Dioses - TGCF

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Advertencia: SPOILERS, no leer si no terminaron la novela. 

Abandonar el plano mortal y ascender a los cielos como un dios era la meta máxima de toda persona. Claro estaba que no todos podían cumplir dicha meta. Solo aquellos de carácter distinguido, buena fortuna e innumerables talentos gozaban la dicha de ser posibles candidatos a dioses. Desde un eunuco de gran sabiduría hasta a un intrépido general, podían aspirar a alcanzar dicha gloria y honor.

Incluso la misma realeza no estaba lejos de cumplir ese sueño.

Por eso, no fue extraño para los ciudadanos del reino escuchar las gratas noticias de que su príncipe heredero había ascendido. El sol de la nación, brillante por sus aptitudes, cálido por su gentileza, pero igualmente poderoso e intimidante de ser necesario.

Miles de templos, murales y estatuas se construyeron a lo largo del territorio. El pueblo emocionado por venerar a este nuevo Dios que no traería más que bendiciones a cada hogar.

Por varios años duró la prosperidad. El príncipe heredero cumpliendo diligentemente con los rezos de su creciente número de seguidores y protegiendo su territorio a toda costa.

No fue hasta que el príncipe tuvo un sueño desastroso, cuando su fortuna y destino empezaron a tomar un giro hacia lo peor.

La hermosa nación de Wuyong no era más que un mar de fuego bajo sus pies. Los elaborados edificios y templos quedaron cubiertos con magma caliente, perdidos en el tiempo. Lo que antes era una nación ruidosa con un alto número de habitantes ahora no tenía ninguna señal de vida a kilómetros de distancia y el sonido de voces humanas ahora era reemplazado por algo más aterrador.

Silencio.

El príncipe heredero de Wuyong despertó abruptamente, su corazón golpeando fuertemente contra su pecho. Levantándose rápidamente y con pasos temblorosos se dirigió a su escritorio y empezó a anotar todo lo que vio. Sus manos temblorosas calmándose poco a poco y apretando el pincel con fuerza.

Debía encontrar una forma de salvar a su pueblo.

El sueño fue comunicado por sus ayudantes a la nación de Wuyong quienes no perdieron tiempo en escoger la opción más rápida, pero la más barbárica.

Cuando los suelos de los países vecinos se llenaron de sangre, madres perdieron a sus hijos, hijos perdieron a sus padres, vidas inocentes fueron masacradas para la supervivencia de otros.

Ahí fue cuando el príncipe tuvo que intervenir directamente y adoctrinar a su pueblo.

Quería salvarlos, pero no quería sacrificar vidas.

"¿Cómo piensas salvarlos sin que se pierdan vidas? No puedes cumplir ambos objetivos" decían los dioses.

"Encontraré la manera. Si no existe una solución, voy a crearla" respondió el príncipe, sus ojos cansados, pero su sonrisa todavía con esperanza.

Evitar la masacre de naciones vecinas no vino sin represalias. En medio de gritos y antorchas, la magnifica arquitectura de los templos del príncipe heredero era consumida por las llamas. Los detallados murales denotando las obras de caridad del benevolente dios ya no más que cenizas. Los previos seguidores del dios se deshacían de todo amuleto o estatuilla que tenían en el hogar.

Si su Dios no apoyaba sus intentos de supervivencia, entonces ese ya no sería su Dios.

Incluso con sus poderes disminuidos y con su pueblo despreciándolo, el príncipe heredero resistió y siguió planeando su innovadora solución: El puente de la cruz del cielo.

Incluso cuando su número reducido de seguidores decidió abandonarlo para apoyar a otros dioses que no hacían esfuerzo alguno en ayudar al príncipe en su exhaustiva obra y solo tenían en sus intereses conseguir más poder...incluso entonces el príncipe heredero resistió.

Exhausto y con una fracción de la fuerza que solía gozar en el pasado, el príncipe usó todas sus energías en apoyar el puente.

El volcán ya estaba en erupción. Solo necesitaba que la población cruzara a los cielos y mantenerlos a salvo hasta que pudiera encontrar un nuevo territorio para vivir. Toda crítica, todo seguidor perdido, todo valdría la pena una vez que viera a su pueblo sano y salvo.

El resto de los dioses no lo apoyó...el resto de los dioses decían que no sería capaz de lograr salvar a todos sin sacrificar algo a cambio.

Pero, en cuestión de tiempo, todos estarían arriba. Solo debía resistir un poco más, si la multitud de personas no se acumulara tal vez esto no estaría tan pesado...

Un dios era un ser poderoso, pero ese poder tenía su fuente en sus creyentes. Debilitado después de años de haber perdido progresivamente seguidores, años en donde su posición como "El Sol de la Nación" se convirtió en un recuerdo lejano, el príncipe heredero en ese momento no era más que una represa cuya capacidad hace mucho tiempo había sobrepasado el límite.

Las grietas se formaron, primero pequeñas, luego su longitud y ancho aumentaron hasta que...

El puente cayó.

"¡Su Alteza!" gritó la multitud, pero no los pudo salvar en esa milésima de segundo que tomó para que lo que antes eran personas vivas y con esperanzas se convirtieran en nada más que pedazos de carne quemada a lo mucho.

Desde ese día, el Sol de la Nación no brilló más. Sus rayos y calidez por siempre sumergidos en oscuridad.

Y esa oscuridad poco a poco fue tomando hogar en su corazón, consumiendo todo rastro de aquel príncipe tonto e ingenuo que se atrevió a soñar en grande.

La sangre de tres de sus ayudantes y de miles de millones de personas inocentes ahora estaban en sus manos. El volcán temporalmente pacificado por el sacrificio de vidas.

Lo logró ¿no?

La solución siempre estuvo frente a él, pero fue un ignorante.

¿Acaso importaba sacrificar vidas? Eran humanos que solo se interesaban en su propio beneficio, no les importaba las desgracias de los demás o cuanto esfuerzo fue dado para salvar sus míseras vidas.

Solo sabían pedir y pedir, pero ¿Qué recibía a cambio el pobre príncipe que dio carne, huesos, alma, su inmortalidad y cordura por ellos?

Nada.

Solo tres caras horribles que no dejaban de gritar por siempre unidas a su carne.

Lo habían despreciado, pero él se encargaría de cobrar todas y cada una.

¿Su Antiguo Reino? Ya no había un alma viviente, el volcán arrasando con todo sin piedad. Su sueño convirtiéndose en una realidad.

Pero ¿La corte celestial? Oh, él tenía planes para la corte celestial...

Los dioses son tal como los humanos, vida de uno o vida del otro ¿Había alguna diferencia?

----- o -----

Unos miles de años después, el Emperador de la Corte Celestial caminaba plácidamente por el reino mortal, su apariencia la de un monje taoísta. Pasando por el puente Yi Nan no se encontró con el usual recordatorio de su tormentoso pasado sino con la presencia de un joven que plantaba un árbol floreciente en el tétrico puente y mandaba al fantasma a mejor vida.

Curioso, preguntó qué estaba haciendo.

"Cuerpo en el abismo, pero corazón en el paraíso" le respondió el príncipe heredero de Xian Le.

Oh...

No pensaba encontrar algo tan interesante en una de sus muchas visitas al reino mortal.

Esto podía ser algo prometedor...

Cultivatober MXTX  2020Where stories live. Discover now