NUEVA VERSIÓN PUBLICÁNDOSE. INICIO 05 / ENERO / 2023
La primavera; es considerada como la estación del renacer de la vida y la alegría.
El verano; es vinculado a la diversión y alegría.
El otoño; significa madurez y no siempre es físicamente sino ta...
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Desde el primer día que conoció a James Wilde, el profesor del curso de arte, un mal presentimiento se instaló en ella. No sabía por qué ni a qué se debía, solo tenía la ligera impresión de que algo ocultaba, además de qué su atención siempre estaba en ella y en sus tres amigas.
Sabía que no era la única en sentirse de esa manera, era consciente de que Kristen, Elizabeth y Samantha también sospechaban de aquel profesor, sin embargo, éstas no dirían nada para no inquietar más a cada una.
Tal vez tuvieran razón, o simplemente estaban siendo paranoicas... La verdad, Amy ya no estaba segura de lo que pasaba.
—Señorita Amy —la voz del profesor logró sobresaltarla, tanto que se desorientó un poco—. Esta es la quinta vez que la llamo, ¿Se siente mal o simplemente mi clase no es lo suficiente atractiva para que preste atención? Porque si ese es el caso, puede abandonar el salón en el momento en que lo desee —la de cabellos bicolores se estremeció al darse cuenta de que el profesor estaba de verdad enfadado.
De soslayo, miró a sus amigas, quienes la miraban un tanto preocupadas.
Cuando estuvo a punto de abrir la boca para disculparse con el profesor, la voz de su prima la interrumpió.
—Profesor, mi prima se ha sentido un poco mal desde esta mañana, sin embargo, no ha querido retirarse porque en verdad le preocupan sus estudios, le pido por favor que no la regañe mucho... —dijo la de mirada rosada dirigiéndose al profesor, quien al parecer se relajó un poco al escuchar aquella explicación.
—Entiendo, pero si se siente mal puede ir a la enfermería, no es bueno que se sobre esfuerce, ¿Entiende? —Amy asintió y el profesor siguió dando la clase.
En un pequeño momento la de mirada azulada se giró hacia su prima y le susurró un agradecimiento, Kristen solo asintió con una pequeña sonrisa en sus labios.
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—Me has salvado, Kriss, en verdad, muchas gracias —dijo por tercera vez la de mitad cabellos castaños.
