Capítulo 22

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Había estado guardando alientos para una hipotética situación como la que estaba aconteciendo justo en ese instante.

Como ya lo había dicho antes, mi cuerpo no estaba en condiciones para plantar cara o intentar pelear contra esos individuos, pero no me quedaba otra opción, si Julián y la policía no tenían la forma de salvar a Odalis sin que las cosas terminaran con un desenlace fatal, era yo quien debía aportar un «plan B».

Decidido, salí de mi escondite tomando bocanadas de aire mientras caminaba con sigilo hacia donde Olmos amagaba a la chica, ni los oficiales ni Julián se percatarían de mi presencia hasta que me detuve justo frente al tipo.

Un gruñido salió de mi garganta en señal de reto. Al escucharme, el Jimmy bajó la mirada y aproveché para clavar mi ojos en sus pupilas. El sujeto comenzó a sudar de manera repentina y la mano con la cual sostenía el arma comenzó a temblar haciendo que terminara por tirarla al suelo.

Odalis aprovechó ese instante para propinar un patada baja en la humanidad del sujeto quien cayó maltrecho. Antes de que este pudiera levantarse la chica corrió alejándose de él.

—¡No canten victoria! —gritó el Auri, quien se encontraba al otro lado de la cuatro por cuatro, cortando cartucho y apuntando hacia Odalis.

Un disparo se escuchó entre el silencio de la noche, en ese momento creí que era el fin.

Para mi sorpresa quien cayó no fue Odalis, sino el tipo quien intentó dispararle, el cual instantes después se retorcía y gemía de dolor mientras su pierna izquierda sangraba.

Al girar la mirada pude ver a la oficial Padierna bajando su arma y recibiendo a Odalis en sus brazos.

—¡Maldición! —exclamaba el Jimmy intentando levantarse mientras se aproximaba para volver a tomar su arma.

Con un golpe de mi pata alejé de su alcance la pistola y noté como Julián aparecía justo frente a nosotros pisándole la mano con coraje. El padre de la chica sujetó al tipo de su chamarra para hacerlo que se incorporara impactándolo contra la camioneta.

—Jamás te volverás a meter con mi familia infeliz —dijo para rematarlo con un derechazo que lo dejaría fuera de combate.

El comande corrió hasta donde el individuo había caído noqueado, apresurándose a esposarlo mientras la oficial Padierna subía a Odalis al vehículo.

Todo parecía haber terminado, no obstante mi instinto me hizo voltear hacia la dirección en que el Auri había caído herido instantes atrás, solo para percatarme que el mismo volvía a tomar su arma aún desde el suelo apuntando hacia Julián.

El potente e insistente ladrido de Anubis desvió su atención y justo antes de que el hombre pudiese siquiera reaccionar, el can saltaba desde el camper de la cuatro por cuatro cayendo encima de él y haciéndolo soltar el arma la cual se deslizó fuera de su alcance.

—¡¿Qué demonios?! —exclamó mientras el perro se ponía de pie y ladraba viendo hacia el camper de la camioneta.

Podrán correr, pero jamás esconderse —Escuché el gruñir de Milos quien se posaba en el toldo de la camioneta sosteniendo una soga con el hocico. Acto seguido, mi hermano saltó haciendo que aquel furioso animal comenzara a perseguirlo en torno al Auri quien se encontraba sentado doliéndose aún y cada vez más débil por la pérdida de sangre de su pierna.

—¡Deténganse maldición! —exclamaba el hombre mientras aquella soga comenzaba a ceñir su cuerpo. El sujeto luchaba por librarse, pero a cada intento solo conseguía quedar más aprisionado hasta terminar imposibilitado para moverse.

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