Capítulo 2

1.5K 80 19
                                    

Me despierto cuando los rayos de luz solar, que entran por la venta de mi habitación, acarician mi rostro. Immediatamente una sonrisa se dibuja en mis labios al recordar que hoy veré de nuevo a mi mejor amiga; después de 2 años comunicándonos por cartas. Abro los ojos, acostumbrándome a la luz, mientras me desperezo.

Salgo de la cama y, tras darme un pequeño baño y peinarme las ondas rubias que caen por mi espalda, me pongo uno de mis vestidos favoritos. No es de los más formales que tengo pero es muy cómodo y me encanta. 

Lo cierto es que, posiblemente al contrario del resto de princesas, no tengo mucha debilidad por los vestidos. Me siento más cómoda con la ropa que me regaló mamá para escapar por el bosque. No es muy cómodo trepar por los árboles con un vestido y unos "preciosos" tacones.

Salgo de mi habitación y recorro las escaleras del enorme castillo en el que vivo para llegar al salón donde el desayuno debe estar recién servido. Al llegar me encuentro con las miradas de mis padres fijas en mí.

— Buenos días, Emma —dicen ambos con una sonrisa en los labios. Yo les sonrío también y me acerco a la mesa, sentándome.

— Buenos días— respondo cogiendo un poco de fruta de la mesa.

— El rey Estéfano y su mujer, la reina Flor, están al caer—dice mi padre mirándome

Ellos son los padres de Aurora, mi mejor amiga. Siempre han sido buenos amigos de mis padres y nuestros reinos se ayudan el uno al otro.

— ¿Podré pasar el día con Aurora fuera del castillo? Mañana no tendremos tiempo con los preparativos del baile y demás—mis padres se miran unos segundo y ella le asiente sonriente. Mi padre se dirige de nuevo a mí.

— Tened cuidado—dice sonriendo

— Gracias, padres

Acabo de desayunar y me dirijo al enorme jardín que rodea el castillo, esperando a que llegue el carruaje real. No pasan muchos minutos cuando empiezo a oír los "nock nock" que hacen las patas de los caballos al trotar y al segundo un carruaje llega al castillo. Me acerco un poco más, parándome frente a los caballos, y les acaricio el morro.

— Buenos días, su alteza. Es un honor volver a verla.

— Igualmente, señor Hart.

El sr. Hart es uno de los criados del rey aunque le tratan como alguien más de la familia. Lleva al servicio del rey desde que era un mozuelo y para Aurora es como un segundo padre. Muchas veces, cuando sus padres se veían obligados a salir del castillo para arreglar asuntos del reino, él era quien se encargaba del cuidado de mi amiga.

Hart baja de la parte delantera del carruaje—puesto que había sido él quien lo había conducido—y se dirige a abrir la puerta donde se encuentra la familia real.

— ¡Emma!— Aurora sale rápidamente del carruaje y se acerca a mí, con los brazos extendidos. No dudo ni un segundo en acabar con la distancia que tantos años nos ha estado separando, abrazándole.— Dios, no sabes cuánto te he echado de menos—nos separamos un poco— ¡Estás preciosa!—ambas sonreímos.

— ¡Anda que tú!—la verdad es que ella también ha cambiado desde la última vez que le vi. Tiene el pelo castaño ondulado cayendo sobre sus hombros y acariciando un vestido lila pálido bastante bonito. Sobre la cabeza lleva su tiara favorita y, rozando su cuello, un precioso collar azul, del mismo tono que sus ojos.— Yo también te he echado mucho de menos, hermanita—Sí, es como mi hermana mayor. Aunque solo me saca unos cuantos meses.

— Estamos encantados de verte de nuevo, Emma—la voz aterciopelada de Flor interrumpe nuestro frenético encuentro.

— Igualmente, majestad—ella me sonríe tiernamente—¿Vamos a la ciudad con los caballos?—susurro para que sólo Aurora me oiga. Ella sonríe.

— ¿Puedo pasar el día con Emma?—dice mi amiga mirando a sus padres.

— Sólo después de haber saludado a los reyes.

***

Llevamos media hora paseando por el bosque, a lomos de nuestros caballos, mientras nos dirigimos a la ciudad más cercana. Pese a que no necesito salir del castillo para comprarme vestidos nuevos—me los hacen a medida las costureras del servicio—alimentos, o lo que necesite, suelo visitarla a menudo. Me gusta caminar por las calles como una persona normal; dejar de ser "La Princesa Emma del Bosque Encantado" por un rato.

Cuando llegamos, los ciudadanos nos saludan sonriendo y nosotras devolvemos los saludos de la misma forma. Algunos de ellos me reconocen y oigo algún que otro "Es la princesa", "Pase un buen día, su Alteza".

— ¿Te parece bien que vayamos andando? Tengo las piernas dormidas—me río por el comentario de mi amiga.

— Claro.

Recorremos las calles de la ciudad andando, con los caballos a nuestro lado, perdidas en la inmensidad de gente y tiendas que hay. Un escalofrío recorre mi espalda al recordar que mañana muchos de estos ciudadanos estarán presentes en el gran baile.

— ¿Vamos al puerto?.

— Veo que sigue gustándote el mar— responde mi amiga sonriendo.

Siempre he tenido cierta debilidad por el mar. De pequeña, cuando venía con mi madre a la ciudad, siempre acabábamos en el puerto, contemplando el reflejo de los barcos en el agua. Solía acercarme para ver mi propio reflejo. Mamá decía que algún día lo que vería reflejado en el agua sería el rostro de una preciosa princesa.

 Nada más llegar, dejamos los caballos atados y hago lo de siempre; observarme a mí misma sobre el mar. Aurora se pone a mi lado.

— La última vez que hicimos esto aún te caías con los tacones—suelto una carcajada ante el comentario de mi amiga.

— Y tú aún te dormías antes de que se pusiese el sol.

— En realidad aún lo hago. Llámame "La Bella Durmiente"—las dos soltamos una carcajada.

La voz de un hombre hace que nos giremos a mirar de dónde proviene.

— ¡MARINEROS, HEMOS LLEGADO A NUESTRO DESTINO! ¡BIENVENIDOS AL BOSQUE ENCANTADO!

Aurora y yo nos acercamos al barco que está desembarcando en el muelle. Alzo mi mirada, intentando descubrir quiénes son los hombres al mando del navío, cuando me encuentro con unos ojos azules increíbles, mirándome también. Son los ojos más bonitos que he visto en mi vida, más incluso que los de mi amiga, aquí presente. Me quedo totalmente hipnotizada.

Él tampoco parece poder apartar la mirada de mí y hace que me sonroje un poco. Disimuladamente me fijo en su rostro en general. Es guapísimo.

— Vaya, veo que ya te estás acostumbrando a este reino, eh, hermanito—el hombre que habla, que parece ser el capitán, le da un pequeño golpe al chico de ojos azules y éste se ruboriza levemente.

Cuando han bajado todos los marineros del barco, el capitán se acerca a nosotras, acompañado del otro chico, y nos da un beso en la mano a las dos.

— Encantado de conocerlas, señoritas. Mi nombre es Liam Jones y soy el capitán del Jolly Roger. Éste es mi hermano, Killian. ¿Guapo, verdad?— se vuelve a ruborizar, dirigiendo su mirada al suelo.

— Yo soy Emma...—Aurora me da un golpe en el brazo y le miro, frunciendo el ceño. Claro, no puedo dar mi nombre a unos marineros que acaban de llegar sin saber nada más que sus nombres. Podrían estar mintiendo.—Swan...—digo lo primero que se me ocurre.

— Yo soy Aurora...—se muerde el labio, pensando qué añadir— Boreal...—los dos hombres fruncen el ceño y yo intento aguantarme la carcajada que lucha por salir de mis labios.

— Bueno, señoritas, espero volver a verlas pronto. Ahora debemos de volver con la tripulación—nosotras asentimos y vemos cómo se van. El chico de ojos azules...Killian, si no recuerdo mal, se gira de vez en cuando a mirarme. Yo hago lo posible por no ruborizarme.

Volvemos a nuestros caballos, dispuestas a volver al castillo.

— ¿Boreal? ¿No se te podía haber ocurrido otra cosa?—entre risas nos dirigimos a casa.

Bueno, aquí está el segundo capítulo. Como dije es más largo que el otro. Espero que os guste :3 Comentadme qué os parece, por favor ^^


The princess and the sailor (CaptainSwan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora