Y aún así, aceptó.

Sentía la constante mirada de Dib, y claro que la sentía algo incómoda, pero, más haya de eso, halagadora, como cuando te vistes bien y sabes que todos te ven, pensando en lo bien que luces.

A Zim le fascinaba aquella atención, en la hora del almuerzo se sentó una mesa adelante del humano a propósito, incluso cuando había personas ahí, de todas formas, sabía que se irían, y sabía que Dib captaría su indirecta.

En una ocasión lo miró de reojo, emanando vibras seductoras, y claramente vio como el de lentes se sonrojó, e inclusive mordió su labio inferior, sonriendo de nervios.

. . .

— Explícame de una vez cómo son los "juegos" — Pidió al caminar Zim, estaba a lado de Dib, que lo guiaba a su casa a pesar de que el contrario ya la hubiese asistido en ocasiones pasadas.

— Son variables Zim, y sólo se explican bien en la práctica. — Sostuvo apacible, el de piel verde emitió un quejido leve, un poco harto de tanto misterio — No te preocupes Zim, no te haré perder tu tiempo. — Avisó tranquilizando un poco al más bajo, aunque de todas formas no tenía mucho qué hacer — Mi padre hace unos días salió. . . a causa de su trabajo — Mencionó en un tono algo decaído — Y Gaz no sale de su cuarto, tendremos toda la casa para poder jugar a gusto.

— Bien. . .

Después de pocos minutos llegaron al hogar del Membrana.

— Vamos, pasa —

El Irken obedeció y atravesó la sala penoso, solamente había pisado aquel suelo unas tres veces, e irónicamente tener privacidad con él hacía el ambiente más pesado.

— Y. . . ¿cómo inician los. . . — Tragó saliva, por alguna razón su garganta casi ni le permitía hablar — juegos?

Dib apagó la luz de la sala de pronto, que en realidad era la única que se encontraba encendida.

— Así

Zim hacía lo posible por ubicarlo, su abrigo y cabello negro realmente no ayudaban.

Sintió como su espacio personal era invadido, y su cuerpo se presionaba contra el del contrario, al mismo tiempo, éste le cubría la boca con delicadeza

— Lo siento Zim, te mentí, estamos completamente solos, Gaz siempre va al arcade después de la escuela y permanece ahí unas horas. — Se acercó hasta donde el contrario tendría que tener oídos, que irónicamente, funcionó como se debería, puesto que le comenzó a susurrar y éste escuchaba con resonancia — Por favor déjame enseñarte a jugar, sin este disfraz. — Sentía como las yemas contrarias retiraban su peluca y acariciaban sutilmente sus antenas, aquella parte tan sensible suya, que le hacía flaquear y caer rendido ante él. — Zim. . . ¿te he dicho que tus ojos me encantan? — En la plenitud de la oscuridad, el Irken reconoció la respiración contraria cerca de sí, de su rostro, como tan seductoramente, le besaba con delicadeza, como comenzaba un vaivén con sus labios que lo hacían desmayarse y soñar, pero a la vez, algo lo despertaba y le clamaba alejarlo inmediatamente. Ya sabemos que impulso era más fuerte como para vencer.

El de abrigo se separó y prendió la luz, con la respiración lenta, pero visiblemente agitada.

— Ja. . . Pensé que ya te los habías quitado — Acarició su mejilla alta, cerca de sus ojos, refiriéndose a lo que los cubría, Zim bajó la mirada, no apenado, sino como excusándose, como si cualquier reclamo tuviera que pasar por alto con él. — Está bien. — El de antenas sonrió como un niño mimado. — Bien Zim, así está este juego, será las escondidas, tú te escondes, yo te busco, pero, para hacerlo más divertido. . . — Bajó el interruptor — A oscuras

T͜͡w͜͡e͜͡n͜͡t͜͡y͜͡ S͜͡o͜͡n͜͡g͜͡s͜͡-s͜͡h͜͡o͜͡t͜͡s͜͡  ❣︎Where stories live. Discover now