí del armario para ir por mis maletas y comenzar a desempacar.

—Papá dijo que comenzaríamos nuestras clases en el colegio de este lugar en tres días. Me dijo que tendríamos que usar uniformes —frunció los labios—. No recuerdo ni una sola vez en que hubiera utilizado uniforme para ir al instituto.

—Porqué nunca lo hemos hecho.

Ella sonrió y se acostó en el colchón mientras yo abría las maletas para comenzar sacar mi ropa.

—¡Por dios Madeline! ¿Quién será dueño de esa casota?

Me incline un poco y vi que ella estaba en el balcón viendo hacia la dirección que hace unos minutos yo veía.

—No tengo ni la más mínima idea.

—Pues sean quien sea, te aseguro que tiene demasiado dinero.

—Eso es más que evidente, hermana.

¿Quienes eran los dueños de semejante mansión?

Perfecto Mentiroso | L.HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora