Capítulo 8

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Ahora que había decidido hacer las cosas bien tenía un peso de menos sobre su espalda. Estar entre tanta miseria y encontrar a Meliodas de nuevo la hizo abrir los ojos; su sueño no podía cumpliese, pero tenía alguien importante, para el cuál todavía habían esperanzas.

Debía armarse de fuerzas para lo que había decidido, debía cerrar sus manos en puños y tener el valor suficiente para ello. En Britania ya no había lugar para los cobardes, y ella no era una.

Se dispuso a encararlo, él había sacrificado mucho por ella, y ahora era su turno.

...

—Ludociel —Lo llamó al verlo sentado en el jardín real.

El mencionado sonrió de medio lado consciente de que se trataba dd la joven princesa —¿Qué necesitas Elizabeth?

—Necesito hablar —Se posicionó delante de él con una mirada decidida, tenía demasiado que aclarar y mil dudas en su cabeza.

—Vienes a hablarme de la demonio de la que se enamoró Meliodas —Ni siquiera la miró.

—Si —Contestó firmeza, mas sus pies temblaron al ver como el rostro del arcángel se dibujó una sonrisa siniestra.

—No era una pregunta, eres demasiado predecible —Miró al cielo restándole importancia —Lamentablemente no tengo las respuestas que buscas, ya te lo dije, debes hablar con él, sólo Meliodas podrá contestarte, sólo él te contará la verdad que lleva ocultándote 3000 años.

—Sé que sabes algo —se mantuvo audaz —, puedo verlo.

Hubo unos minutos de silencio, en los que Ludociel se debatía mentalmente, no sabía si aquello que debía decir era correcto, mas la intensa y decidida mirada en la hija de la Deidad Suprema, lo hizo suspirar.

—Yo la conocí —se aventuró en sus recuerdos y el rostro sonriente de Aurora llegó a su cabeza —Ella era como un rayo de sol, brillaba tanto aún en ese campo de batalla, se veía como un sueño lejano; y por más que intentaras alcanzarlo, se escapa de tus manos.

—¿Eso que quiere decir? —alzó una ceja.

—Quiere decir que contra ella no puedes competir. A pesar de ser una demonio, a pesar de estar en nuestra contra yo también sentí que me enamorada un poco, ella es indescriptible, su peculiar brillo atrae las miradas de todos los seres de sexo masculino, y va más allá de su belleza física. Puedo entender porque Mael se enamoró, y puedo entender porque Meliodas cambió por ella, esa chica lo vale.

Elizabeth no tenía nada que decir, el tono nostálgico en la voz de su contrario, la fineza con la que empleó las palabras, la verdad latente y dolorosa que se podía distinguir en casa frase. Ella ya no tenía nada que hacer ahí, debía preguntarle al rubio en persona. Sentía como si la sombra de aquella demonio la opacara, como si comparada con ella no fuera nadie, y la aterraba el hecho de pensar, que ahora mismo Meliodas podía haberse reencontrado.

Reunió todo el valor que le quedaba para irse de ahí sin decir nada.

...

Zeldris se mantenía en la misma habitación, sentado en la cama, tenía ambas manos tomadas sobre sus pies, pensando en todo lo ocurrido. No era el hecho de que Aurora lo hubiera engañado, ahora mismo eso no era lo que le preocupada, él sabía desde un principio que ella amaba a Meliodas, y lo quedará él había representado tantos años, para ella sólo habían sido unas semanas, el sentimiento estaba latente y fuerte, y eso era lo que le preocupada.

Ella había sufrido demasiado, maldecía a su propio hermano una y otra vez. Estaba jugando a dos bandos, y lo destruía el hecho de pensar que su amada Aurora fuera sólo una opción.

Si pensamientos fueron interrumpidos por el leve tocar dd la puerta, tres golpecitos sonaron para después mostrarse a la dueña de sus pensamientos en el umbral.

—¿Puedo pasar? —Preguntó en un hilo de voz.

—Sabes que sí —No tardó nada en responder.

Segundos más tarde, Aurora se encontraban agachada frente al peli negro, quería tomar sus manos, pero sabía que no tenía derecho, así que se reprimió.

—Perdóname Zeldris —Susurró con dolor, la garganta le picaba y su pecho se encontraba sumergido en un mar de emociones encontradas.

—Yo sabía que aún lo amabas —justificó de forma tonta para tapar sus ojos con frustración. —Lo que no entiendo es ¿Por qué? ¿Por qué volviste a entregarte a él, dándole el derecho de destruirse nuevamente.

—No pude detenerlo, cuando mi corazón palpita fuerte ya no soy dueña de mis acciones, de verdad quería ponerle un freno, pero no pude, era tan felíz, pensé que después de tanto... —hizo una pausa cargada de agonía —después de tanto dolor, al fin podría ser felíz.

—Aurora, mi dulce Aurora —Sonrió, eso era tan característico en ella.

—Zeldris, ya no más, ya no te reprimas por mí, se muy bien tus sentimientos, pero ya no quiero que seas infeliz por mi causa —este era el momento, el momento que estuvo buscando durante mucho tiempo para abrirle los ojos a su prometido.

—Soy felíz —Contraatacó.

—No puedes ser felíz casándote con alguien a quien no amas —depósito una mano en su mejilla —Ah Zeldris, sé que crees que tienes una deuda conmigo, sé que crees que debes cumplir lo que tu hermano me prometió, pero no es así, tu corazón le pertenece a otra, al igual que el mío, y aunque nos gustaría poder amarnos mutuamente, sólo somos dos tontos que se ven como hermanos.

—Lo de Gelda fue hace mucho, lo tengo superado —mintió horriblemente.

—Se honesto contigo mismo y con tus sentimientos —le sonrió — Te prometo que encontraré un modo de que se reencuentren.

—No hables tonterías Aurora —se levantó de golpe para comenzar a caminar hacia la puerta —Gelda fue sellada, ella y yo ya no tenemos nada que ver.

Sentenció antes de salir dando un portón, dejándo así a la protagonista sola nuevamente. Era como un ogro que se negaba a aceptar lo claro.

—Me hubiera gustado enamorarme de tí —Se incorporó y llevó ambas manos a su espalda. —Me has dado tanto, y este es el momento de devolverte un poco.



















Palabras del autor:

¿Quién vota porque Aurora perdone a Meliodas?

¿Quién vota porque el rubio termine sufriendo?

¿Qué hará la prota por Zeldris?

Se acerca el final, para quienes ya han leído algunas de mis obras saben que soy fan del drama.

Comenta que tal te ha parecido.

Lean comiendo palomitas.

~Sora~

WʜɪsғᴜʟWhere stories live. Discover now