Para Jeno, todo esto era una tremenda locura, tenía tantas preguntas en la cabeza en ese momento, pero aunque quisiera decirlas, ese niño frente a sus ojos no podía responderle a ninguna, ya que lo único que salía de sus labios eran esos pequeños, tiernos y definitivamente encantadores maullidos.

Volvió a la realidad, viendo a Jaemin con una pequeña mueca de confusión. Increíble pensar que hasta con el ceño fruncido se veía tan tierno. Ya sin ningún temor, le acarició la mejilla, susurrándole suavemente.

- ¿Qué pasa, minino? - Jaemin lo miró e hizo un pequeño puchero, soltando unos cuantos maullidos, como intentando decirle algo a Jeno, pero obviamente, él no entendía ni una palabra.

Y por primera vez en lo que llevaba vivo, el gatito se enojó, refunfuñó un poco al no poder decirle a Jeno lo que deseaba, así que mordió su labio inferior, cuando se le ocurrió otra idea. Sin pensarlo dos veces, listo para poner en práctica su plan, dejó el vaso un poco alejado de ellos, en la pequeña mesa del centro de la sala y se acomodó mejor sobre las piernas del pelinegro, ahora con una de sus rodillas a cada lado de este. Se vieron directo a los ojos, fue ahí cuando Jaemin aprovechó.

Ja...Jaemin —dijo, señalándose con ambas manos, para luego llevar estas mismas al pecho de Jeno, esperando que comprendiera lo mucho que deseaba saber su nombre también. Jeno meditó un poco, era divertida y extremadamente tierna la mirada que le lanzaba el pequeño ahora. Jaemin podía hacer de todas las expresiones del mundo un completo encanto, incluso ahora, observaba a Jeno con los ojos entrecerrados, esperando su respuesta, removiéndose ligeramente sobre sus piernas. Definitivamente parecía que no podía dejar de ser adorable.

- ¡Oh! - exclamó el mayor, dando a entender que ya había comprendido, aunque llevaba rato sabiéndolo, pero ver a Jaemin levantar ambas orejitas, estirándolas bien sobre sus rizos color castaño, mientras abría los ojos emocionado; definitivamente valía la pena.-Yo soy Jeno - Sonrío tranquilamente. - Pero puedes llamarme Jen, creo que se te hace un poco más fácil -

El gatito lo miró y asintió suavemente, para después bajar la mirada, cosa que preocupó al mayor ¿Había dicho algo malo? Pero si apenas y dijo algo. Aún peor ¿Por qué le preocupaba tanto lo que un niño, que acaba de conocer hace máximo una hora, pensara de él?

- ¿Qué pasa? -

Jeno lo observaba con atención, cuando comprendió todo al escuchar a Jaemin murmurar suaves "J...Je....Je..." sin poder decirlo completo. Otra de esas sonrisas completamente sinceras apareció en el rostro del mayor, así que tomó al pequeño de la barbilla para que subiera su mirada, encontrándose con sus hermosos ojitos llenos de decepción.

- Vamos, dilo después de mí ¿De acuerdo? - Jaemin asintió.

- Jen -

- J-Je...-

- No, Jaemin. Tienes que pasar juntar la E y la N, no trates de hacerlo idéntico a mí, no sabes hablar bien, así que te debe ser un poco difícil, pero con el tiempo saldrá como debe, además, si me quieres llamar "Je", no hay problema -

Acarició la mejilla del pequeño con uno de sus dedos y este cerró el ojo de ese lado, estremeciéndose un poco ¿Y los golpes? Ahora Jeno debería golpearlo por no haber sido capaz de pronunciar su nombre. Él sabía que cuando hacía algo mal debía recibir golpes y no le molestaba recibirlos de Jeno, era un chico que en definitiva le agradaba demasiado.

- Jen -

Dijo al fin, sorprendiéndose no solo él, sino que ambos se miraron a los ojos totalmente emocionados, Jaemin lo abrazó con fuerza, apegando más su cuerpo al del mayor, causando un estremecimiento en este, uno que definitivamente Jeno tenía que ignorar.

Se separaron apenas un poco para luego tenerlos atrapados en otro de esos castos besos. Pero Jeno ya tenía suficiente, la vida le estaba jugando una mala broma pesada que simplemente no soportaría más, y sin pensarlo, empezó a corresponder al acto, sintiendo un estremecimiento por parte de Jaemin.

Llevó sus manos a las caderas del más pequeño, mientras este continuaba con sus manitos sobre sus anchos hombros, al menos para esas pequeñas manos. La lengua de Jeno repasaba los labios de Jaemin, y besaba cada parte de estos, disfrutando del sabor dulce causado por la leche. Jaemin tembló un poco, de hecho, hasta presionó más sus manos sobre Jeno cada que él atrapaba sus labios y los mordía suavemente. Aprovechando uno de estos momentos, el mayor ingresó su lengua en la cavidad bucal del minino, dejándose embriagar completamente por tan perfecto y adictivo sabor.

De repente, Jaemin se separó de golpe, colocando sus manos ahora en el pecho del otro, alejándolo apenas un poco más, al menos hasta que sus pechos dejen de tocarse.

¿Por qué mierda había hecho eso? Sentía el bulto en su entrepierna despertar. Joder, que era un maldito enfermo, se estaba excitando no solo con un simple beso con lengua, sino ante la imagen frente a sus ojos. El pequeño Jaemin jadeaba una y otra vez, tratando de recuperar su propia respiración, tenía los labios un poco rojos y húmedos, las mejillas con un pequeño rubor, mientras llevaba una de sus pequeñas manos a su labio inferior, tocándolo un poco, seguro sintiéndolo caliente.

- Je-Jen... -

Escuchó ese pequeño jadeo entre tantas respiraciones profundas y entonces Jeno comprendió que se estaba volviendo loco, o mejor dicho, que Jaemin terminaría volviéndolo loco.

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