-No te lo niego-. Vió como tenía dificultad para ponerse la cadena plateada que estaba ahí-.¿Quieres ayuda?-. Le preguntó, cauteloso, sin querer que se enojara con el por ofrecerle su ayuda.

-Por favor que esta mierda está mas difícil de poner que saber ni qué-. Murmuró molesto.

Dazai recorrió su cuello para poder cerrar el broche. Cuando Chuuya se dió la vuelta, tan solo pudo observar lo lindo...linda que se veía. Era un ser perfecto.

-Te ves demasiado bien-. Susurró en su oído.

-Ya lo se. Ahora quítate, tengo que ponerme zapatos-. Dijo mientras empujaba al pelicafe para alcanzar sus tacones, rojos de tela de tul y altos, muy altos. Pero no tan altos como para alcanzar a Dazai.

-Ni con tacones me alcanzas, chibi-. Rió, gracias a su comentario ahora el mismo se había ganado un chichón en la cabeza. Sobandose y repitiendo la frase "me duele".

-Por estúpido e insensato-. Dijo enojado el pelirrojo-. El color de mis ojos se ve fuera de lugar-. Dijo viéndose por última vez al espejo.

-¿Que dices? Tus ojos le dan un toque especial-. Lo abrazo por la cintura.

-Hm..no lo creo, bueno da igual. Ya estoy. Vamos por Atsushi y Akutagawa-. Dijo poniéndose en camino.

Dazai sabía que Chuuya se sentía incómodo caminando con tacones y un vestido tan largo. Pero realmente el no podía hacer mucho en esa situación. Encontraron al albino y el azabache, el primero se miraba muy bien, con su vestido largo de color gris oscuro, su pelo recojido, se miraba hermoso. Akutagawa estaba igual, el chico usaba ropa demasiado fancy siempre, no era novedad. Chuuya...joder, Chuuya era una vista gloriosa, al menos para los ojos de Dazai.

Con su pelo rojizo suelto, con adornos de flores en su cabeza, maquillaje perfecto hecho por el chico, el vestido rojo escarlata, y esos ojos azules que tanto amaba. Mierda, se miraba muy bien para su gusto, demasiado bien.

Todos entraron al auto en donde iban a llegar a la fiesta. Más que ir a una fiesta, iban a infiltrarse a otra mafia, que había estado atacando a la Agencia y a la Port mafia, ambos jefes estuvieron de acuerdo en mandar a sus más preciadas joyas a hacer escombros de ese lugar.

Aunque no había un plan aún. Normalmente todo lo que hacían era improvisado al último momento cuando Dazai les decía toda la estrategia. Pero vaya sorpresa, que no hubo estrategia el día de hoy.

Había llegado la hora del baile. Los cuatro chicos no se separaron por nada del mundo, hasta ese momento. Donde se armaron varios conflictos, a causa de esa separación.

Dazai había ido por algo de beber porque el pobre se estaba muriendo de sed, dejando solo a Chuuya, ya que Atushi y Akutagawa fueron a la pista de baile. El solo se quedó sentado, cómodamente en su respectiva mesa, comiendo unos panitos que habían ahí, no estaban nada mal. De pronto sintió una mano en su hombro desnudo, pensando que era Dazai, habló,

-Oi, tienes que probar esto, esta muy bueno-. Pero al darse la vuelta, vio a un joven, no pasaba de los 25 años, ojos púrpuras, bastante alto, pelo liso y negro. Y no era para nada feo.

-¿Estás disfrutando de la fiesta, hermosa?-. Su voz...su voz era muy sensual.

-¿Puedo saber tu nombre?-. Dijo antes de decir algo estúpido.

-Creí que todos me conocían, que equivocado estaba. En fin, mi nombre es Fyodor Dostoyevsky, ¿y el tuyo linda?-. La cara de Chuuya palidecio. Este hombre era el dueño y señor de la mafia que venían a destrozar. Porque tenía que ser un psicópata y criminal como el. Por compromiso, inventó su nombre de chica.

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