"Beso"
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Jonathan despedía con una mano en alto a su padre, que se alejaba en la carroza, su semblante inconforme permanecía, se sentía incómodo. Dio estaba de pie a su lado, también despedía a George, pero con notable menos entusiasmo, estaba serio. Cuando el vehículo se perdió de vista, el primero en entrar al hogar fue el rubio, parecía cansado. El de orbes azules le siguió, pero tomó la dirección contraria una vez que estuvieron en la extensa sala principal. Brando se perdió en los pasillos y el de cabellera azulada fue directo a su habitación.
Sí se lo preguntaban directamente a Joestar, realmente no esperaba mucho por parte de su hermanastro, y aunque se sentía mal por siempre pensar tan pésimo sobre él, podría fácilmente catalogar aquella ausencia de su padre cómo la coartada perfecta para que Dio pudiese hacerle daño, de eso estaba seguro. Quizá no físicamente en su totalidad, pero sí que recibiría humillaciones constantes, o al menos así lo suponía, nunca se podía esperar algo bueno del rubio.
Negó, no podía seguir hundiéndose en su propia lástima, necesitaba mantenerse como siempre lo había echo: sonriente, amable, y feliz, como todo buen caballero. Fue así que decidió entonces tomar algunos libros de la estantería de su alcoba y matar el tiempo con algo ligero, hace mucho que no leía tranquilo...
—Hey, Jojo.—se escuchó la voz de Dio.
Y por eso, nunca digan la palabra "tranquilo" teniendo a Dio Brando cerca, él tiene un sexto sentido para descubrir cuando quieres relajarte y arruinarte todo.
—¿Sucede algo Dio?—inquirió Jonathan, cómo siempre, con una dulce y gentil voz. Su naturaleza amable nunca le abandonaba, era educado hasta con ese rubio que no merecía su empatía.
—¿Qué lees?—inquirió con desinterés el de orbes carmesí, acercándose a la cama en dónde Jonathan reposaba, tomando asiento a su lado.
—Un poco d-...—.
—Olvídalo, no me interesa.—cortó Brando, confundiendo a su hermanastro por su contradictorio actuar. El peliazul le miró con el entrecejo fruncido.
—¿Entonces para qué vienes?—cuestionó Joestar, sin querer, con un tono molesto y ligeramente elevado que se le salió sin pensar.
Dio lo miró seria y fijamente, y ante esto, el de irises celestes se ruborizó, dándose cuenta de su grosero comportamiento; se sintió apenado, por lo que se encogió en su lugar, enterrando la cabeza entre sus hombros, no le gustaba alzar la voz, al menos no con ese tono.
—Muy valiente de tu parte.—comentó Brando, sonriendo prepotente, ciertamente le gustaba hacer enfadar a Jonathan, tanto como le gustaba verlo triste o desesperado.
—Deberías irte, y ordenar a las criadas que preparen la cena, ya es tarde.—esquivó Joestar, esta vez con un tono firme y no hastiado.
—¿Me estás dando órdenes?—inquirió un fastidiado Dio, inclinándose para quedar cerca del de cabellos azulados. Sus caras ahora estaban cerca.
—Es una sugerencia.—aclaró el moreno, desviando el rostro, la cercanía le incomodaba. El blondo sonrió, y con atrevimiento empujó por el pecho a su hermanastro hasta dejarle recostado de forma brusca sobre el mullido colchón.
—¿Qué te gustaría cenar?—inquirió desinteresadamente Brando, total, pidiese lo que pidiese, él ordenaría algo distinto.
—Eh...lo que sea, está bien.—respondió rápidamente Jonathan, sentía que el aire se le escapaba por las súbitas acciones del de piel pálida; una tras otra.
—Bien.—y sin más, Dio abandonó la habitación, para el alivio de Jojo.
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Sin orden, como siempre: Jonathan Joestar comía sin orden alguno, no obstante, nadie podía negar que se veía tremendamente tierno con las mejillas manchadas de granos de nueces de la ensalada y condimento del filete que degustaba, acompañado con esos hermosos orbes azules que brillaban con aprobación ante el buen sabor de la comida.
Ni siquiera Dio podía negar eso.
El peliazul no daba ni importancia a los orbes carmesí que le miraban con molestia, tampoco a las mejillas pálidas que ahora tenían un leve rubor. Gustaba demasiado de disfrutar la comida y no era mucho de ponerse a pensar en otras cosas al hacerlo como limpiarse con la servilleta o mirar a su alrededor.
—Usa la servilleta, maldición.—reprendió el rubio, no porqué le resultara desagradable y asquerosa la forma de comer del contrario -qué viniendo de otra persona lo haría pero su hermanastro tenía una forma especial de hacerlo-, sino porque terminaría muriendo de azúcar sí seguía presenciando tal escena.
El moreno emitió un sonido de queja, su padre le repetía lo mismo siempre y aunque lo quería demasiado, esperaba no tener que sufrir eso en su ausencia, pero al parecer Dio era igual o peor de estricto. De acuerdo, era cierto que quería ser un buen caballero, pero la buena comida le podía y apenas tenía catorce años.
—Diablos.—refunfuñó Brando, y levantándose de su asiento, se dirigió con firmeza hacia su "hermano".
El primer reflejo del de cabellos azulados fue ponerse alerta, pero cuando el rostro del rubio apareció a milímetros de su cara en un rápido movimiento, su estabilidad cayó por los suelos.
Esto no mejoró en lo absoluto.
No cuando entendió -y llegó a su cerebro- qué Dio retiraba con su propia boca las pequeñas manchitas y trozos de nuez en sus comisuras y parte de sus mejillas. Sí nombramos los próximos eventos en orden, sucedieron así: Jonathan enrojeció como un tomate, tembló, chilló demasiado agudo para su vergüenza, y cuando quiso empujar a su hermanastro y retirarse con honor corriendo y escapando avergonzado hasta su alcoba, los labios de Brando ya estaban sobre los suyos probando y arrasando con fervor.
A Dio no le importó nada en ese momento, sólo le importó que la boca de su ahora familiar sabía a pura gloria; que era cálida, húmeda y hacía cosquillas agradables a su propia lengua cuando pudo colarla dentro.
—D-Dio.—jadeó Jonathan mirando perplejo a quién consideraba su hermano y rival una vez se separaron.
No dijo más, se levantó, y ejecutó la mejor huida de su vida hacia su habitación. Una vez estuvo fuera del rango visual del par de rubíes que poseía el rubio, éste mismo chistó la lengua.
—Ya se le pasará.—y con simpleza volvió a retomar su cena.
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Listo! Segundo día, ando muy metida en los JoJos y me llegó la inspiración sólo por que sí -algo raro ya que ni mis otras obras he podido actualizar-. En fin, espero les haya gustado este capítulo, nos vemos en el próximo, tengan linda noche -o día-. ♥︎♣︎
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【30 D a y s O t p】 «JonaDio»
Fanfiction-¡Pero papá! ¡No puedes dejarme sólo con Dio!-replicó Jonathan, mientras el joven rubio lo miraba con desagrado. George ignoró a ambos. «30 Días con la Otp: JonaDio» •Advertencia: Contenido sexual explícito• •Género BoysLove, lee bajo tu responsabil...
