Capítulo 7

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—¿Qué es lo qué te pasa? ¡Puedes hablar conmigo, he visto como estás con Donovan! —pregunta Ana al ver la cara de su amiga

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—¿Qué es lo qué te pasa? ¡Puedes hablar conmigo, he visto como estás con Donovan! —pregunta Ana al ver la cara de su amiga.

—Estoy bien... solo es que te he echado de menos —contesta al ver la cara y la tristeza de Ana. 

Alma se acerca a ella y le da un gran abrazo, ella hace lo mismo, pero empieza a llorar y a perder el control.

Las dos perciben sus sentimientos, echan de menos a Sorcha y a Declan.

Estar otra vez en casa de Alma ha hecho que su corazón se encoja de dolor y de sufrimiento.

Alma sabe que su amiga no se perdona el haber perdido a su hermana por su culpa.

Desde que entró en el local se lo notó, pudo ver parte de esa culpabilidad, la desesperación en su ser.

Está rota, destrozada, es como si fuese una muñeca de porcelana, puede percibir cada grieta que se aloja en su corazón.

—Lo siento, lo siento mucho —le dice mientras le da besos en su cabeza sin soltarla de sus brazos.

Los recuerdos llegan a la mente de Alma haciéndola sentir peor de lo que está.

—Lo sé, sé cuanto lo sientes Alma. Puedo sentirlo en ti, estoy agotada, asustada —confiesa ésta llorando y apenas sin poder hablar.

Ella la mira y seca sus lágrimas —eres más fuerte de lo que imaginas, no tengas miedo, todo saldrá bien —asegura sin quitar su mirada de la de Ana. —La traeremos de vuelta, volverá con nosotras a casa, te lo prometo —vuelve a decirle para consolarla.

Observa como Ana cierra sus ojos llena de impotencia, pero también percibe a su dolor.

Un trueno suena cerca de ellas y comienza a llover muy fuerte.

—¡Quiero verla, tengo que verla! —grita sin parar de llorar.

La tormenta se ha desatado, está encima de su casa.

Alma corre hacia la ventana, puede ver perfectamente el cielo de la noche lleno de nubes cargadas de rayos y agua.

Se asusta al ver su estado, si Ana se descontrola, no podrá con su poder, es más fuerte que ella.

Solo es una simple guerrera, no tiene ese poder para apaciguar a un dios con tanta furia.

—¡Ana, escúchame! La veremos si te calmas, yo misma te llevo, pero relájate. ¡Estas empezando a asustarme, no puedo controlar a tu poder si no lo haces tú! —la agarra fuerte por sus hombros para que vea la cara de pánico que tiene. ¿Tengo qué llamar a Wings, o prefieres hacerlo tú sola? ¡Me estas acojonando tía! —grita para que vea lo que está creando ahí fuera.

Puede ver como sus ojos han vuelto a ser celestes, ya no está esa luz en ellos.

Alma se lleva la mano a la boca y se la muerde fuerte por la impotencia.

En Mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora