Elinor se quedó sin nada después de la Segunda Guerra Mágica.
Ella fue solo otro combatiente, otra bruja, otra alumna más que peleó contra la oscuridad y ganó, pero perdió bajo la asombrosa sombra de Harry Potter. Ningún digno reconocimiento bajo su...
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"¿COMPRASTE ALMUERZO? ¿PARA NOSOTRAS?"
Ayer, Bielle decidió romper su récord de limpieza, se perdió su reunión diaria de té, y en cambio pasó la tarde en su clásicamente decorado porche bebiendo tisana con Elinor.
Ellas estaban hablando de cosas randoms cuando Bielle de la nada dice.
"Sé que una buena taza de té caliente antes de dormir es bueno para dormir bien. Y si eso no funciona para ti, toma un Ambien del baño."
Elinor la miro despejando sus ojos de su reflejo distorsionado.
"Tienes veinte y uno. Todavía no es tiempo para que tengas ojeras, arrugas y ugh." Bielle se señaló a sí misma con un perfecto manicure, refiriéndose a ella. "Es tiempo para ser hermosa y hacer que algunos jóvenes se caigan a tus pies, suplicando por amor."
Elinor se rio.
"¿Se nota mucho?"
"Si, mon amour. Todos pueden reconocer cuando estás feliz o triste solo por tu expresión. ¿Hay algo que te molesta?"
"¡No!" Elinor exclamó muy rápido.
Como le podía decir a su madre adoptiva Muggle que estaba aterrorizada... porque había una gran posibilidad de que la única cosa (magia) de la que ella ha estado escapado... por fin le ha capturado en forma de la Señora Weasley.
Ella tosió un poco.
"No, solo es un poco de insomnio."
"Ellie, querida... Ha pasado un buen tiempo pero tengo que decirte... Que si recuerdas algo de tu pasado, me lo tienes que decir."
Elinor hizo una mueca y miró hacia abajo.
"Si quieres averiguar acerca de tu pasado, o tu familia biológica..."
"No, Mamá, esta es mi familia ahora."
Bielle asintió. Ella colocó su taza de porcelana encima del plato.
"Solo tomate la mañana libre."
"Estoy bien, Ma. Puedo ir al trabajo..."
"Tatatat. Non. Lo mejor que puedes hacer es mejorarte y parar de pensar en el dolor, aliviando tus heridas cada dos días. Que eres, ¿una vieille? ¿una Señora mayor?"
Pero el té francés no sirvió y la pastilla para dormir tuvo efecto solo por cinco horas. El plan de despertarse lo más tarde posible se arruinó cuando Elinor abrió sus ojos y vio los números, cero, siete, cero, cinco en su reloj.
