-Vaya, vaya. – Cogió la camiseta del pijama de Ana del suelo. – La noche se presentó movidita. O la mañana.

-No empieces Ricky. No hicimos nada. – Le dijo Ana, antes de que abriese más la boca.

-Porque lo has chafao. – Murmuré, aunque no lo suficientemente bajito.

-¡MIMI! No le des bola. – Me reprendió Ana.

-Eso, que no se come delante de los pobres.

-¿Cómo que pobre? – Lo miré alucinando. – Si la semana pasada bien que estabas pico pala con Pablo.

-¿Qué me he perdido yo? – Soltó Ana, sorprendida.

-Bueno, que no es momento de hablar de mi. – Dijo en un intento de escabullirse de contar la historia.

-Eh, machote, que sepas que no te vas a librar de contármelo. – Le reprendió Ana. ­– Que los amigos no se besan en la boca.

-Bonita, tú no eres la más indicada para decirlo. – Enarcó una ceja. – Bueno es verdad, vosotras erais hermanas.

-Uh, nono, eso sí que no, eh. – Hice una mueca.

-Una persona que es una luchadora, una gran mujer, es una mejor persona y es una gran HERMANA. – Parafraseó las palabras de Ana, haciendo hincapié en esa palabra. – Os equivocasteis con el título Anita.

-Sí, ¿y que lo llamamos: "Las hermanas no se besan en la boca"? – Dijo con ironía.

-Te hubiese pegado más, la verdad. – Le piqué.

-¡UF! Iros de aquí ya. – Nos lanzó el cojín que había en el suelo.

-Vale. Definitivamente no habéis follado, porque esta está de mala hostia.

-Si no nos hubieses interrumpido le hubiese quitado yo esa malafollá.

-Joba, callaros ya. – Lloriqueó, dejándose caer contra el colchón.

-Bueno, ¿entonces todo bien? – Preguntó con una sonrisa.

-Sí. – Dije, un poco insegura mirando a Ana.

-Sí. – Se incorporó en la cama. Tapada con la sábana.

-Seguro que vamos a encontrar una solución juntos. – Bufé. – Ya lo verás, rubia.

Ana entrelazó nuestras manos y me lanzó una sonrisa reconfortante. Sonreí automáticamente.

-Bueno, pero ahora marichochos, despegaros un poco y prepararos que tenemos que hacer pruebas de sonido y esta tarde reventarlo arriba del escenario. – Se incorporó. – Así que rubia, tú te vienes conmigo a la habitación.

-Joer Ricky.

-Venga, que si no os liáis de manera literal y no llegáis . – Señaló a Ana. –Y esta se enfada.

-Siempre yo. – Le reprendió Ana.

-¿Quién si no? – Preguntó, como si fuese muy obvio. – Así que venga tú conmigo a la habitación y tú destápate ya y cámbiate.

-Ricky, para. – Dijo Ana, mientras este la intentaba destapar.

-Pues venga, sal ya de ahí abajo.

-Ricky, coño, que no lleva na debajo de las sábanas excepto el pantalón del pijama. – Lo arrastré para que la dejara tranquila.

-UH, nono, mejor me voy. – Se alejó. – Y tú te vienes conmigo. – Me cogió de la camiseta.

-Luego nos vemos, Banana. – Dije, antes de que se cerrase la puerta.

Me giré para caminar hasta nuestra habitación y vi que Ricky no paraba de mirarme.

Vuelves (TERMINADA) // WarmiWhere stories live. Discover now