Parte 29. El espejo de Oesed

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A pesar de que casi todo el castillo parecía estar festejando, la historia era muy distinta en las mazmorras, las cuales eran normalmente frías y poco coloridas, pero ahora parecían estar el doble de frías. El bajar de un ambiente tan navideño a uno tan... tosco, lo hacía ver más insípido. Cuando Lily bajaba a tener clases de pociones tenía que ponerse 2 abrigos debajo de la capa y una bufanda, porque el frío era casi insoportable a pesar de que su padre encendía la chimenea (claro que solo lo hacía en las clases en las que su pequeña estaba presente, porque de ahí le importaba un rábano si los otros morían de hipotermia). Durante una de esas clases Draco aprovechó para hablar con su hermana.

- Oye, le mandé unas cartas a mi madre y no puede esperar para vernos en navidad. Dijo que ya tiene los regalos para nosotros y...-

- Draco, espera -Lo interrumpió Lily-. Olvidé contarte que mi padre y yo vamos a pasar navidad aquí, en Hogwarts.

En ese momento el Slytherin borró su engreída sonrisa, miró a la pelirroja como si no entendiese lo que acababa de decir y luego dirigió su mirada al suelo mientras arrugaba el entrecejo, finalmente regresó su mirada a sus apuntes en silencio. Lily trató de disculparse pero el chico no escuchaba, realmente estaba ilusionado con pasar las fiestas con su hermana, la extrañaba y parecía que solo él se esforzaba por pasar tiempo con ella, quería poder estar resentido y alejarse pero era su hermana, la única compañía que tuvo durante toda su vida, su mejor amiga.

El rubio entonces se levantó y cambió de asiento con un chico de Gryffindor para sentarse al lado de Crabbe. Concentrándose en no romper a llorar ahí mismo, encontró la mejor forma para distraerse: molestar a Potter.

-Me da mucha lástima -dijo el rubio para que Harry lo escuchara- toda esa gente que tendrá que quedarse a pasar la Navidad en Hogwarts, porque no los quieren en sus casas.

Lily quería responder, pues sabía que el mensaje era para Harry y Ron, pero a sabiendas de que Draco ya estaba muy molesto con ella decidió, no hacerlo y dejarlo disfrutar el momento.

En ese momento la puerta del aula se abrió tímidamente, Severus dejó de leer unos apuntes en su escritorio y volteó su rostro con una expresión de molestia a quien interrumpía su clase.

- Disculpe profesor Snape, necesito hablar con la señorita Lily -dijo el muchacho que se asomaba por la puerta de forma casi tímida.

Lily en ese momento levantó la mirada y con horror contempló ese cabello castaño y ojos avellana. Era ese tonto niño. Rápidamente las mejillas de la pelirroja tomaron color y bajó la mirada, ciertamente una situación incomoda.

- Hey, Lily -La saludó amigablemente-. Es un asunto sobre el equipamiento de quidditch. La profesora Hooch me mandó, señor.

Severus hizo una mueca y le indicó a su hija que tenía 5 minutos. Lily salió sin levantar la mirada y cerró la puerta tras de ella.

- ¿Qué quiere Hooch conmigo? -Preguntó extrañada la pelirroja, mirando al chico que tambien estaba muy sonrojado.

- Ahm, sí bueno yo... mentí sobre eso -el castaño se rascó la nuca algo nervioso-. Quería hablar contigo desde hace mucho...

- Podemos hacerlo cuando no esté en clases -respondió tajante la niña, frunciendo el ceño.

- Mira yo quería disculparme por ese día, decirte que me gustabas de esa forma no fue muy buena idea -dijo mirando hacia otro lado-. Solo quiero poder conocerte, me pareces la niña más genial que haya visto jamás. Te vi en el partido y ¡wow!

Lily solo se sentía incomoda y nerviosa. No la mal entiendan, aquello que decía era muy dulce de su parte, pero la primera vez que hablaron ese chico trató a Neville muy mal y Lily simplemente no podía olvidar aquello.

Los mellizos Potter Y La Piedra FilosofalWo Geschichten leben. Entdecke jetzt