Hay un mundo que no conocemos del todo: el mundo de las almas. El mundo al que se dirigen aquellos desafortunados que abandonaron sus cuerpos de una manera trágica.
La busqueda de paz de Heaven Hellbrand la llevará a conocer en piel propia ese mundo...
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*Capitulo editado y corregido, si los guiones salen cortos una disculpa*
Trouble suspiró dejando las maletas sobre el suelo de la habitación de su amiga. Su ahora nueva habitación. Una habitación con tonos oscuros cómo los de toda la casa. El rojo oscuro predominaba en las paredes de la habitación, seguido por los tonos grisáceos de la cama y las cortinas.
Heaven escrutó la habitación con sumo cuidado, detallándola. Detrás de la enorme cama matrimonial, había una gran ventana cubierta por gruesas cortinas grises. La habitación contaba con una mesa de color negro y un candelabro viejo sobre esta, una silla detrás y dos puertas a cada lado de la habitación.
"¿Que aquí no hay energía eléctrica?" Se cuestionó, más no lo dijo en voz alta, no quería ser grosera con su amado amigo.
Su habitación no tenía mucho, en la esquina derecha de esta, había un pequeño sofá y una mesa ratona que daba en dirección a la cama. Entró a la habitación y se puso despaldas a la cama, observando el techo con detenimiento y se dejó caer cómo si nunca hubiese sentido una cama antes.
-¿Te gusta? -cuestionó, con miedo a recibir una negativa.
-¡Me encanta! -chilló, levantándose de la cama para tirarse a los brazos de Trouble.
Este no dudó en abrazarla y hundir su cara en el cuello de esta, disfrutando del olor que emanaba su amiga. Dejaron de abrazarse cuando el timbre sonó por toda la casa, el joven extrañado, se disculpó y salió a atender a la inesperada visita. Mientras que la pelivioleta se quedó a cotillear en el que sería su nuevo y enorme armario.
Heaven terminó de ordenar la poca ropa que había traído de su antiguo hogar. Se recostó sobre la que iba a ser su nueva cama y comenzó a sentirse incomoda al saber que dormía en otra casa, en otra cama y en que tendría que convivir con otras personas. Se sentía incomoda, sobretodo, al recordar cómo la había visto la joven de limpieza.
No lograba comprender si había sido miedo o incomodidad la que desprendían los ojos de aquella joven.
Cuando Heaven atravesó el enorme y desolado pasillo de la casa de su amigo, en el inicio de la escalera se encontraba la joven de limpieza. Estaba metida en sus asuntos, limpiando el suelo del lugar, hasta que su amigo carraspeó con la intención de que la joven se diera a conocer. Pero fue todo lo contrario. La joven se quedó paralizada en su lugar, con los ojos bien abiertos y con las manos temblorosas. Retrocedió un poco entre tartamudeos, sin dejar de observar a Heaven con lo que parecía ser miedo. Trouble sostuvo el brazo de su amiga, y fue entonces cuando la joven de limpieza dejó de lado su repentina aptitud y le dio la bienvenida.
La pelivioleta dejó de lado sus cavilaciones cuando escuchó la áspera voz que venía de abajo. Se levantó con cuidado y salió de su cuarto para escuchar mejor la conversación que su primo mantenía con lo que parecía ser una mujer.
