* 𝚐 𝚛 𝚎 𝚔 𝚘 𝚟.

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no me funen por hacer tanto grekov xfaboh
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Se acomodó mejor en la hamaca de algodón que se encontraba en el porche de su casa, el sol anaranjado marcando el atardecer y dejando que los rayos de sol terminen chocando con su rostro, los mechones plateados brillando más de la cuenta y en su tez blanquecina resaltando la sonrisita relajada que tenía.

Sus ojos cerrados y manteniéndose en su aura calmada, sosegada tarde en la cual se hallaba y sin peligro alguno ya que Los Santos había quedado atrás hace un montón de tiempo. El pueblito en el que ahora ahora vivía era la mejor elección que habían tomado, lejos de todo conocido y viviendo la vida que habían deseado después de tanto, una vida normal.

Escuchó unos suaves pasos acercarse a su lugar, sonriendo de medio lado y abriendo solamente un ojo para observar al de barba que ahora le miraba desde la puerta principal de su hogar.

— ¿Por qué estaba llorando Soyla? — Preguntó en un tono bajo el peligris.

— La pequeña quería subirse al sofá para dormir la siesta... Pero como es tan bajita no lo alcanzaba y se desesperó, tuve que llegar yo como su salvador. — Explicó Greco con una sonrisa divertida, acercándose un poco a su prometido para ver si tenía un lugar en el cómodo asiento.

— La tienes muy mimada. — Negó suavemente, palmeando sus muslos separados para darle a entender al hombre que ahí tenía un lugar.

— Ambos, eh... A mi no me quieras dejar como el único que lo hace. — Fingió enojo pero de todos modos se acercó otro poco para hacerse de espacio entre las piernas del más alto y recostarse en su persona. Volkov sin problema alguno aguantaba su peso y al ser mucho más pequeño era de lo más fácil.

Suspiraron al unísono, las manos pálidas ahora sobre el estómago del castaño y uniendo estas con las morenas, el anillo dorado resaltando en el anular de cada uno y Greco, notando el detalle gracias a la luz del sol, jugueteó con este con una pequeña sonrisa.

— Te quiero... ¿Lo sabes, no? — Murmuró con cierto toque de vergüenza, después de tantos años le costaba creer que ahora se encontraba en esa situación. Siempre creyó que sería policía el resto de su vida y que era poco probable que terminara teniendo una familia propia ya que el CNP siempre lo fue, pero ahora estaba en el mejor de su vida.

— ¿Me quieres nada más? Que estafa, devuélveme el anillo. — Pronunció con ese acento ruso que nunca parecía desaparecer, haciendo reír al de extensa barba y recibiendo un codazo de su parte.

— No me seas bobo, si ya sabes que te amo aunque Mika y Soyla tienen el primer lugar en mi corazón.

Sus niñas estaban por encima de todo, sus pequeñas hijitas y las cuales protegería siempre de todo mal.

— Encima me insultas, no te mereces mis respetos. — El de iris celestes no tardó mucho en empezar a repartir algunos besitos por el lateral del rostro ajeno que tenía más cerca, provocando más risas en el contrario y haciendo que el moreno hiciera que los brazos blanquecinos lo rodearan más.

Adoraban tanto los momentos así, donde solamente se dedicaban a darse amor mutuamente ya que ese sentimiento les hizo falta tanto tiempo.

Quedaron en un breve silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos y tan cómodos con la presencia del otro... ¿Y cómo no? Ya hasta estaban comprometidos, no había vuestras atrás ya que a pesar de los años seguían perdidamente enamorados del otro.

Yo puedo ofrecerte una vida muy interesante...

Cantó en un susurro el más bajo y el peligrisáceo reconoció lo que decía en una canción que hace unos años le había dedicado el hombre, prefirió guardar silencio para seguir oyendo la fina melodía de la voz ajena en esas letras.

No es vida de rico, pero se pasa bien rico. Volvió a decir con un tono gracioso, carraspeando un poco para seguir con la letra que se sabía de memoria luego de las mil veces que había oído esa  canción.

Si en la casa no alcanza pal aire te pongo abanico... Yo no tengo pa' darte ni un peso pero puedo darte mil besos. Pa' sacarte yo tengo poquito pero es gratis bailar pegaíto'... Yo no tengo pa' abrirte champaña pero sí cervecita en la playa.

Paró el canto de golpe, siendo el de barba conmovido por una simple canción pop latina en la cual cargaba muchos recuerdos y entre ellos miles con la persona que ahora estaba comprometida.

Aunque... Aunque es poco lo que yo te ofrezco, con orgullo... Todo lo que tengo es tuyo.

Pronunció en un hilo de voz, girando en su lugar para poder tener de frente al ruso y con sus ojitos cafés brillando miró con una sonrisa a este, siendo su vista el rostro del ex-comisario en primer plano y pudiendo apreciar los rasgos tan bellos que tenía.

— Estás chiquito. — Dijo con diversión el de mechones grises y tomando con sus palmas el rostro ajeno, mirándolo con devoción ya que ese hombre era el pilar de su vida y por el seguía con vida, su futuro esposo.

Se besaron ahora bajo las estrellas resplandecientes que surcaban el cielo, habían pasado los últimos minutos de la tarde en darse amor por lo cual ahora tenían a la noche siendo testigo de la muestra de cariño y siendo abrazados por la luna.

Se tenían uno al otro, no necesitaban nada más en el mundo porque ahí estaban, sosteniéndose ya que dejaron de lado los prejuicios y se dieron la oportunidad de amar.

Sostuvieron sus rostros, mirándose con una promesa de eterno amor y la sonrisa de ternura en cada expresión, tuvieron sus bajos en todo este tiempo pero siempre terminaban sus tardes de la misma forma ;

Diciéndose te amo al oído.

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creo yo q está historia la voy a convertir solamente en grekov ya que los one-shot soN TODOS DE ELLOS AAAA pero es que me da la inspiración con esta otp preciosa.

además !! tengo pendiente la historia de ot3 pero este año termino todo el colegio y hacer una tesis no es fácil JALJAAJA cuando esté completamente libre empezaré con el ivalkonway o por otra otp poliamorosa de las mías.

en fin, grekov esposos.

•   𝒉𝒐𝒎𝒆𝒕𝒐𝒘𝒏   . Where stories live. Discover now