Sonrió al recordar que después del sermón, Jeno lo cargó y lo trató como un bebé todo el resto del día, llenándolo de besitos y pequeños mimos. Jeno era perfecto y él amaba a Jeno. Con esa misma sonrisa encantadora y enamorada, caminó hasta la cocina, pero para su mala suerte, no encontró a la persona dueña de todos sus pensamientos.

Sus orejas se movieron, estirándose, tratando de identificar el menor ruido posible de la casa y saber dónde estaba su Jeno, pero no oía nada más que a sí mismo, respirando algo agitado por el susto. Asegurándose, buscó por cada rincón posible y al final, cuando se dio por vencido, automáticamente se acercó a la puerta de entrada, observando por el ojito mirador, viendo la calle tal cual como tantas veces con su curiosidad lo había hecho, pero ahora era diferente, ahora solo buscaba a Jeno, y tampoco estaba ahí.

Mientras sus ojitos se aguaban, Jaemin subió corriendo a la habitación y se metió bajo las frazadas, sacando su cabeza por el lado de la cabecera, empezó a llorar, soltando lágrimas y lágrimas que escapaban de sus ojitos mientras maullaba fuerte y repetía tantas veces como podía el nombre de su Jeno. No importaba si no podía oírlo, no importaba si Jeno no estaba, él lo continuaría llamando hasta escuchar de nuevo su hermosa voz o sentir otra vez esos fuertes brazos rodeándolo y saber que todo estaba bien, porque ahora no era así.

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Para Jeno esto de estar lejos de Jaemin tampoco era nada sencillo. Se suponía que solo tardaría dos horas cuanto mucho en lo que sería las compras para el mayor tiempo posible sin tener que salir de casa, pero encima que tuvo un problema en el súper mercado, su carro no traía la gasolina y luego no encontró ropa disponible para el nuevo guardarropa de su bebé. Al final, tuvo que comprarle cosas un tanto infantiles, pero estaba bien, porque Jaemin era un niño y todo le quedaría completamente adorable.

Concluyendo, se cuestionó que quizás tardaría más cuando observó las cajas registradoras completamente llenas y las largas colas de gente, pero esperaba que su bebé no se hubiera levantado
todavía y continuara tan tranquilamente dormido como lo había dejado hace unas aproximadamente tres horas.

Miró su celular y vaciló un poco, quizás hubiera servido que le enseñara a Jaemin a contestar el teléfono de la casa, así ahora estarían hablando; y quizás si todo salía bien, Jaemin aprendería a marcar a su móvil, teniéndolo como número rápido, solo para escuchar su voz y tranquilizarse un poco.

Escuchó su celular, lo sacó y observó el nombre, en letras grandes y claras decía: Pollito. Atendió, hacía muchísimo tiempo que no hablaba con su amigo, eso lo causó algo de nostalgia, puesto que antes él y Mark se pasaban largas horas en su casa. Lo curioso era que tuvo un pensamiento sobre Jisung la noche anterior, y dejar que cuide de Jaemin, pero otro factor por el cual la idea se descartaba era que por cosas de la mudanza de Jisung a un lugar mucho más lejos, ya no se les hacía tan sencillo verse.

- ¡Hey! Park, al fin te acuerdas de los amigos.- Escuchó la risa del otro lado de la línea y sonrió también, observando que la fila avanzaba al menos, un par de personas. Suspiró con pesadez, volviendo a la llamada.- ¿Cómo has estado, Pollito?-

-Bien, sí. De hecho te llamaba para decirte que al fin tengo mis semanas de vacaciones en mi trabajo, así que estaré visitando a mis padres y me quedaré en mi antigua casa, por eso, podemos vernos el día que tengas libre, así que tú solo dime. Te he echado de menos, Jenito.-

Jeno sonrió de nuevo, recordando que eran Mark y Jisung los que le llamaban como sus pequeñas hermanas.

-Bueno, la verdad estoy de vacaciones, pero no creo poder ir a verte porque...-

Las palabras del pelinegro quedaron en el aire, observando en un punto fijo de la entrada al gran establecimiento, una carita demasiado conocida para él se encontraba impresa en una hoja de anuncio. Sin pensarlo, colgó el teléfono y dejó la cola, acercándose al pequeño cartel de papel que colgaba en la zona de anuncios, sorprendiéndose al confirmar que se trataba de la persona que tanto amaba, ese alguien a quién jamás hubiera esperado encontrar más que dentro de su casa.

La hermosa carita de su pequeño Jaemin en un cartel de "SE BUSCA" no era algo que le agrade ni que le cause una sonrisa, una amarga mueca se formó en su rostro cuando arrancó la hoja de la pared y se aseguró de que no hubiera ninguna otra. Esa era la única imagen de su gatito, por suerte.

SE BUSCA: Responde al nombre de Jaemin. Favor de llamar al siguiente número en caso de encontrarlo. De verdad estamos muy preocupados por él y les daremos una buena recompensa si encuentran a nuestro pequeño animal.

En letras muy grandes junto al número correspondiente. No, simplemente eso no debía estar pasando. Ahora las palabras de Mark le regresaban a la mente. Él no se esperaba que después de seis hermosos días junto a su pequeño niño felino, terminaría pasándoles eso, como una buena sacudida de realidad para sacarlo de aquel sueño, un muy hermoso sueño. No podían estar buscando a Jaemin, Jaemin era completamente suyo, y fuera de eso, ¿Cómo que pequeño animal?

Arrugó el papel y lo metió al bolsillo de su chamarra, regresando a la cola, ya no importaba Jisung, ni lo que se le había ocurrido de quizás salir a pasear con Jaemin y visitar a su amigo en el proceso. Ahora nadie podía verlo, y no dejaría que absolutamente ningún ser vivo tocara a su pequeño.

Cuando volvió a su casa, Jeno abrió la puerta tan rápido como pudo y dejó la gran cantidad de bolsas en el sofá, corriendo hasta la habitación, gritando el nombre de su minino, hasta que lo encontró ahí, en la cama durmiendo, siendo otra vez la imagen más adorable de su vida.

Jaemin estaba abrazando una de las poleras de Jeno, y quizás de tanto removerla entre sus manos, ahora estaba totalmente arrugada mientras sus ojitos se empezaban a abrir, despertando. El mayor supo que Jaemin si se había levantado cuando observó en los lados exteriores de los ojos del pequeño restos de lágrimas, dejando en claro que había llorado esperándolo.

-Amor, ya llegué.- le susurró Jeno, sentándose a su lado, mientras pasaba su mano por la mejilla de su bebé, asegurándose de quitarle todo rastro de lágrimas secas.

Vio a Jaemin estirarse y luego de una curiosa mirada, ya tenía a su minino llorando en sus brazos, sentándose sobre los muslos de Jeno y rodeándolo con sus piernas, brazos y cola, maullando miles de cosas que él no entendía, pero qué importaba, hasta sermoneándolo Jaemin se continuaba viendo adorable.

-Ya, ya, lo siento, Jaemin, bebé, pero te traje muchas cosas que te gustarán, ya verás.-

El pequeño se apartó solo entonces para mostrarle otro puchero y dejando de llorar, al fin unió sus labios con los tan deliciosos labios de su amado, demostrándole todos sus sentimientos en ese beso. Jeno lo recibió gustoso, abrazando también a su pequeño por su cintura, escuchando el ligero ronroneo del minino, soltando una pequeña risita en medio del beso.

-Jen. -Murmuró el menor contra sus labios, antes de alejarse y continuar con ese diminuto puchero. Se suponía que estaba molesto pero eso ni siquiera le duró, Jaemin estaba tan feliz y lo estaría siempre que tuviera a Jeno a su lado.

Meneo sus ojeras cuando se removió un poco y Jeno sintió claramente la tensión de su cuerpo, bajando su mirada hasta más abajo del vientre del pequeño de castaño, se sorprendió al ver el bulto en sus pantalones. Pequeño quizás, pero estaba ahí, una clara y notable erección.

- ¿Y esto?- Sonrió, bajando su mano para que rozara esa zona, logrando que Jaemin jadeara y sus mejillas se tiñeran de nuevo de ese rojo tan característico de él. - ¿También me ha extrañado tu cosita, bebé?- le susurró en su oído, lamiendo después esa zona, logrando que Jaemin se estremeciera antes de alejar a Jeno para que lo observe y simplemente asentir con la cabeza, acercándolo otra vez para ahora llenar de pequeños piquitos los labios del mayor. -Eres insaciable, Jaemin.-

Pero Jeno no tenía ningún problema con ayudar a su pequeño amor, mucho menos cuando ambos disfrutaban de bajarle las erecciones al minino.

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