Capítulo 2

18 6 8
                                    

¿Por qué lo harían? ¿Para obtener algo de mí? ¿Qué cosa?

Brice.

¿Será posible que él...?

—¿Por qué estás en tu cuarto sola? —preguntó Lay observándome preocupado, yo solo escondí la carta debajo de las sabanas lo más rápido que pude —no soy estúpido, Khendra —.

Agaché la cabeza mientras él se acercaba a mí cuidadosamente y me abrazó, en estos momentos adoraba que Lay me analizara, porque ¡Joder! Es tan difícil expresar algunos sentimientos y que él, con solo observarme, note lo confundida que estoy, me hacia sentir un poco mas aliviada.

—Quiero estar para ti siempre que lo necesites, pero si no me cuentas ¿Cómo te voy a ayudar, Khendra? —cuestionó el chico con una mirada triste, sabía que al no contarle casi nada de lo que me ha estado pasando hace más de cinco meses... lo estaba dañando, sin embargo, ¿Qué más puedo hacer? Si la mitad de las cosas que puedo decirle son fragmentos y la otra mitad cosas que ni yo entiendo.

—Lo lamento mucho —.

Y con esas tres palabras me largué a llorar, siempre que alguien me abraza en mis peores momentos el lloriqueo no cesa, es como si estuvieses reprimiendo el dolor por tanto tiempo, que el simple acto de abrazarte haga que todo lo escondido en lo profundo de tu corazón lo liberara.

Él me abrazó más fuerte, mientras yo expulsaba toda la pena, lo confundida que estoy, la melancolía y el recuerdo de mi hermano, pasó un poco más de media hora y comencé a calmarme, Lay debía estar adolorido de tanto presionar su cuerpo con el mío, como si intentase que este rompecabezas no se desarmara luego de tanto tiempo intentando reunir sus piezas.

Me sentía un rompecabezas, joder ¿Cuan estúpido debió sonar eso viniendo de una Kamishton?

—Creo que lo mejor es alejarte de esta ciudad por unos días, ligar con unos cuantos chicos extranjeros y despejar tu mente —comentó Lay, mientras se separaba y me limpiaba una lagrima que recorría mi mejilla, me regaló una sonrisa de lado, una tranquilizante.

—¿De qué me sirve? Aunque me vaya... todo lo que está pasando no va a desaparecer, no quiero ser una cobarde y escapar —indiqué frustrada, aun con la cara roja y con muchas ganas de dormir.

—Desde pequeña que vives en Bellmontt, Khendra... —agregó el chico, tomé un pañuelo de la repisa y me soné la nariz —cada vez estas más atrapada en este lugar, todos los lugares que ves te hace recordar los malos momentos y ya estoy cansado de verte triste—.

Lo medité por un momento, no porque no tenga razón, sino porque realmente la tiene y no haberlo pensado antes me hace sentir estúpida, sí, quiero utilizar el dinero que tengo para cosas buenas, porque ¿De que me sirve tener tanto, si ni siquiera luché por ello? pero esta vez no puedo permanecer mucho tiempo en este lugar, probablemente me estén espiando, esperando no se qué.

—Pero debemos ir todos juntos —dispuse, si iba a ir no pensaba arriesgarme tanto como quedarme en un hotel sola, tal vez acostarme con alguien desconocido, pero tendré la seguridad de que los chicos sepan donde estoy, tendré presente el GPS y el Whatsapp a toda hora.

Él aceptó.

—¿A dónde piensas ir? —averiguó Lay, sonriendo aún más.

—A las vegas —concluí en un suspiro, me acerqué a mi mejor amigo y lo abracé —gracias por apoyarme, Lay, en todo—.

Él correspondió el abrazo.

—¿Tan rápido me engañas, amorcito? —bromeó Ethan, aunque se escuchó un poco de molestia en su voz, él estaba parado en el marco de la puerta sonriendo.

KhendraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora