* 𝚐 𝚛 𝚎 𝚔 𝚘 𝚟.

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Había sido un largo día labural. Los Santos seguía siendo una ciudad de mala muerte donde el caos se encontraba por cada esquina donde pasabas pero las fiestas también estaban, podía escucharse la música retumbar en Plaza Central y mientras tanto la sirena de un Badulaque sonar, todo a la misma vez.

Por suerte, su turno había acabo, el Comisario Rodríguez se dirigía a la zona de vestuarios para cambiarse de una vez aunque tenía que recalcar lo bien que le quedaba el nuevo outfit que eligió, resaltaba cada parte suya.

Ese día se lo hubiera mostrado a cierta persona que apenas y le había dirigido la palabra. Desde que se puso entre un arma y un chaval que decidió proteger, el contrario se distanció y se dedicó a sólo hablarle lo necesario, sabía que la desconfianza ajena que tenía pruebas pero le molestaba el hecho que ni siquiera se dignara en decírselo a la cara. Eran amigos, eran, todo se derrumbó de un momento para otro por simples actos que de todos modos no se arrepentía, Lamar no merecía ir a perpetua, era demasiado joven para pasar toda su vida en barrotes pero no podía evitarlo más, las cosas ya estaban hechas y el era un simple comisario.

Espabiló cuando escucho la puerta abrirse y dar paso a cierto peligris que también iba saliendo de servicio, siguió con la mirada a este y no recibió nada a cambio, ese día se basó en él intentando entablar alguna que otra conversación con el ruso pero sólo escuchaba la estática que dejaba el silencio en la radio. ¿Acaso ya no merecía al menos una simple palabra suya? Estaba harto de aquella situación.

— Volkov, buenas noches. — Alzó el tono lo suficiente para que lo oyera, aunque ya sabía que lo único que oiría era el silencio.

— Buena noche. — Tan cortes, dijo el ruso.

— ¿Cómo le fue en el Código 3? Creo que yo comí suelo ya que mucho no me acuerdo, me cago en Dios. — Volvió a hablar a la par que dejó oír una pequeña risa. Trató de conversar un poco con él, esperaba que le siguiera el rollo.

El contrario apenas le dio una mirada con la que repasó de arriba a abajo al de la barba, cerrando de una vez su casillero y volteando a verlo de frente con los brazos, eso no pintaba bien.

— ¿Tiene algo que decirme, comisario Rodríguez? ¿Por qué no va al grano? Sé que tiene ganas de algo. — Escupió con saña, el de orbes marrones sin más lo imitó y cerró su taquilla, si quiere que las cosa sean así... Así será.

— ¿Sigue con la misma mierda del otro día? — Preguntó con la mirada fija en el contrario, le estaba empezando a cansar ese tema.

— Si con mierda se refiere a usted protegiendo a un puto criminal, claro, a esa mierda me refiero. — Soltó sin más de nuevo, el castaño tensó su mandíbula.

— Somos amigos, lo éramos, compañeros de trabajo y adultos, no podemos seguir con esto de está forma, Volkov, por favor... ¿En serio desconfía de mi? — Preguntó por último con un hilo de voz, no podía creer que en simples minutos había perdido muchas personas, en un segundo le arrebataron a Lamar, lo veía como su jodido hijo y se lo llevaron, Volkov se distanció de él y la malla en veces dudaba, murmuraba a costa suya.

El peligris dudó en contestar, después de días la calentura del momento había bajado y sentía de alguna forma como había tratado al contrario.

•   𝒉𝒐𝒎𝒆𝒕𝒐𝒘𝒏   . Where stories live. Discover now