—Lo dices porque quieres que te de un beso de despedida.

—Lo digo porque todavía quieres besarme, aunque no me ames.

—Quizás una parte de estar juntas fue aprender a decir adiós...—Le dijo Lapis.

Cuando Jaspe intento acariciar la mejilla de Lapis, algo se alargó desde la oscuridad bajo sus pies y sujeto su mano, no era un grillete, sino una especie de garra gelatinosa, nacida de la misma oscuridad, antes de que Lapis pudiera evitarlo, varias de estas formas empezaron a emerger de la pulcra e inmóvil superficie, arrastrándose hacia ellas como engendros, nacidos de la maldad de Malachite, que no planeaba ceder el control por las buenas.

"Lo sabe"—Pensó Jaspe, presa del pánico, mientras las garras sujetaban sus piernas y se sumergían con violencia en la oscuridad, sujetándola y sumergiéndola lentamente. —"Para ella es lo mismo que morir, y se aferrara a nosotras aun si debe destruirnos para existir por sí misma".

Lapis consiguió apenas formar una burbuja de agua cuando las manos negras sujetaron sus muñecas y su cuello, arrojándola con violencia al suelo mientras sus piernas se sumergían primero en la oscuridad, intentando mantenerse su cabeza fuera de aquella sustancia oscura como el alquitrán, solo pudo distinguir a Jaspe, una de sus manos todavía se debatía en la superficie.

Malachite sostenía con una sonrisa una lanza de hielo, de la cual exhalaban torrecillas de vapor gélido y blanco, con un estremecimiento , su rostro pareció doblarse hacia los costados, como una hoja de papel y la lanza estallo en sus manos, sobresaltándola, mientras observaba asustada como los dedos de sus puños se desdibujaban, fusionándose unos con otros y en ocasiones regresando a la normalidad, la misteriosa metamorfosis de su cuerpo constituido la asusto lo suficiente para que el cuarzo corrupto sujetara su rostro con sus garras, empujándola y apartándola de si lo suficiente para patear varias veces su pecho, provocando pequeños estruendos.

El suelo alrededor de ambos cuerpos titánicos empezó a cubrirse de una gruesa capa de escarcha, mientras la gema chillaba de dolor al sentir que su espalda era atravesada por los diminutos picos de hielo.

La gema volvió a reír cuando percibió su cabello desintegrándose, volando a su alrededor como hebras resecas y desapareciendo, un efecto que era igual que sus manos, las cuales empezaron a resquebrajarse.

—Que gracioso. El amor...es un veneno realmente corrosivo ¿No es verdad?—La gema corrupta gruño cuando, ayudándose de sus últimas fuerzas, la sujeto al suelo con grilletes de hielo. —"Amar o no ser amado..." me parece un chiste tan...

Todavía reía cuando su cuerpo se desdibujo una vez más, mientras sus gemas brillaban con intensidad, una vez que desapareció, solo eso quedo de ella.

— ¿Jaspe?—Lapis intento alzar su mano y se dio cuenta que no estaba contenida en aquella sustancia cruda y mugrosa como el aceite, sino que era libre, aunque solo podía distinguir la oscuridad a su alrededor, no llevaba ninguna prenda encima, y no era capaz de distinguir su cuerpo, lo cual confería a ella la aterradora convicción de que ya no poseía forma física, que finalmente, Malachite había logrado su cometida y seria prisionera una vez más, sin cuerpo.

Grito y retrocedió al ver a aquella criatura a sus espaldas, no podía diferenciarla del estanque donde parecía estar sentada, lagrimas gruesas bajaban de sus ojos a modo de ríos, y su ropa parecía desdibujarse por momentos, mientras el agua a su alrededor se agitaba, nerviosa. Y de este estanque furioso no podía diferenciar a aquella criatura extraña y a la vez familiar, que no parecía notar su presencia.

En su espalda tenía una gema rota, con la forma de una lagrima.

Aunque la dimensión no tenía un espacio real, pudo ver al otro lado, o más bien, muy a lo lejos, un brillo anaranjado que recordaba a una pequeña estrella, y sin idea de cómo camino hasta ahí, aproximándose con un paso lento y vacilante hacia la forma de luz que de ahí emergía.

Era Jaspe, aunque solo pudiera distinguir si silueta, formando aquella luz extraña, al acariciar su gema esta se materializo frente a ella, Jaspe observaba con los ojos desorbitados por el miedo a una silueta más sinuosa y agresiva, medio agazapada en las sombras, era una bestia, una criatura enorme de piel anaranjada, surcada de picos azules y en ocasiones moteados de verde, con una gruesa melena de la cual emergían dos cuernos retorcidos.

—Jaspe...—Lapis entrelazo los dedos con los suyos y tomo con delicadeza su rostro para que la mirase. —Debemos salir de aquí.

Cuarzo Rutilado se incorporó, apartándose mientras el hielo se quebraba sobre su cuerpo, demasiado adolorida para continuar luchando, mientras aquellas nubes claras se elevaban desde el suelo, al intentar levantarse sus puños resbalaron en el hielo y clavo sus garras en la tierra, levantándose apenas.

La silueta de aquella gema naranja a la que se había enfrentado en el pasado venia caminando hacia ella, y se detuvo solo a unos pasos, como si no temiera ser herida, y acerco una de sus manos a ella, acariciando su frente, y la gema se dejó caer en el suelo, respirando con dificultad, abrumada por un profundo sueño.

—Lo siento—Murmuro la gema con lágrimas en sus ojos. —Lo siento mucho...

Alzo una de sus garras hacia su rostro, acariciando su frente con su pulgar afilado, mientras sus patas se desvanecían y su cuerpo se deshacía en hebras de luz, perdiendo lentamente su forma física.

—Oye, compórtate, somos chicas rudas ¿Recuerdas?—Le dijo la gema tomando su enorme dedo.

Aunque pudo distinguir la forma vaga de un cuerpo femenino, una vez que el brillo se atenuó solo atrapo su gema, aquel cubo cristalino y desgastado.

—Supongo que así se juega a los chicos buenos. —Murmuro.

Ayudo a incorporarse a su compañera, que se recostó contra su hombro antes de levantarse, Lapis observo la gema en su mano aunque Jaspe retrocedió cuando intento tomarla, mientras lustraba la superficie transparente con su dedo.

—No lo entiendo ¿Por qué esa gema...?

—Su compañera—Explico Jaspe. —Todo este tiempo la gema quería encontrar a su pareja, ella debió quedar atrapada aquí, cantando, esperando a que ella volviera. De algún modo, ella no perdió la esperanza, aunque debieron ser miles de años, estuvo aquí, solo esperando.

— ¡Lapis!

Ambas se sobresaltaron al ver a Steven y a Peridot cerca de ellas, sonriéndoles.

— ¿Qué haces? Ve con ella. —Le animo Jaspe.

Lapis dejó de sonreír y la miro, impresionada.

—Yo...

— ¡Ugh! No quiero hablar más sobre mis sentimientos. —Gruño la gema, empujándola para que empezara a correr en dirección a ambos, rodeándolos con sus brazos.

Noto una mano en el hombro y al girarse de medio lado vio a Garnet, quien le sonreía.

—Buen trabajo, "magical girl". —Le dijo, y Jaspe se apresuró a cubrir su cuernos con su flequillo revuelto.

La gema gruño mientras le entregaba la gema y Garnet la encapsulaba antes de hacerla desaparecer.

—No te acostumbres a decirme así, niña del futuro. —Le advirtió.

— ¿No iras con los demás?—Amatista y Perla se habían unido al grupo y estaban contándole a Steven como se había sentido estar fusionadas, mientras Lapis y Perlas las observaban con interés, los ojos del chico se encontraron con los Jaspe y este les sonrió.

Jaspe torció el gesto, mientras sus cejas bajaban, Garnet se apresuró a pellizcarle la mejilla y se apartó cuando intentó golpearla.

— ¡Esta bien! Iremos por pasos pequeños.

—Solo...promete que cuidaran de ellas, de esas gemas corruptas, de todas ellas. —Le dijo Jaspe mientras se retiraba.

—Oye, Jaspe—Garnet materializo sus lentes. —Lo haremos, todos nosotros lo haremos.

La gema asintió, Garnet regreso con sus compañeras, quienes la abrazaron. Steven observo a Jaspe por debajo del brazo de su amiga, y aunque la gema se alejaba con los destellos del amanecer iluminando sus rodillas y su pecho, se giró, y mientras el chico se cubría del exceso de luz con el brazo, le pareció distinguir que les sonreía.

La táctica barataWhere stories live. Discover now