4.Draco se larga

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No salí de los límites del jardín de La Madriguera durante varias semanas. Pasaba gran parte del día jugando al quidditch, dos contra dos, en el huerto de árboles frutales de los Weasley (Hermione y yo contra Ron y Ginny, Harry era demasiado bueno para formar equipo conmigo, pero algunas veces los dos formábamos equipos y siempre le ganábamos a los otros y otras veces éramos contra y siempre estábamos parejos; Hermione era malísima y Ginny bastante buena, así que los dos equipos quedábamos razonablemente igualados).

El callejón Diagon había cambiado: los llamativos y destellantes escaparates donde se exhibían libros de hechizos, ingredientes para pociones y calderos, ahora quedaban ocultos detrás de los enormes carteles de color morado del Ministerio de Magia que había pegados en los cristales (en su mayoría, copias ampliadas de los consejos de seguridad detallados en los folletos que el ministerio había distribuido en verano). Algunos carteles tenían fotografías animadas en blanco y negro de mortífagos que andaban sueltos: Bellatrix Lestrange, por ejemplo.

Señora Weasley:Me parece que lo mejor sería ir primero a Madame Malkin; Hermione quiere una túnica de gala nueva y Ron enseña demasiado los tobillos con la del uniforme. Y ustedes también necesitarán una nueva porque han crecido mucho-nos apuntó a Harry y a mi-Vamos, por aquí...

Señor Weasley:Molly, no tiene sentido que vayamos todos a Madame Malkin. ¿Por qué no dejas que Hagrid los acompañe a ellos cuatro y nosotros vamos con Ginny a Flourish y Blotts a comprarles los libros de texto?

Señora Weasley:No sé, no sé-respondió ella, angustiada; era evidente que se debatía entre el deseo de terminar las compras deprisa y el de mantener unido el grupo-.Hagrid, ¿crees que...?

Hagrid:No sufras, Molly, conmigo no va a pasarles nada.

La señora Weasley no parecía muy convencida, pero permitió que nos separáramos y salió presurosa hacia Flourish y Blotts con su marido y Ginny, mientras que yo, Harry, Ron, Hermione y Hagrid nos dirigimos hacia el establecimiento de Madame Malkin.

Advertí que muchas de las personas con que nos cruzábamos tenían la misma expresión atemorizada que la señora Weasley, y ninguna de ellas se detenía a hablar; los compradores permanecían juntos formando grupos muy unidos y no se distraían.

Tampoco había nadie que hiciera las compras solo.

Hagrid:No sé si vamos a caber todos ahí dentro-observó Hagrid tras detenerse delante de la tienda de Madame Malkin y mirar por el escaparate-. Si les parece bien, me quedaré vigilando aquí.

Así que los cuatro entramos en la pequeña tienda. A primera vista parecía vacía, pero tan pronto la puerta se hubo cerrado tras nuestro, oímos una voz conocida detrás de un perchero de túnicas de gala con lentejuelas azules y verdes.

??:...ningún niño, por si no te habías dado cuenta, madre. Soy perfectamente capaz de hacer las compras por mi cuenta.

Luego una voz que identifiqué como la de Madame Malkin dijo:

Madame:Mira, querido, tu madre tiene razón; en los tiempos que corren no es conveniente pasear solo por ahí, no tiene nada que ver con la edad...

??:¡Quiere hacer el favor de mirar dónde clava el alfiler!

Un adolescente pálido, de facciones afiladas y cabello rubio platino, salió de detrás del perchero. Llevaba puesta una elegante túnica verde oscuro. Dio un par de zancadas, se colocó ante el espejo y se miró; tardó unos instantes en ver a Harry, a mi, Hermione y a Ron reflejados detrás de él, y entonces entrecerró sus ojos grises.

Malfoy:Si te preguntas por qué huele mal, madre, es que acaba de entrar una sangre sucia.

Madame:¡No hay ninguna necesidad de emplear ese lenguaje!.-dijo saliendo de detrás del perchero a toda prisa, con una cinta métrica y una varita en las manos-. ¡Y tampoco quiero ver varitas en mi tienda!-se apresuró a añadir, pues al mirar hacia la puerta me vio a mi y a Harry con las varitas apuntando a Malfoy.

La hermana de Harry Potter 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora