Capítulo 5: Nubes grises en el paisaje.

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El auto de Oscar se quedó estático en donde estaba cuando soltó el control negro.

—¡Tramposo! —le propinó un empujón en el brazo y este detuvo el auto en el juego.

—Tú empezaste primero —exclamó Jonathan y le regresó el empujón pero con demasiada fuerza logrando tirarlo completamente al suelo.

—¡Idiota! —Dijo Oz y se incorporó enfurruñado, derribando a su novio. Una vez Jonathan cayó, aferró sus brazos al suelo, se subió en él y lo besó. Este era un beso que se había estado guardando por varios días, desde el incidente en la paya, voraz e insistente entre los labios del otro.

En alguna parte del cerebro de Oscar, recordó que su padre llegaría hasta las seis porque había tomado un turno extra el sábado. Entonces, feliz del hecho de que tuvieran tres horas más para ellos, se volvió a concentrar en Jonathan, que se debatía por librarse de su agarre sobre sus manos que mantenía a cada lado mientras lo besaba. No era que Jonathan quisiera parar, sino que quería tener sus manos libres para aferrar el cabello rubio de Oscar.

Cada vez que estaba a punto de liberar sus brazos, Oscar lo estrellaba nuevamente en el suelo, y lo seguía besando. Sus pulmones se quedaban sin aire cada poco tiempo lo que los obligaba a parar pero rápidamente regresaban. Luego de un momento Oscar retiró los brazos que sujetaban de su novio, entonces Jonathan, libre y encendido, lo atrajo a él, lo agarró del cuello y comenzó a besarlo allí.

Mientras se besaban, Oscar luchaba por llegar a la cama pero lo más cerca que llegaron fue justo a un lado. Allí tirados continuaron. Ensimismado en el fuerte latido de sus corazones contra el pecho de cada uno, Jonathan no notó el momento en que Oscar comenzó a desabrochar los botones de su camisa azul, y tampoco opuso resistencia cuando lo incorporó para sacársela del cuerpo. Oscar se maravilló del cuerpo de Jonathan, de su torso delgado, y lo recorrió desde arriba abajo, trazando con sus dedos los canales donde apenas se marcaban los músculos. Cada toque era un temblor en la piel del otro. Se inclinó y comenzó a besar su hombro desnudo, Jonathan cerró los ojos disfrutando de los bruscos besos de Oscar sobre su piel.

Sus pieles estaban tan acalenturadas que comenzaban a sudar. Oscar desocupó sus manos y se quitó la camiseta de un solo movimiento de hombros, Jonathan sonrió complacido al ver el cuerpo blanco lechoso del otro y lo tocó, con una mano temblorosa, por todas partes, encantado y asustado de estar juntos de esa manera.

En ese momento cambiaron de lugar, Oscar se desplazó debajo del cuerpo de su novio para que pudiera tocarlo como lo había hecho él hacía unos segundos. Mientras Jonathan estaba perdido en eso, él deshizo su cinturón y deslizó suavemente sus dedos por el borde de la ropa interior de Jonathan…

Pero este al sentirlo se levantó del suelo con los reflejos de un gato y se alejó unos pasos hasta llegar a la esquina del cuarto, en donde se dejó caer bruscamente con la cabeza oculta entre las rodillas. Sintiendo un pánico escénico que nunca tuvo en su vida. Sintiéndose terrible por no poder continuar.

—Lo siento—se disculpó Jonathan. Su voz era entrecortada y lastimera, pero no miró a Oscar, seguía con la cabeza entre las rodillas—¡Soy un maldito maricón…Tuve miedo…No pude…Soy un miedoso…en toda la extensión de la maldita palabra! —con cada palabra se estrellaba la cabeza en sus rodillas.

Al escuchar todo aquello, el aturdimiento de Oscar, que seguía en el suelo, fue sustituido por algo más, un sentimiento más poderoso. La voz de Jonathan denotaba que había estallado en llanto.

—Jony, Jonathan…—le puso una mano en el hombro pero este se la derribó con brusquedad—. No me detuve porque creí que querías que…

—¡Déjame! —le gritó y levantó su acalenturado rostro surcado en lágrimas—¡No lo intentes arreglar! ¡Yo sé que fue mi culpa, no pude continuar…!

Solo AmorWhere stories live. Discover now