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SOPHIA :
Gruño cuando la alarma de mi celular suena, la apago con brusquedad y cuando estoy apunto de volver a dormirme, Claire entra a mi habitación.
—Despierta, querida —da un beso en mi cabeza— Los chicos siguen dormidos, ¿puedes despertarlos? Ya debo ir a trabajar.
—Sí, claro —respondo abriendo solo un ojo.
Me guiña un ojo y se retira.
Termino sentándome en mi cama, rascando mi frente con torpeza. Miro hacia los lados desorientada, y cuando estoy lo suficientemente despierta, me levanto. Entro a la habitación que está frente a la mía. O sea, a la del único chico en esta casa.
—Hora de despertar, feo durmiente —es lo primero que digo al verlo, seguido de eso, abro las cortinas y se queja.
—¡Cierra eso! —lo miro fulminante por el tono de voz, y su mirada cambia a una de susto— ¿Por favor?
Le sonrío.
—No.
Camino hasta él y le quitó las mantas, cierro mis ojos cuando lo veo solo con su ropa interior.
—¡Sophia! —no puedo evitar notar el sonrojo en sus mejillas.
—¡Lo siento, lo siento! —ahogo una risa y le devuelvo las sábanas.
—¿Por qué hay tanto...? —Katie no termina su pregunta, pasa su mirada hacia mí, luego hasta Teddy, y por último la ropa interior de su hermano— Ay, lo siento. Están haciendo cosas de grandes —y sin más, cierra la puerta.
Suelto un carraspeo falso.
—Sólo... baja a desayunar —cierro la puerta detrás de mi y bajo las escaleras— Buenos días, bella durmiente —la saludo cuando llego a la cocina.
—Buenos días, Sophie —me saluda de vuelta.
—¿Qué tal dormiste? —pregunto mientras pongo el pan en el tostador.
—Bien, supongo —responde— ¿Hoy trabajas?
—Sí —asiento haciendo una mueca.
Echo café a mi taza mientras veo bajar las escaleras a Teddy.
—Buenos días, Teddy —saluda Katie, éste no responde, pero su semblante serio cambia cuando nuestras miradas se encuentran. Sus mejillas se enrojecen, y le sonrío divertida.
—Katie te saludo, niño —lo regaño.
—Ya la oí, y no me digas niño, ¡soy mayor que tú!
—Ajá —tomo un sorbo, le acerco la taza con chocolate caliente, y cuando sube la mirada. Le guiño un ojo.
