—Debo irme a casa.—Susurró Wonwoo levantándose con un cansancio notorio en su rostro. Al final resultó que el remedio hizo peor que la enfermedad.

Ahora prefería estar solo a que estar con alguien que alteraba sus nervios. 

—¿Por qué? Pensé que podríamos...

—Lo siento; tengo que hablar con un amigo sobre las costuras.—Tomó su abrigo y sin pensarlo dos veces salió de la oficina rápidamente.

Ni siquiera acordaron con una despedida. 

No quería hacerlo. No quería volver a ver sus ojos castaños de perrito abandonado. 

¿Por qué se sentía tan presionado luego de eso? 
Era absurdo. 

Con sus cosas ya sobre el hombro, y unas miradas expectantes del personal de trabajo; salió completamente avergonzado de la oficina. Mingyu salió detrás de él, sin importar que las miradas discretas seguían sobre ellos. No le importaba en lo más mínimo.

—No me hagas perseguirte otra vez por la lluvia.—Alzó un poco la voz, irónicamente.—Wonwoo, por favor. 

—¿Qué? No tengo nada que hablar contigo. Sigue con tu trabajo, yo seguiré con el mío en casa.

—¿Por qué haces las cosas más difíciles de lo que son? ¿Acaso no te gusto?—Rápidamente las acciones de Wonwoo se detuvieron. Se volteó hasta Mingyu para verlo, con los ojos afligidos y los labios temblando en indecisión. Su respiración estaba más agitada de lo que le gustaría, encontrarse con sus ojos no mejoró la situación.

—Me gustas mucho, ese es el problema.—Mingyu frunció sus labios en una amarga sensación de enojo o desesperación. 
Lamentablemente, el fotógrafo estaba demasiado ansioso por tener a Wonwoo; que algunas veces se salía de sus estribos para poder seguir a su lado, insistiendo.

Cuando Wonwoo no estaba listo ni para volver a amar nuevamente. 

Tiró de su mano nuevamente, entraron a la oficina con un portazo más fuerte que antes. 

Wonwoo no se molestó en argumentar nada, sólo subió el bolso de siempre sobre su hombro y abrió la boca para argumentar.

A cambio de salir palabras; labios calientes y suaves lo recibieron de una forma más inusual. Su asombro no duró mucho más; entre sus dedos tomó la cabellera castaña del fotógrafo, y enredó sus manos en ella, mientras Mingyu tomaba la delgada y maravillosa cintura del modelo amateur que se encontraba espalda contra la puerta de madera. 

El beso se tornó acalorado e intenso. Y así sin previo aviso, Mingyu tomó las piernas del más bajito que a duras penas podía mantenerse a la altura de puntitas. 

Apoyó su cuerpo no tan pesado contra la puerta, ignorando que esta misma producía un ruido de golpeteo con el cuerpo sobre él. Mingyu no pensó que se sentiría tan bien cargar su cuerpo con esa brusquedad; pero se sorprendió al sentirse tan bien. 

El pelinegro no se quejó, sino que aprovechó esta posición sobre el cuerpo de Mingyu de besar sus labios con brusquedad, tirando un poco su labio e intentando jugar con su lengua más tímida que nunca: Sólo parecía que Mingyu se estaba resistiendo a la dura tentación de la persona que tenía frente a sí. 

Cuando se separaron, sus ojos estaban atentos, con las pupilas dilatadas; mientras sus respiraciones estaban más agitadas de lo normal.

—¿Qué estamos haciendo?—Susurró Wonwoo asustado al notar que definitivamente.

Mingyu estaba tocando su trasero y muslos.

—Besándonos. ¿Acaso no te gustó?—Rió juguetonamente, mientras hacía un esfuerzo para dejar besos por su pecho y cuello. La presión de su cuerpo sobre el del más bajo; se sintió pesada pero no aplastadora. 

Ninguno parecía querer detenerse. 

—E-Eso ya lo sé, tarado.—Dijo Wonwoo entrecortadamente al notar que los besos pasaban hasta por encima de su ropa. Se sentía acalorado.

Al notar que no había caso con resistirse; cedió ante los deseos que aclamaba el fotógrafo unos centímetros más abajo suyo. Así fue como sus músculos se relajaron un poco; y un calor le recorrió toda la nuca y orejas; sólo para quedarse ahí en definitiva. Mingyu no quería detenerse; menos cuando podía disfrutar del aroma tan suave y gentil que tenía el modelo. Podía perderse entre el aroma tan agradable y los tramos de piel que buscaba cubrir con besos. Mordía su cuello sin permiso. Ninguno de los dos sabía si esto llevaría a algo más; pero no les importaba en estos momentos. Eran ellos los que ahora tenían que determinarse a hacer algo o no.

Nadie podría detenerles. 

—Mingyu... Min...—Susurró entrecortadamente, mientras su pecho se levantaba y bajaba con rapidez. ¿Acaso se sentía tan acalorado como para sentirse derretido en su agarre? 

Mingyu ignoró su llamado. 

Llevó el cuerpo del pelinegro sobre el sofá, recostándolo y subiendo sobre él determinado a seguir probando de Wonwoo en cuanto le permitiera despojarse de sus prendas. 

—¡Detente! Espera.—Wonwoo gritó agitado, ignorando que la presencia de personal afuera podían oír sus gritos desesperados. Mingyu se detuvo y pareciera como si volviese dentro de sí. Sus ojos se preocuparon por el pelinegro, quien tenía los ojos llorosos y el mentón temblando. 

¿Qué es lo que pasaba y por qué estaba así? 

La chaqueta que llevaba estaba abierta, su remera simplemente estaba levantada, dispuesta a ser sacada dentro de poco; y el botón de su pantalón oscuro de jean estaba desabrochado. 

¿Cuándo había hecho eso y por qué no se detuvo antes? 

—Lo siento, lo siento.—Mingyu notó el miedo en sus ojos. Sólo tomó sus mejillas y siseó un poco para calmar su próximo llanto. Su respiración estaba agitada; y no, no era por un beso.

Era por miedo. 

—Cállate.—Susurró Wonwoo negando.—No es tu culpa.—Negó mientras suspiraba pesado e intentaba regular su respiración. Arregló su ropa y miró discretamente a Mingyu.—Sólo... Sólo no estoy preparado para más pasos.

Ahí fue que Mingyu cayó en la realidad como si se hubiese tirado de un décimo quinto piso. 
¿Lo estaba forzando? 

—Lo siento muchísimo. ¿Estás mejor?—Preguntó Mingyu con suavidad. Había dejado salir sus impulsos y ahora debía sólo calmarse y abrazarlo.

—Estoy bien.—Negó Wonwoo mientras jugaba con las mangas de su remera. Por algún motivo su mirada parecía perdida.—Sólo... Iré a casa. 

—Te acompaño, ¿Sí? 

—Está bien.—Wonwoo asintió levantándose.—¿No tienes cosas que hacer aquí? 

—No, estaban llevando todo de vuelta.—Negó mientras tomaba la mano del pelinegro.—Lo siento mucho, en serio.

—Te perdono, sólo deja de... Disculparte. No fue tu culpa. 

Cuando el castaño notó la mirada perdida y los ojos sin brillo; sabía que algo sucedía en su cabeza.
Algo que él mismo no podía sacarlo.
Porque eran sólo los demonios de Wonwoo, que con el tiempo dejaría salir o reprimir a su antojo. Tarde o temprano, le contaría sus demonios uno por uno. Poco a poco irá liberando esos pesares. 

Poco a poco se renovaría.

Por ahora, sólo se conformaba con esperar y cuidar a su nuevo amante.

Amante... ¿No era eso Wonwoo? ¿Un amante? 

Le costaría ponerle nombre. 



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