𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐔𝐄.

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Solo. Aquella palabra describía perfectamente el estado del pequeño Auron.

Su estadía fuera del pueblo de Karmaland había sido de las cosas más maravillosas a lo largo de toda su vida, pero, como todo lo bueno, debía acabar.

Recordó el momento en que su corazón se detuvo por tan solo unos segundos al mirar por última vez a Perxas, Momon, Reborn y Axo, tan alegres como siempre y con una tristeza profunda en sus pechos que ocultaban para no retener el camino de Raúl.

Llegó nuevamente —después de un largo viaje— a su pueblo. Lo que no se esperaba, era que volver al lugar que tantas alegrías le había traído, se iba a sentir tan desamparado.

Vegetta lo recibió con aquella sonrisa tan característica en él, pero a la vez, su expresión parecía tan vacía.

Auron se tomó el atrevimiento de preguntar el porqué de ello, y lo único que obtuvo, fue aún más tristeza.

La noticia de que Luzu se había ido, desmoronó su interior en tan solo cuestión de segundos. No había estado para Luzu cuando tomó la decisión de marcharse y ahora, probablemente, jamás volvería a verlo.

A pesar de ello intentó sonreír para no preocupar al chaval de ojos morados, que lo veía con languidez.

—Gracias por comentármelo, Vegetta —sonrió, muy a su pesar, el chico de piercing—. ¿Qué tal están los demás?

—Después de tu partida, muchas cosas han cambiado —admitió el chico de morado comenzando a caminar, seguido por el castaño—. Willy quedó destrozado por la noticia, pero... Fargan le ayudó a seguir. Doblas también ha partido del pueblo, pero vuelve semanalmente a vernos, es decir, tiene su vivienda aquí —sonrió—. Alex, pues... es Alex —comentó soltando una risa contagiosa para Raúl.

—¿Lolo no ha vuelto? —indagó el chico de ojos cafés.

Vegetta negó: —Ha de volver en estas semanas, según me dijo.

—Le ha afectado mucho la muerte de Mangel —murmuró Auron ocultando sus manos en la chamarra blanca.

—Fue una terrible perdida para todos —sonrió conmocionado—. Por cierto, ¿has visto a Lolito durante tu viaje?

Raúl sonriso y asintió: —Si, sí. Hemos estado juntos unos días antes de que vuelva a Karmaland.

—¿Y cómo has estado allí?

Raúl observó que Samuel estaba caminando en dirección a su vivienda, lo cual agradeció internamente.

—De puta madre, fue lindo poder irme unos días.

—Hijo mío, te has ido por meses —rio Vegetta, contagiándole aquella risueña expresión al castaño.

—Joder, si para mi fueron días de lo bien que la he pasado. He conocido gente maravillosa —sonrió con nostalgia recordando a sus amigos.

—Es lindo escuchar eso, Auron —respondió con honestidad el chico de cabellos morados.

La charla hasta el hogar de Raúl había sido amena y completamente aleatoria; cosas sobre el viaje, sobre el pueblo y sus aumentos, entre otras.

—Muchas gracias por todo, Vegettita —agradeció el chico de piercing mientras lo abrazaba fraternalmente. Samuel correspondió al instante.

—No ha sido nada. Me alegra que estés de vuelta —le sonrió sinceramente—. Sabes que puedes avisarme ante cualquier cosa, sé que antes Luzu se encargaba de ello —la sonrisa en sus labios se volvió nostálgica.

—Si... lo hacía —imitó su acción recordando todos aquellos momentos en los que Borja había salvado su pellejo.

—En fin, no más lagrimas —Vegetta sacudió su cabeza levemente evitando todo tipo de pensamientos melancólicos—. Debo irme, pero me ha gustado ponerme al día contigo, Auron.

—Lo mismo digo, Samu —lo apodó cariñosamente—. De nuevo, muchas gracias y nos vemos pronto.

El chico se retiró agitando su mano levemente con una sonrisa, mientras que Auron solo se limitó a suspirar admirando su domicilio.

Se dirigió, con coraje, hacía la puerta de retina, la cual se abrió al instante al reconocer el rostro de su dueño.

Las cosas habían cambiado un poco; y es que sabía que Mónica se encargaría de decorar correctamente la casa en su ausencia.

La doncella, desde la cocina, oyó el ruido de la entrada sorprendiéndose y corriendo hacía allí.

—¡Auron! —una sonriente Mónica apareció por el umbral de la cocina mientras corría hacía su amigo para abrazarlo.

—Jo' Mónica —Raúl correspondió el abrazo con cariño—. Te he echado de menos.

—Maldito hijo de perra —murmuró la mujer separándose de él y cruzando sus brazos con evidente enfado—. ¿¡Acaso eres consciente del tiempo que te has ido!?

—Lo lamento, en serio —sonrió apenado—. No quise dejarte tanto tiempo sola.

La azabache lo miró con seriedad aun de brazos cruzados sin confiar en la palabra de Raúl, y este, solo se sentía intimidado por la penetrante mirada oceánica de su amiga.

—¡Hablo en serio! —chilló Auron.

—Ya cállate —la mujer lo apuntó con su dedo índice, haciendo que el chico cerrara su boca inmediatamente—. Te creo...pero como te vuelvas a ir, te mato con mis propias manos.

—A menos, que te lleve conmigo.

—Joder, así si —rodó los ojos esbozando una sonrisa.

Raúl volvió a rodear con sus brazos los hombros de la ojiazul, quien no tardó en abrazarlo por su delicada cintura inhalando el característico aroma de su compañero, lo había echado mucho de menos.

—¿Te parece ir a cenar al pueblo hoy? —habló Auron sin despegarse de ella.

—Solo si pagas tú.

El castaño rio: —Si mujer, pago yo.

—Vale.

Después de aquel encuentro tan deseado, Raúl subió escaleras arriba hasta su habitación, no sin antes, saludar a su querido Frederick tomándolo en brazos y besando su pequeña cabeza.

Se tumbó en la cama de sabanas rojas admirando el techo de la habitación; estaba en casa.

Su mente comenzó a divagar entre los recuerdos del pasado, todos los momentos con Reborn, Perxas, Axo, Momon... todas aquellas personas que tantas risas y momentos buenos le habían hecho pasar. Sin duda los echaría mucho de menos.

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⏰ Last updated: Oct 30, 2020 ⏰

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