Cuándo su hermano Guille le llamó para decirle que Renata su esposa, acababa de dar a luz a una bella niña. Ella no lo pensó dos veces y tomó el primer vuelo que encontró disponible. Guille además de ser su hermano, era su mejor amigo y confidente. Desde que murió su mamá cuándo apenas eran unos niños, su hermano y ella se volvieron inseparables. Él era apenas 3 años mayor pero la cuidaba y protegía de cualquiera que quisiera hacerle daño. Su hermana Eva era una adolescente en ese entonces, su carácter siempre fue fuerte pero desde que su madre falleció se volvió fría y controladora. Ella amaba a su hermana pero no había esa confianza de contarse todo como lo hacía con Guille. Su padre se había sumergido en el trabajo, esa fue su manera de lidiar con la muerte de su mamá y lo veían muy poco. Crecieron prácticamente solos, si no fuese por su nana Silvina que llevaba trabajando en su casa desde antes que ellos nacieran, su infancia hubiese sido muy solitaria.

Ahora estaba en camino a conocer a la nueva integrante de la familia, estaba tan feliz por su hermano. Moría por cargar en sus brazos a su pequeña sobrina y felicitar a los nuevos padres.

Pero no sólo eso la tenía tan contenta y algo tenía que ver su acompañante en el asiento de al lado. Sentía en su pecho una calidez que no disminuía desde el momento que sus manos se tocaron. Algo había cambiado y no sabía que era. Era un sentimiento nuevo para ella como si su toque le hubiera parecido conocido, aún sentía en su piel ese cosquilleo.

La miró de reojo, estaba muy enfocada leyendo, le pareció tan tierna como fruncía el ceño. Parecía muy concentrada.

—«Debe ser muy interesante eso que lee» pensaba mientras la miraba disimuladamente.

Cada una siguió en lo suyo hasta que la azafata llegó a preguntarles si deseaban algo de beber o comer. Al parecer ambas chicas habían perdido el apetito y solo pidieron una bebida.

Juliana dejó su libro a un lado mientras recibía su café. Valentina sintió curiosidad por saber que era lo que leía con tanta atención la pelinegra y miró disimuladamente.
"Mujeres que corren con los lobos" — «interesante título» — Pensó. Mientras le daba un trago a su bebida.

Juliana no pudo evitar mirar a Valentina cuándo esta también había puesto sus ojos en ella... se sonrieron con timidez.

Valentina quería... no... necesitaba saber un poco más de esa chica y se decidió a romper el silencio.

— Viajas a México por placer o negocios Juliana?— preguntó mientras tomaba de su bebida pero sin quitarle la vista de encima.
A Juliana nunca le había parecido tan lindo su nombre como al oírlo de los labios de esa mujer. Se giró un poco para mírala mejor mientras llevaba la taza de café a su boca.

—Creo que ambos.

La castaña frunció el ceño y Juliana sonrió ante ese gesto que le pareció tan cute.

—Voy a visitar a mi madre, hace tiempo que no regreso a México y decidí que ya era hora. También aprovecharé para ver algunos negocios— le dijo sin apartar la mirada de la castaña.

—Y tú, Valentina?

—Yo... en realidad no tenía planeado este viaje, mi hermano y su esposa acaban de ser padres por primera vez y voy a conocer a mi sobrina— Le dijo con una sonrisa amplia, se podía ver el brillo en su ojos al hablar de la pequeña.

La conversación empezó de esa manera y siguió de lo más natural, cualquier tema les parecía interesante, se sentían tan bien. La risa de Valentina se estaba convirtiendo en el sonido favorito de Juliana. No podía evitarlo.

—Sabes? Me encanta tu outfit— le dijo muy animada Valentina. — Es muy chic, me tienes que decir dónde lo consigo.

—Gracias— bajó la mirada hacía su ropa, un poco apenada— pero no creo que lo encuentres en ningún lado... yo lo diseñé y lo hice sólo para mi— Le dijo.
A pesar que ya era muy reconocida no le gustaba hablar sobre ella. Y se puso un tanto nerviosa.

DestinoWhere stories live. Discover now