Sonriendo de nuevo III

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No volvió a la habitación para empacar sus cosas porque sabía que si estaba allí un segundo más, no podría permanecer en su decisión.

Sabía que la última expresión de Fili, una mirada de puro dolor y pena cuando se fue, le perseguiría hasta la eternidad y había sido honesta como dijo, nunca en su vida dejaría de amarlo, pero esa sería su carga para llevar, su sacrificio para permitirle a la persona que más amaba en este planeta la vida que se merecía.

La primera parada fue en Dale, donde vendió el viejo collar que heredó de su familia y compró algo de comida y ropa con el dinero. Era difícil separarse de ese collar, pero era la única opción que tenía y, es que si algo tenía claro era que nunca en su vida vendería el anillo que Fili le había dado por su compromiso.

Tan pronto como tenía todo lo que necesitaba, siguió adelante, sin planear quedarse en ningún lugar cerca del príncipe. Tampoco quería volver a la comarca y ver al tío Bilbo, no quería actuar como si todo estuviera bien para su familia, cuando en realidad, acababa de dejar la mayor parte de tu corazón y a si misma en Erebor por Fili.

Así que vagaba por ahí, quedándose en cualquier lugar, pero sin establecerse nunca en ningún lado.

Después de dos años, cuando estaba en algún lugar de las tierras marrones, comiendo en una posada en ruinas, escuchó la noticia de que el príncipe Fili se había casado con una princesa enana hacía unos días.

Había llorado mucho durante esa noche, mientras que al mismo tiempo estaba feliz de que él parecía haber seguido adelante y comenzado una nueva vida.

Sonrió mientras se lo imaginaba riendo felizmente, pero tu sonrisa pronto se convirtió en sollozos cuando se dio cuenta de que no era con quien él estaba feliz.

No había nada que pudiera hacer, al menos había sido su elección. Su destino parecía ser vagar por este mundo con el corazón roto por tu cuenta y la muerte siendo su única y última salvación.

* ~ diez largos años después ~ *

Había llegado a Mirkwood, el lugar más cercano a Erebor al que se atrevió a ir, estaba segura de que ninguno de los enanos llegaría jamás voluntariamente a tierras élficas.

Había visto casi todos los rincones de la Tierra Media, pero siempre se encontraba regresando a ese bosque. No era como si tuviera un vínculo especial con los elfos, no se detestaban, pero tampoco eran mejores amigos. Siempre le dieron la bienvenida y un lugar para dormir, pero eso era todo.

A veces un pequeño rincón de su cerebro susurraba que sólo había venido a echar una mirada de Erebor en el camino otra vez, donde él vivía, pero era bastante fácil hacer caso omiso de esta voz.

Habían pasado doce años desde que dejó a Fili, pero él no se había salido de su mente ni un segundo.

La imagen de él siempre estaba claramente en su cabeza, mientras que su voz estaba constantemente en sus oídos y su olor en su nariz. No había olvidado ni una sola cosa de él.

De vuelta al presente, acababa de salir del baño, tenía que admitir de mala gana que aquí en Mirkwood eran los mejores, cuando escuchó a dos guardias elfos hablando de nuevos invitados. No tenía la intención de escuchar, pero tan pronto como se mencionó la palabra 'enano', se olvidó de todo lo demás.

-¿Recuerdas la última vez que esos enanos estuvieron aquí?- preguntó el elfo de cabello negro.

-Sí, pero luego había habido una docena de ellos. Ahora es sólo el Rey y su heredero, manteniendo la relación entre los reinos pacífica y estable, supongo- respondió la elfa, encogiéndose de hombros ligeramente.

Tierra Media: One ShotsWhere stories live. Discover now