Le seguí escaleras abajo con la esperanza de que me estuviese equivocando y se encontrara escondido en cualquier otra parte de la casa. Intenté adelantarme pero Thomas me empujó.

Estaba oscuro y no se veía nada ahí abajo, solo la luz que entraba de fuera alumbraba pobremente una parte del sótano.

—¡James! —grité, pero todo estaba amenazadoramente silencioso, parecía que no hubiese nadie. Agarré el brazo de Thomas—. No ves que no hay nadie, por favor márchate de aquí, no creo que quieras tirar tu reputación por los suelos matando a alguien —le supliqué.

—Si no está esperaré a que aparezca, no tengo prisa. Está en juego mi honor como hombre y es lo único que me queda en estos momentos —me odiaba, podía notarlo en cada palabra que pronunciaba. Estaba cegado por su orgullo y necesitaba vengarse para sentirse aliviado, no tenía ni idea de dónde se estaba metiendo... James podía matarlo en segundos.

No tenía intención de abandonar su cruzada y solo pensaba en matarlo. Escudriñé con la mirada lo poco que podía ver ahí abajo, las ventanas estaban tapadas con telas para que no entrase la luz. Cuando posé mí mirada en las escaleras que conducían a la cocina, vi dos pequeños reflejos entre las sombras. Era James estaba segura, acechando, esperando el momento de actuar; tenía que intentar convencer a Thomas para que se fuese o esto acabaría mal. Thomas se sentó en las escaleras por donde habíamos entrado impidiendo incluso que yo pudiese escapar. Me acerqué y me arrodillé delante de él dispuesta a hablarle, dispuesta a hacer un último intento para persuadirle.

—Thomas por favor déjalo, no está en casa y no sabes cuándo volverá, por qué no dejas tu orgullo a un lado y te vas —ni siquiera me miró esta vez, tan solo dejó la pistola sobre el escalón a su lado, por si tenía que utilizarla.

—¿No lo entiendes verdad...?, me has traicionado con otro hombre. Tú tan reacia siempre a besarme o a estar a solas conmigo antes de la boda y te dejas embaucar por el primero que pasa. Eres como todas —finalmente me miró con arrogancia.

—Tú solo me querías por el dinero, aunque eso significase hacerme infeliz. Eres un trepa, pero ahora ya no podrás quedarte con nada —le advertí con todo el odio que me fue posible, pero eso le dio igual.

—Tu padre confía en mí, estoy seguro que con un poco de ayuda podré obtener beneficios, incluso tú podrías ayudarme en eso —por un momento me miró y sonrió. Una sonrisa malévola que me heló la sangre.

—¿Qué quieres decir? —sabía que iba a pedirme algún tipo de chantaje.

—Podríamos olvidar todo esto por una cuantía suficiente que pagase todo el daño que me estás causando —cogió mi barbilla con la mano.

—Estás podrido por la codicia, jamás te daré nada y aunque quisiese no podría y lo sabes —nunca jugaría a ese juego, no se conformaría, seguiría chantajeándome y pidiéndome dinero. Yo misma hablaría con mi padre y le haría ver qué clase de persona era Thomas.

—Como prefieras, pero algo tienes que darme a cambio por ser una zorra —me cogió del brazo y tiró de mí hacia él, seguidamente me agarró por la cintura y comenzó a besarme.

Por mucho que intenté deshacerme de su abrazo me fue imposible, me tiró al suelo y me golpeé en la cabeza quedando semiinconsciente. Sentí como su cuerpo me aplastaba, sus asquerosas manos empezaron a tocar mis piernas y mis pechos por encima de la ropa mientras que con sus labios sucios besaba mi cuello. Quería vengarse y si no era con James sería conmigo. Aunque sabía que James estaba ahí observando y no lo permitiría, intenté zafarme pero sin éxito, sus manos me tenían bien sujeta. Ya no podía hacer nada más para convencerlo... James apareció entre la sombras y agarró a Thomas del cuello apartándolo de mí. Su rostro estaba lleno de ira con los colmillos desplegados al igual que un animal salvaje dispuesto a matar a su presa, Thomas solo podía observarle sin creer lo que estaba viendo ante sus ojos.

—Dime Thomas de verdad pensabas que unos actos tan cobardes como los tuyos quedarían impunes —su voz era profunda y llena de furia, yo solo podía observar desde donde me encontraba tirada.

—¿Qué clase de cosa eres? —preguntó Thomas, mientas intentaba quitar las manos de James de su cuello.

—La última cosa que vas a ver en tu vida.

Me levanté aún mareada, debía intentar una vez más que esto llegase a buen puerto, pero ya poco podía hacer. Él mismo se había sentenciado con sus actos, agarré a James de la mano que le quedaba libre.

—No lo hagas James, no merece la pena. Deja que se vaya, nadie lo creerá si cuenta lo que ha visto... hablaré con mi padre y se marchará de la ciudad —le imploré. Una especie de gruñido salió de su garganta—. ¡Suéltale! —le grité y así lo hizo, lo soltó y éste cayó al suelo con un sonoro golpe.

—Está bien me marcharé, pero esto no quedara así —añadió Thomas mientras se tocaba el cuello con la mano.

—Vete antes de que cambie de idea —le amenazó.

Observamos cómo se dirigía hacia las escaleras tambaleándose, pero no se conformó con aquello. Agarró la pistola y me apuntó dispuesto a disparar, James se adelantó a sus movimientos y en un segundo le golpeó en la mano haciendo que el disparo que iba dirigido a mi fuese a parar al techo del sótano. Pude ver como el sol empezaba a quemar la piel de James, eran apenas unos tenues rayos, pero bastó para empezar el proceso. Furioso agarró a Thomas y golpeó su cabeza fuertemente contra las escaleras, escuché como su cráneo se fracturó con el golpe. Segundos después su cuerpo sin vida yacía sobre la madera y la sangre brotaba profusamente de su cabeza. No podía creer que incluso habiéndole permitido irse prefirió seguir con su venganza... ahora ya nada podía hacer. James se apartó rápido de la luz y se reunió conmigo.

—Ya no te molestara más —me tranquilizó. Yo no sabía qué decir, solo podía contemplar su cuerpo sin vida.

—¿Qué haremos con el cuerpo? —le pregunté preocupada, ¿qué pasaría ahora? cómo íbamos a ocultar aquello, qué le diría a mi padre.

Nopodía hacer como si se lo hubiese tragado la tierra. Comencé a temblar, Jamesme abrazó con fuerza, no podía creer que aquello hubiese terminado de aquellaforma. —Yo medesharé del cuerpo, pero debe ser esta noche. Ahora es imposible; vuelve a casay haz como si esto no hubiese pasado, ¿me oyes?, actúa con normalidad —me dijosereno, como si fuese tan fácil...— Vamos márchate, esta noche iré a verte —mebesó en los labios—. Ve por la cocina. ¿Cómopodría comportarme con normalidad?, mi padre me conocía muy bien. ¿Cómo ocultaréalgo tan grave? Subí las escaleras que conducían a la cocina, como un alma enpena y atravesé la estancia para salir de allí. Me temblaban las piernas perouna vez más él me había salvado, observé el carruaje. ¿Cómo iba a deshacerse deél? Me subí al caballo y emprendí la marcha de vuelta, esta vez ni siquiera fuirápido. La imagen de Thomas muerto no se borraba de mi cabeza, ¿cómo podría explicarque ya no volvería?, ¿Qué excusa le daría a mi padre? Lo único que si sabíaseguro era que no le diría nada sobre la ruptura, su desaparición se encargaríade eso. El problema era que se habían visto esa mañana

Macabra Tentación - 1.El Vínculo (¡¡subida de nuevo!! A la venta en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora