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—¿Cuál es la otra opción? —pregunto la alfa sabiendo que su hijo lo que menos quería era romper el lazo.

—Bueno, seria preparar la habitación más cercana a él omega para esterilizarla, meter los aparatos, tener dos enfermeras a su cuidado, conectarle suero y alimentarlo por medio de un tubo, cuando él tenga más fuerzas despertará, pero con el lazo tan débil no durara bien ni un día, por lo cual estará en cama hasta que su cuerpo aguante, o en su caso el lazo se rompa antes de acabar con él.

La alfa lloró, porque no había opción, porque lo único que veía era la muerte segura de su hijo, todo por un lazo tan débil que lo estaba consumiendo.

—¿Y Joaquín? —cuestiono pensando en hablar con el omega.

—No creo que sea recomendable decirle, el omega está empeñado en romper el lazo y puede irse sabiendo que esta tan débil que yéndose este se desvanecerá dejando al alfa muriendo o con la posibilidad de vivir, pero Niurka no te mentiré, si Emilio sigue con el lazo por lo menos una semana más ya no podré hacer nada por él, porque si después de la semana el lazo se rompe estará lo suficiente débil como para ya no soportar el lazo roto.

—Él —la mujer hipo y secó sus mejillas —querría luchar por el lazo, les indicare a las enfermeras donde colocar lo necesario —hablo parándose con los ojos rojos y el corazón destrozado.

Saber que tu hijo estaba al borde de la muerte y no poder tomar la decisión que le podría salvar era como matar a su propio hijo, pero ante todo iba a respetar la decisión de su hijo, aunque eso le costara la vida, porque ella sabía que Emilio jamás, aunque el lazo se rompiera, ella sabía que su hijo no buscaría otro omega, porque amaba al pequeño de ojos mieles.

Alice, quien era como otra madre para el alfa estaba en llanto mientras trataba de cocinar algo para los que estaban, su mente enrollada en todo lo que el chico estaba pasando, en lo que el amor estaba siendo para él.

Su muerte.

Porque, aunque el amor podría ser lo mejor del mundo, aunque fuera el sentimiento más hermoso que pueda existir, lo mejor y más puro existente.

El amor también puede ser lo más cruel, lo que te arrastre, te tire, te revuelque, te levante y te vuelva azoar, te haga sufrir como nadie ni nada más puede, porque el amor era lo mejor por ambas partes.

Lo mejor para ser feliz y lo mejor para destruirte lenta y tortuosamente, llevando todo a su paso y en este caso llevándose la vida del alfa.

Al terminar fue a ver en que podía ayudar ya que parecía que nadie tenía ganas ni apetito para comer, al final ayudo a adecuar una cama que había sido colocada en la antes oficina que estaba al costado de la habitación que ocupaba el omega, la cual ahora parecía una habitación normal, si no fuera por los aparatos de hospital que estaban bien colocados.

Ayuda a las enfermeras a conectar cables para que los aparatos estén listos para conectarlos al cuerpo del castaño de hermosos rizos que sigue postrado en el sillón tan calmado, tan lejos en alma de ese lugar.

Con todo el ruido nadie entiendo cómo es que el omega no tenga ni una pisca de curiosidad de que pasa en su casa, pero sin decir nada todos lo entienden, a él omega no le importa nada, nadie y menos estar en esa casa que había tomado ya como un lugar ajeno a él, un lugar en el que simplemente no quería estar.

Y todos ahí rogaron internamente que el omega no decidiera marcharse de la casa.

Porque eso significaría la muerte del alfa.

***

Con un cuidado que jamás fue visto en un alfa el doctor le coloco las respectivas agujas y enero el tubo hasta el fondo, asegurándose de que lo que pase por ahí vaya directo a su estómago, la vista del resultado es tan horrorosa como si fuera ver el cuerpo ya muerto del alfa ahí postrado, quiere llorar, más de lo que ya lo ha hecho, pero todo está siendo demasiado que se niega, porque si se lo permite estará todo un año llorando si las cosas siguen el rumbo que todos están viendo.

Sin ganas de ver esa escena va directo a la cocina, calienta un poco de comida, y va a la habitación donde el omega esta, al entrar realmente no lo quiere ver, no quiere ver su vida, no quiere ver sus ojos miel, no quiere ver su piel lechosa y menos quiere sentir ese olor tan dulce que el alfa tanto amaba, siempre, no quiere estar ahí.

Pero está ahí, por él, por Emilio.

—Come un poco —dice, esperando que el chico que sale del baño con la cara mojada le conteste algo.

—Gracias Alice —no sonríe, no dice más, no se cree capaz.

Deja la comida en la mesita tomando los cubiertos anteriores y sale de la habitación con su actitud tan retraída, con su corazón apretado en un puño fuertemente prensado en él, sintiendo como cada hilo de su cuerpo se iba cortando, haciendo que ella quedara inmóvil, sin nada que le ayude a manejarse, dejándola débil, tan débil.

Siempre quiso al chico como a un hijo, a él y su hermana, tenerlos era una luz, una luz que se estaba yendo, siempre sintió feo no poder procrear, pero tenerlos a ellos le hacía feliz.

Nunca pensó verlos morir, nuca creyó ser capaz, y no era capaz, no si ella quedaría sola, porque no tenía más que a ese chico, perder a la alfa había sido un golpe duro, un golpe que la hubiese derribado de no ser por el alfa de personalidad tan centrada, de actitud tan cariñosa, porque el aceptaba su amor de madre que le daba pese a no ser su madre.

Y ella sabía que si se pudiera daría su vida a cambio de salvar la del chico, pero no había nada que le ayudara en su elección, solo esperara a ver que pasara.

Si ella se sentía así, no quería ni pensar en cómo se sentiría Niurka, quien era la madre real de él, de la hermosa chica que años atrás había perdido la vida, que le habían quitado de sus brazos para llevarla a un lugar horrible, por codicia y poder, porque su ella pensara en cómo se sentía ella simplemente ya no aguantaría eso, con una concentración que no se debía de poner realmente pero que le obligaba a estar concentrada en lo que hacía que en el hilo de sus pensamientos.

Al terminar de colocar la comida en trastes y guardar todo para que se conservara, porque ellos no desperdiciarían comida, no con tantas personas que querían y no tenían.

El doctor se acercó, con su mirada que no trasmitía nada, que no le decía nada, una mirada que realmente le gustaba porque no podría soportar una mirada que tuviera plantada el 'todo va mal' porque eso lo sabía de antemano.

—Me sirves un poco de comida, muero de hambre y empiezo turno —hablo mirándola, ella asintió sin ganas de hablar porque sentía el nudo en su garganta, como si las lágrimas que se estaba guardando estuvieran ahí y en el momento en el que ella hablara estas saldrían sin filtro alguno.

Con movimientos rápidos sirvió y calentó los alimentos, le sonrió antes de tendérselos, el doctor comió en la isla, algo que no le mostos, ella se quedó ahí porque no quería que él se quedara solo comiendo, aunque también era que ella no quería estar sola, no quería sentirse sola.

—Él es fuerte —la voz del doctor sonó, levanto la mirada la cual estaba e sus pies, le sonrió y asintió —, gracias.

Ella tomó los trastes y escuchó como él se retiraba, sintiendo como ese frío en su cuerpo se iba expandiendo, sintiendo que se estaba quedando sola, sin nadie, sin nada.

Todavía no acaba el domingo así que sigue siendo fin de semana y aquí esta su cap.

Ayer me sentía mal y no pude hacerlo, por cierto, ya tengo planeada una nueva adaptación, pero la publicare una vez salga de vacaciones, que por cierto ya estoy en lo último del semestre, me queda maso un mes.

Lxs Amo

May

lasso | Emiliaco | 2° de MarquéWhere stories live. Discover now