«¿Cómo estás?» La pregunta de Maribel me desconcierta por un momento.

Me acomodo sobre el asiento tratando de mantener mis piernas pegadas a mi cuerpo, acurrucándome y abrazándome a mí misma. ¿Acaso estoy asustada?

—No lo sé —admito sin vacilar.

«¿Asustada? ¿Preocupada? Creo que algo debes sentir.»

—Es que, aunque parezca un mal chiste, estoy tan acostumbrada a escuchar y sentir los pensamientos y sentimientos ajenos, que a veces no puedo distinguir los míos.

«Eso definitivamente significa que estás un poco desconcertada por los acontecimientos, pero no te preocupes, te protegeremos.»

—No tengo miedo —reveló con firmeza, pero dudo por mis adentros.

«Eso es totalmente admirable, si yo fuera humana y un montón de licántropos sanguinarios me estuvieran cazando, estaría llorando de miedo.»

Sonrió ante sus comentarios. Es un hecho que intenta consolarme.

—No lo considero algo admirable, al contrario, me siento ignorante.

«¿Ignorante? ¿Por qué razón? Me han dicho que tu mente es un prodigio. »

—No me refiero a la ignorancia por escasez de información necesaria, sino por mi actitud ante esta situación.

«No comprendo, ¿por qué no sentir miedo puede ajustarse a la etiqueta ignorante?»

—Porque debería sentir miedo, debería estar más preocupada. No se porque accedí a subirme a este auto para salvar mi vida, cuando eso significa que dejó a los demás sacrificarse por mí —decirlo en voz alta y sentirlo en el interior no me están ayudando a comprenderlo, solo me origina un sentimiento de culpabilidad.

«¿No aprecias tu vida?»

—Planeo hacer miles de cosas con mi vida, así que la apreció. Pero no soporto la idea de ponerla por encima de otras.

«Eres demasiado benévola, pero debes entender que nadie te ve como una ignorante que solo piensa en sí misma.»

—No necesito que los demás vean algo malo en mí, mi conciencia está realizando ese trabajo.

«Detenla entonces. Debes ser más considerada. »

Su reproche me toma por sorpresa.

—No comprendo, ¿por qué preocuparme por otros me vuelve desconsiderada?

«No denigres sus decisiones culpando a tu conciencia. Los miembros de la manada que están ayudando lo hacen por lealtad y otros, de manera aún más especial, lo hacen por amor.»

Su última frase me hace girar el rostro hacia la ventana y me ruborizo al pensar en él.

—Yo, aún no estoy segura de todo...eso —confieso dudosa y con esperanza de que me comprenda.

«¿Dudas del amor que Axel tiene por ti?»

—No es que dude de eso —reprocho — , aún me cuesta creerlo del todo.

La sonrisa de Maribel se asemeja a la de una madre sintiendo ternura por las dudas de su hija. Pensarlo me provoca un dolor agudo en el centro del pecho; nunca conocí a mi madre.

«Lo comprendo.» Me asegura después de meditarlo por un momento.

«Asumo que es muy difícil, y hasta alocado, el pensar que alguien sea capaz de amarte sin conocerte. »

Alba (Fulgor I) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora