Capítulo 36

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Ana se fija en todas las morgen que hay en el lago cuando llega al reino de su padre, observa cómo ellas no apartan sus miradas de las figuras de los dioses Balor y Mack

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Ana se fija en todas las morgen que hay en el lago cuando llega al reino de su padre, observa cómo ellas no apartan sus miradas de las figuras de los dioses Balor y Mack.

"Están disfrutando de las vistas", se dice mentalmente, al verlas tan concentradas en ellos.

Llevan sus imponentes espadas en las manos, se puede escuchar perfectamente cómo los toques de éstas cada vez que chocan entre si, hacen que suene ese característico ruido por el duro y frío metal.

Mack deja de entrenar cuando su padre y él notan la imponente presencia de Ana, se miran entre ellos, esta no tiene muy buen aspecto por lo que pueden apreciar. 

—¿Qué haces aquí?— pregunta Mack, pasándose una de sus manos por la frente, quitándose así parte del sudor por el duro entrenamiento. —¿Ha pasado algo? —insiste con gran preocupación, al observar la cara desencajada que trae. En sus ojos se vislumbra algo de miedo, pero también hay un pequeño atisbo de resplandor, de esperanza.

Ana saluda con su mano a todas esas bellas mujeres, no puede apartar la vista de ellas, realmente son hermosas, magníficas. Los destellos de luz que desprenden, la hacen pensar en pequeños diamantes cuando aprecia sus vestidos cada vez que sacan partes de sus cuerpos del agua.

Los pensamientos de su madre y de su hermana llegan a su mente, haciendo que su corazón se le oprima por el dolor de la pérdida de estas. No había vuelto después de la muerte de Ainé, después de que ellas se la llevasen a lo más profundo del océano. No quería volver a pisar este reino y tener que recordar esa gran desgracia para todos, pero sobre todo, para su querido padre.

Mack y Balor siguen esperando a que ella deje de contemplarlas, él ya se ha acostumbrado a verlas todos los días. Su padre y Elatha pertenecen a este reino hace milenios, conocen a todas las criaturas que habitan en este mundo. Pero a ella aún le cuesta adaptarse a todos esos seres fantásticos y extraordinarios, a su nueva vida de diosa.

—Necesito ver a mi padre— dice con lágrimas en su rostro, mientras contempla por primera vez la luz que desprende el violeta de los ojos de Mack. No se había fijado en ellos, pero ahora que tiene el poder de su madre recorriendo parte de sus entrañas, hace que vea todas las cosas de otra manera, una que nunca imaginó que fuese capaz de poseer.

—Tengo que hablar urgentemente con él —habla más para si misma que para ellos. El estar en el reino de su padre, hace que el aire que respire, se llene de ansiedad sin apenas poder controlarlo.

Éste, al verla tan abatida y cansada, la estrecha cariñosamente entre sus musculosos brazos. Entiende mejor que nadie por todo lo que está viviendo, conoce el dolor que trae con ella porque vive dentro de él. No es fácil ver a Sorcha y no querer decirle lo que cada uno de ellos piensan y sienten.

Balor está parado al lado de su hijo, puede sentir la angustia de ella, sabe que algo ha pasado porque puede apreciar cada sensación que la invade. Es una mezcla de desesperación y pánico. Éste observa la escena con absoluto silencio, mientras los dos se funden en uno con ese emotivo abrazo, observa como sus poderes también hacen lo mismo. Eso lo perturba de una manera inquietante, reconoce que Ana no es capaz de controlar el poder que ruge desde las profundidades de su ser. A pesar de palpar el amor y el respeto que se tienen, sabe que ella no está preparada para una inminente guerra.

En Mis SueñosWhere stories live. Discover now