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6:12 a.m.

Me he pasado toda la semana tratando de averiguar cómo es que se estamos perdiendo el terreno en Bronx. Es como si la maldita policía nos estuviera esperando en el lugar de cada entrega.
Suspiro mientras dejo caer todo mi peso en el respaldo de la silla en donde me encuentro.
Paso mis manos sobre mi rostro para después volver a tomar papeleo entre mis manos.
Ya he pasado por registros de entregas realizadas los últimos tres meses y evaluando clientes que despachemos en Bronx. Ninguno está bajo invitación.
Me levanto de mi asiento y salgo de la oficina en busca de café.

–¿que haces aquí tan temprano? –la voz de Gaz entra a mi rango de audición– no me avisaron que vendrías.

–no te avisaron porque no me fui. –Gaz me mira con asombro mientras yo me sirvo una taza de café– lo se... –bebo de la taza.

–¿sigues con lo de Bronx? –asiento con la cabeza.

–ya he pasado día veces por todo el papeleo de los últimos tres meses y aún no tengo nada. Me la he pasado estresada, no he dormido en dos días.

–¿necesitas ayuda?

–no, estoy bien. –mientras acerco la taza a mi boca para volver a beber de mi café, noto como mi mano no deja de temblar– Quiero averiguarlo por mi cuenta.

–¿segura que estás bien?

–claro ¿por qué lo dices? –mi taza de café tiembla entre mis manos y puedo sentir mi párpado moverse involuntariamente.

–solo me quiero asegurar...

–lo que tú digas... Y por favor hazme llegar todo lo sucedido esta última semana, quiero revisarlo.

–estoy en eso. –dice Gaz y se encamina a su área de trabajo.

Relleno mi taza y camino de nuevo hacia la oficina. Aún tengo mucho en que trabajar.
Me siento nuevamente en mi asiento y comienzo a revisar nuevamente el papeleo de tres meses atrás.

Algunos minutos después, tocan a mi puerta, me levanto nuevamente y camino hacia ella para abrir.

–Señorita D'angelo –un joven de encuentra parado ahí con una pila de documentos entre sus manos.

–puedes dejar todo esto en el escritorio, por favor.

El chico deja todo sobre el escritorio y sale de la oficina.

–Gracias. –digo por lo bajo mientras tallo mi ojo derecho.

Cuando estoy a punto de cerrar la puerta nuevamente, me percato de dos chicos que van camino a el gimnasio. Ambos juegan y se empujan entre ellos como chiquillos. ¿Que diablos?
Estas no son maneras para comportarse en este trabajo. Lo entendería si solo bromearan entre ellos pero esto es otro nivel.
Cierro la puerta nuevamente, camino de prisa hacia mi escritorio y tomo mi radio de intercomunicación.

–Gaz. –contacto de inmediato y espero una respuesta.

–¿que pasa, jefa?

–te necesito aquí, ahora mismo.

–voy para allá.

Unos cuantos minutos después, Gaz llega a la oficina.

–¿en que te puedo ayudar?

–¿quienes están en el gimnasio en este momento? –Gaz me mira confundido.

–Vera, me parece que les enseña combate con navaja a los nuevos. ¿Quieres ocuparlo? Puedo pedir que desalojen.

–no, no, no... espera. ¿nuevos?

–¿los que te pedí que les dieras el visto bueno, que Tristán termino haciéndolo? –Gaz refresca mi memoria.

MAFIA; the heiress of the devil.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt