20. Recuerdos

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Draco

Draco se despertó, preguntándose si lo que acababa de pasar era un simple sueño... pero claro que no había sido un sueño... él era un Oclumante y Legeremante experto, el mismísimo Snape le había enseñado, cuando durante el séptimo año, todo se desmoronaba, (ese había sido el peor año de su vida y de muchos otros), el punto era que él reconocería si era un sueño o no.

Dirigió su vista a la ventana de su habitación. Los recuerdos del año en el que el niño que vivió venció al que no debía ser nombrado, del año en el que los hermanos Carrow llegaron a Hogwarts, del año donde su antiguo profesor de Pociones se convirtió en Director, llegaron de golpe a atormentarlo.
Ni siquiera McGonagall había podido evitar el desastre...
Nadie pudo...

SÉPTIMO AÑO
(Un año atrás)

Lucius estaba histérico, la familia Malfoy había perdido credibilidad, y ahora su padre le estaba hechando la culpa a él.

Draco se acercó, y lo abrazó. Ante ese acto, su padre no pudo evitar derramar un par de lágrimas, que enseguida se secó... solo su hijo se había dado cuenta de la corta existencia de aquellas gotas...

— Dragón, sabes que eres mi mayor orgullo, pero tienes que probar al mundo, que nosotros no somos débiles, es algo que siempre te he dicho, junto a que un Malfoy siempre consigue lo que quiere...— El mayor se apartó suavemente del abrazo.— Al llegar a Hogwarts, prométeme que seguirás las órdenes, que harás lo que te pidan. Ponme orgulloso.

Draco no entendía muy bien lo que su padre le decía, pues seguir órdenes era para él, muestra de debilidad. Pero no le dijo nada a su progenitor, si se enfadaba, las cosas se pondrían muy feas...

— Y pase lo que pase, digan lo que digan, siéntete orgulloso de esta marca—, dijo agarrándole fuertemente su brazo izquierdo. Draco quería protestar, pues eso le había dolido, pero nuevamente se calló. Era un Malfoy después de todo, hijo de Lucius, cualquier signo de debilidad podría mandarlo al ala médica de su mansión... —, y siéntete aún más orgulloso de ser un Malfoy.




El problema, era que Hogwarts se había convertido en un infierno...
El rubio hacía su ronda nocturna al Colegio, acompañado de sus fieles amigos, Crabbe y Goyle. Ambos iban a recibir la Marca al final del año escolar, y se sentían orgullosos de ello, pero hasta que las suyas propias constaran en sus brazos, admiraban cada que podían la Marca que Malfoy presumía todos los días... (después de todo, su padre le había dicho que se sintiera orgulloso de ella y tal vez de esa forma, llegase a apreciar aquella calavera y serpiente...)

Daban una vuelta a la esquina, y los tres se detuvieron en seco al ver el espectáculo que sucedía frente a sus ojos.

— ¡Aléjense de ella!— Longbottom estaba frente a la única Weasley que había asistido ese año al colegio, el chico estaba con una mano en su varita, y de no ser porque Draco había confiscado la varita de la pelirroja aquella mañana, ella no tendría sus puños torpemente levantados.

Los atacantes, (que por cierto, eran los hermanos Carrow), se limitaron a bufar divertidos.

— Nos estás estorbando, apártate de la chica, o atente a las consecuencias. — El Gryffindor no se movió, incluso parecía que había empezado a sujetar a su varita con más fiereza... Alecto Carrow, alzó su varita, lista para lanzarle un crucio, pero algo le paró.

— ¡Alto!— Nott apareció de la otra punta del pasillo, con su porte elegante, y mirada calmada, pero astuta, de siempre.— Es ya de noche, ¿cree que sea buena idea interrumpir el sueño del director Snape? El hombre nunca ha sido misericordioso, y encontrarlos torturando a dos alumnos, a tan solo un pasillo de su dormitorio, no le hará mucha gracia...— los hermanos titubearon, pero enseguida se recuperaron.

Draco MalfoyWhere stories live. Discover now