Febrero.

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¡Hola mis bonitos lectores! Primero debo seguir con mi spam, porque esta talentosa mujer temari05nara_ sacó un OS bellísimo de banana fish y no puedo estar más hypeada. Y de paso tiene un fictober que hizo mi octubre bello.

Segundo, me atrase un poquito, pero acá estamos. El promp me dio risa, va a ser obvio cual es.

Mil gracias por tomarse el tiempo para leer.

Espero que les guste.

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—Puedes tratar de iniciar en otro lugar, puedes fingir ser otra persona. Freírme en la silla eléctrica, pero siempre estaré contigo, justo dentro de tu cabeza, Aslan.

Acido le escurrió desde la nariz hacia el mentón, los ojos le ardieron, el aroma a vómito fue casi tan insoportable como el recuerdo de esas imágenes, aquellos dorados mechones se le pegaron contra una delirante fiebre, él se enjuagó la boca, sus dedos temblaron contra el lavamanos mientras suplicaba para que el sonido del agua lo ahogase. Putrefactas pesadillas lo habían comenzado a atormentar, las entrañas se le revolvieron al recordar su primer entierro, él era un maldito niño cuando pasó. Y ahora estaba paralizado. Era como si Barba Azul se hubiese robado hasta la última gota de sus emociones para dejarlo siendo esto. Él alzó la mirada hacia el espejo. ¿Quién diablos era el desconocido que tenía al frente? Él sabía que habían cosas que las personas normales sentían que él no estaba encarnando, él sabía que estaba al fondo del océano de la miseria mientras Cape Cod corría desde arriba. Él quería parar. Él había intentado reprimirse, sin embargo, esto ya sobrepasaba su control.

Estar tan perdido lo mataría a él.

Irónico para un asesino ¿verdad?

Sus yemas ejercieron presión contra su frente. Él estaba consciente de que la única manera para saciar esa enfermiza necesidad era rellenando su libreta, no obstante, él seguía atrapado en la etapa de pesca. Barba Azul no solo se había molestado en robarle la infancia y golpearlo cuando gotas de miedo empapaban su pijama, él lo educó en el arte de la muerte. Existían seis facetas para un asesino serial. En la primera, se perdía el contacto con la realidad por medio de fantasías. En la segunda, se buscaba a una víctima que encajase con el perfil ideal. En la tercera, se ponían sobre la mesa las cartas de la seducción. Él estaba en una encrucijada con el japonés.

—Mierda.

Él se atrevió a mirarse al espejo, dentro de esos jades no hubo atisbo de vida o empatía, el psicópata que lo crio tenía razón, él no era humano, él era un monstruo. Cuando la sangre le escurrió desde los nudillos hacia el lavabo él entendió que había destrozado el espejo, poco le importó el vidrio incrustado dentro de su carne o las cicatrices que tendría que explicar. Él solo quería detenerse pero no podía. Cada día eso lo marchitaba un poco más. Sería tan divertido pedirle compasión a su víctima ¡Por supuesto que el pobre chico al que planeaba enterrar lo abrazaría para consolarlo! Idiota.

—Solo un nombre más. —Fue lo que balbuceó mientras el agua se llevaba el escarlata y la sonrisa de su pasado lo terminaba de envenenar.

Que maravillosa manera para comenzar un 14 de febrero.

—¡Ash! —¿Cuándo terminó de recoger sus pedazos frente al espejo?—. ¡Prometiste que nos acompañarías! —Él no lo supo.

Pero que escalofriante fue la normalidad con la que él se tragó su dolor, se colocó su mejor vestimenta y logró sonreír antes de recibir a tan escandalosa pareja.

—Shorter. —Un tímido mohín se posó entre las mejillas del nombrado cuando su mejor amigo le abrió. Hacía un calor insoportable esa mañana.

Killing me softly.Where stories live. Discover now