Capítulo 33

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—¿Cyara? —preguntó una de sus amigas desde la sala—. Jodida mierda, ¿qué horas son?

—Ya casi es de noche. —se burló la recién nombrada mientras echaba una ojeada al exterior donde la oscuridad comenzaba a cubrir el cielo. Había pasado la mayor tarde de la tarde metida en su habitación y con sus libros frente a ella.

—Puff, diría que hemos dormido muchísimo pero llegamos a casa cuando recién eran las ocho.

—¿Las ocho? Mujer, vosotros si que sabéis aprovechar el tiempo.

—Ahora mismo estoy con una jaqueca que flipas, así que si me disculpas iré a tomarle una pastilla —dijo antes de levantarse del sofá y quejarse por el molesto dolor de cabeza.

—De todos modos, yo iba a salir.

— Uhum, suerte con tu chico... Que no te folle demasiado duro porque mañana tendrás que caminar.

Cyara revoleó sus ojos en fingida molestia para después cruzar la puerta de la salida e ir en dirección al club Moleko.

El ambiente era el mismo de todas las noches, tal vez estaba más cargado que de costumbre así que intuía que algo estaba pasando allí.

—Cyara, es agradable verte por aquí —dijo Fiammenta mientras se acerca a saludarla, ambas se abrazaron con confianza y sonrieron mirándose.

—¿Qué pasa aquí esta noche? Hay más gente que de costumbre.

—Oh, bueno... Digamos que hoy es todo mucho más libre, verás a muchas personas haciendo stripteases y todas esas cosas.

—Pensé que para eso había otros sectores.

—Y los hay, pero hoy decidieron trasladarlo todo aquí —explica antes de encogerse de hombros.

Los labios de Cyara forman una sonrisa ante la idea que comienza a hacerse en su mente, ella era una increíble bailarina así que podría divertirse bastante.

Christopher no había despegado sus ojos de ella desde que la vio entrar al club, entornó la mirada cuando vio la maliciosa sonrisa en el rostro angelical de su muchachita.

Solo esperaba que nada de lo que tuviera en mente fuera a pasar realmente...

—¿Esa es Cyara? — preguntó Erick con diversión en la voz señalando con la mirada a la joven que se estaba deshaciendo de su ropa y dejándola en los brazos de su amiga.

—¿Qué cojones tiene en mente? —cuestionó Christopher, hizo un ademán de levantarse pero el brazo de Joel se lo impidió.

—Está haciendo esto por ti, deja que se divierta.

—No me está agradando mucho esa forma de divertirse, ¡está en ropa interior y todos os la estáis comiendo con la mirada!

—¿Si, verdad? —se burló Joel antes de soltar un risa.


Una reconocida canción empezó a sonar, ninguno de los cinco se sabía la letra pero por la música podían adivinar que era algo lo suficientemente erótico y sensual.

Las luces rojas le dieron un aspecto de película cuando la joven situó una silla justo en el medio del club, haciendo que todos posaran su mirada en ella. Empezó a caminar alrededor de esta con pasos lentos, en un cambio de intervalos de la música se sentó y pasó sus manos desde sus tobillos hasta su cuello, pasando por ambos lados de su cuerpo.

Nadie perdía de vista los movimientos de ella, se veía segura de sí misma, sabía lo que hacía.

Se abrió de piernas y se inclinó hacia delante para después comenzar a mover sus caderas sobre la silla. Una sonrisa juguetona apareció en sus labios cuando cerró sus piernas y movió sus hombros para atrás, moviendo sus pechos en el mismo acto haciendo que la mirada de todos se clavara en esa zona.

Se levantó para acariciar de forma sensual su trasero, subió una pierna a la silla para hacer pequeños golpes de cadera y mover sus nalgas al mismo tiempo.

Sus manos jugaron con su cabello, pasándolo de un hombro al otro e incluso enredándolo en sus dedos.

Volvió a sentarse en la silla pero de forma contraria, apoyando sus brazos en el respaldo y haciendo movimientos sensuales de cintura contra este.



El hombre que dijera que no le había ocasionado una erección estaría mintiendo. Desprendía sensualidad y erotismo en cada movimiento, cada mirada y cada pequeño gesto.

Lo que no todos sabían era que eso iba dedicado a una única persona con el fin de jugar con él.


—¿No ha sido suficiente? —cuestionó el dominante, ella no lo escuchó pero pudo leer perfectamente sus labios.

Caminó hasta él y se sentó en sus piernas, para después empezar a refregarse contra su erección. Sus manos se aferraban a sus hombros para guiar sus precisos movimientos.

—No —dijo ella en un susurro cuando él quiso poner sus manos en su cuerpo.

—Cyara, soy un dominante no puedes darme un orden y menos si esa implica no tocarte.

—Mi amor, esta noche vas a dejarte llevar por mi —murmura cerca de sus labios, dejándolo con ganas de un beso ya que es rápida en volver a alejar su rostro.

Oscura tentación Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt