Capítulo VII

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Se dirigieron a la salida o "la puerta hacia la libertad" —como su amiga la llamaba—. Shoko tenía una reunión familiar y no podía estar con ella ese día, así que la acompañó a la salida. Se despidieron y se encaminó a la biblioteca, queriendo aprovechar el tiempo libre que tenía antes de encontrarse con su hermana.

Como amante de los libros y la buena literatura, siendo su preferencia obras en donde la fantasía reinaba, lleno de seres imaginarios y cosas inimaginables, era algo que le cautivó y lo sigue haciendo.

Llegó a la estantería donde predominaban de ese tipo, escogió la última entrega de una autor muy querido por ella. No era muy conocido y, en un inicio, no entendía el porqué, pero estaba agradecida de que no haya dejado su labor, que por lo visto, era algo que amaba hacer. La pasión con la que escribía era muy notable, cada novela que hizo —desde su punto de vista— lo hacía evidente.

Saori había leído muchas novelas y obras de diversos autores, algunos reconocidos por su temática, otros por el autor que lo escribió y unos tantos por su antigüedad. En el caso de las primeras, algo que pasaba a menudo con los novelistas y escritores era que, debido al dinero y la fama, perdieron ese amor por el trabajo, decayendo con el tiempo. Algo muy decepcionante, sin duda.

Con eso en mente, se fue a un asiento a leer y luego de contemplarlo un momento, se convencía de que era mejor que el autor, a quien ella en el fondo admiraba, no se diera a conocer al mundo. El temor a que le suceda lo mismo...no era algo que le gustase. Ella conoció a muchos con un gran potencial, pero lamentablemente la fama se les subió a la cabeza y perdieron su verdadero incentivo. Sabiendo todo eso, esto estaba bien. No le importaba si nunca salían a relucir sus obras al mundo, aunque una pequeña parte —lectora y, obviamente, fanática— deseaba que la gente conociera el talento de esa persona. Si con la situación que vivía impedía que él fuera por ese camino, ella dejaría ese diminuto deseo de lado. Pero de igual forma, nunca dudaría en mostrar su apoyo al autor.

Esa maraña de pensamientos y sentimientos fueron interrumpidos por la presencia de una familiar sensación; se sentía observada. Levantó la vista del libro y se encontró con una mirada algo conocida.

«Al parecer, el nuevo también vino» soltó un bufido.

El chico al darse cuenta que notó su mirada, la bajó inmediatamente y continúo con su, aparentemente, concentrada lectura.

Saori permaneció unos segundos con una mirada inquisitiva fija en el contrario, esperando que en cualquier momento vuelva a encontrarse con la de ella, pero no lo hizo, probablemente sintió la suya. Dejó eso de lado y continúo con lo que tenía pendiente.

Varias veces percibió esa misma  sensación, aunque sutilmente, pero como no se vió impedida de leer, decidió ignorarlo. Así pasó el tiempo, hasta que llegó la hora de ir con su hermana.

♠[...]♠

Había muchas cosas que detestaba, pero entre las peores está no lograr que las cosas resultaran como ella deseaba.

No poder hacer algo tan sencillo como simplemente dejar en el olvido el estúpido sueño de esa mañana. Recordar el rostro de la mujer, la expresión en él y las palabras que le dijo, la sensación de familiaridad que sentía. No podía estar tranquila y eso la frustraba enormemente.

Muchas veces en los sueños que tenía cuando era más joven, veía gente desconocida. Gente con las que, con certeza, podía asegurar que no haber entablado siquiera una charla en su vida. Indagó sobre eso y descubrió que probablemente eran algunos remanentes de recuerdos de personas con las que alguna vez hizo contacto visual. Personas que su mente usaba para crear esos sueños. Gracias a la continuidad de estos, notó que sus rostros eran borrosos e inclusive, deformes. Tal vez por la falta de interés (por la constitución y detalles que caracterizaban estos) que había en ella al mirarlos. Con la ayuda del paso de los días y la escasa —casi nula— atención que les ponía, estos sueños fueron gradualmente disminuyendo y, seguidamente, desaparecieron.

Hasta ahora.

El detalle que había en esa cara era inquietante. Después de todos estos años sin tener que lidiar con absurdos e insignificantes sueños, estos volvieron a aparecer y con más fuerza. Llevaba cuatro días soñando con la misma mujer, misma situación, mismas palabras, misma expresión.

A lo largo de estos días, dedujo que probablemente era algo por lo que pasó en su niñez. Esa niñez que no recordaba.

Si se trataba sobre algo importante, lo descubrirá, hará todo lo posible por desaparecer esa inquietud en su ser, se tomaría el tiempo que sea necesario para satisfacer la perplejidad que sentía, pero por ahora tiene otras cosas a las cuales prestarle atención.

Ella había entrado en el auto en el que venía su hermana. Palas le indicó al conductor que se desviara un momento a alguna tienda para comprar helado, como era común desde que eran pequeñas, se le antojó de la nada.

Saori le dedicó una mirada molesta, en la que transmitía un evidente «¿Justo ahora?»

–Es que me gusta mucho –dijo, mostrando una sonrisa de disculpa.

Saori sabía muy bien que no mentía, pero le molestaba el hecho de que casi siempre lo hacía repentinamente. ¿Acaso no estaba consciente que al abuelo le disgustaba la tardanza? No era tanto el tema del tiempo el problema, sino lo que conlleva. El abuelo se preocupaba de que les suceda algo malo fuera de su vista y, por supuesto, no quería que eso suceda. Así que con un bufido de resignación, lo llamó.

–Buenas tardes, abuelo –esperó las palabras del otro lado y continúo–. Nos hemos desviado para comprar algo, por favor, espera unos minutos más –escuchó respuesta–. Sí, gracias y lamento la tardanza.

Llegaron a la tienda y, como ya estaba ahí, decidió también comprar uno. Regresaron al camino de un inicio y se marcharon a su hogar.

Al llegar, su abuelo ya se encontraba en el comedor, esperándolas con una pequeña, pero cariñosa sonrisa. Como siempre.

Almorzaron y conversaron sobre su día. Estando ya acostumbradas a tener que utilizar la menor cantidad de palabras posibles, fueron breves. No pueden quitarle tanto tiempo en cosas como esas; este tiene muchas responsabilidades. Aprovechaban al máximo ese tiempo y disfrutaban cada segundo. Aunque les gustaría que tuvieran más tiempo para ellos, no era posible, y lo sabían muy bien. Nunca se sintieron distanciados por esa rutina diaria y sus lazos como familia no se vieron impedidos, eran ellos y sólo ellos. Simplemente aceptaron esa vida, así es y estaba bien.

Luego de su momento de descanso, su abuelo las guió a su estudio. Diciendo que debido a un problema con un socio, él se ausentaría por un par de semanas. Llegaron a la habitación y procedió a darles detalles de la situación.

–Bien, el problema es que, debido a que el envío de nuestro producto se vió obstaculizado por razones que todavía se están investigando –estando sentado en el mueble, hizo movimientos con la mano indicándoles a que se sentaran–. Este contratiempo hizo que no llegara a su destino, ocasionando que nuestro socio, el dueño de una empresa que recién acaba de surgir, y quien los iba a recibir, está demandando de estafa. Tengo que solucionar esto y llegar a un acuerdo con él.

–Entiendo. ¿Nosotras que haremos mientras tanto? –dijo la menor. Sabía que no les estaría diciendo esto si no hubiera necesidad de incluirlas a la ecuación.

–Estarán a cargo de la empresa –soltó sin más.

–¿Ah? –dijo Saori, totalmente descolocada. Su hermana, estando igual de confundida, la siguió–¡¿Qué?!


Fin del 7° capítulo

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Hola, gente que no conozco. ¿Qué tal les va en la vida? En mi caso, todo bien, todo correcto.

Aquí les traigo un nuevo cap. ¿Qué les pareció? Espero les guste y lo hayan disfrutado. Y si fue así, I loviu ❤ a todos.

Le agradezco a mi amix Hinata-12 por la ayuda que me dio (te amo, hija de tu madre 😙❤).

Bendiciones 👼 a todos y se me cuidan.
Bye bye 🥰💖

Fue Un Accidente [PAUSADO]Where stories live. Discover now