Jaemin ladeó la cabeza, no era la primera vez que se encontraba con Jeno tan concentrado en algo más, tanto que terminaba ignorándolo. Una de sus orejitas se inclinó y antes de poder pensar más en eso, ya Jeno estaba totalmente sobre el felino, con este a espaldas de la cama, mientras el pelinegro devoraba sus labios con la misma necesidad de siempre.

-Meow. - Otro maullido escapó de los labios de Jaemin, pero este mucho más ronco y excitado, mientras flexionaba sus piernas y las separaba más para recibir el cuerpo de Jeno entre estas, tratando de corresponderle al húmedo beso tan bien como el mismo pelinegro le había enseñado.

-Jen.- jadeo en el instante en que ambos se separaron para respirar, mirándolo a los ojos, con las mejillas sonrojadas y sus constantes respiraciones aceleradas.

Jeno no tardó mucho, de hecho, ya estaba tan acostumbrado a ese simple acto que despojó a Jaemin de su gran chamarra verde, quitándole el pequeño short también, tratando de no despegar demasiado sus cuerpos, logrando observar con más detalle cada rincón de esa hermosa y pálida piel. Ahí estaban, Jeno relamió sus labios al observar una a una todas las marcas que le dejaba entre besos cuando jugueteaban. Jaemin era tan suyo que dolía, claro, un dolor malditamente agradable.

Hacía unos días, Jeno había tomado la decisión de hacer que Jaemin deje de usar ropa interior y solo utilice los diminutos y pegados shorts que compró para él ese día que salió. A ambos les costó al principio adaptarse a ello, pero funcionaba mejor cada vez que terminaban en la cama, ya que de un solo tirón, toda la parte inferior del menor se mostraba como una hermosa obra de arte ante los ardientes ojos oscuros.

-Ah~. -Escuchó un gemido provenir del menor mientras este pasaba sus manos por sus propios pezones, acariciándolos con sus pequeños dedos, como ya alguna vez Jeno le había dicho que hiciera y al parecer le había fascinado tanto la sensación que se buscaba siempre ese placer, mientras también movía sus caderas al ritmo de las de Jeno, que se encargaban de moler su cuerpo contra el de Jaemin, simulando un vaivén duro y rudo.

Oh! -Jaemin gimió. Su miembro rozaba el jean del mayor, logrando que la sensación sea dolorosa, pero le agradaba, porque quizás tenía en sus venas ese instinto masoquista, más si se terminaba esfumando gracias al placer que le proporcionaba el amor de su vida.

Y entonces, debido a esos estimulantes sonidos, a Jeno se le ocurrió algo que quizás ayudaría a que Jaemin no sintiera tanto dolor al prepararlo para la penetración, porque estaba seguro de que después de que se acostumbrara, el minino en celo amaría jugar de esa nueva manera, todo el tiempo.

-Amor.- Dejó de moverse contra el cuerpo del menor, logrando que este llevara una de sus manos a su rostro, quitando los rizos que caían sobre sus ojos para abrirlos lentamente, tratando de observar a Jeno, intentando prestarle toda su atención, y tras un ligero y ronco maullido, Jeno continuó.

-Voy a intentar algo nuevo hoy ¿De acuerdo? Si no te gusta, me dices que pare.- asintió, aunque sabía que no lo haría, todo lo que Jeno hacía era tan malditamente perfecto, absolutamente todo. Jeno era todo ante los ojos del minino.

Jeno se separó de su pequeño para poder levantarse de la cama, despojándose una a una de sus prendas ante la mirada curiosa de su gatito. ¿Cómo se había podido controlarse tres malditas semanas? Jaemin era la reencarnación de la palabra lujuria y de la ternura también. Incluso ahora lo tenía tendido completamente desnudo removiéndose con sus piernas juntas, tratando de esconder su despierto miembro entre estas, mientras meneaba la cola de un lado a otro, mirando atentamente cada detalle del mayor.

-Eres completamente hermoso.-Jaemin maulló en respuesta y una vez terminó Jeno de desvestirse se lanzó sobre el cuerpo del más pequeño, sin darle tiempo de contemplar con detalle su anatomía, devorando sus labios de nuevo, mientras el gatito se derretía tratando de corresponderle lo mejor posible.

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