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Edd y Tom sentían miedo.

Era la primera vez que veían a Matt reír, obvio que alguna vez lo vieron dar una sonrisa, pero no pasaba de eso.

El trío de amigos se encontraban en el centro comercial, siendo más específicos, en la sección de comida. Esperaban pacientemente la orden que habían hecho hace unos 15 minutos, así que se sentaron a hablar, o al menos eso pensaron las dos personas que ahora se sentían excluidas.

Desde que Matthew había llegado al mall desde su trabajo no había apartado su vista de su celular. Se le veía teclear, luego esperar una respuesta y volvía a teclear, ¡era como un ciclo!. Lo que resultaba perturbador no era la velocidad a la cual llevaba a cabo esto, sino, la sonrisa que ponía junto con un par de risas que soltaba.

—Edd.

—¿Si?

—Tengo miedo.

—Yo igual.

Ambos susurraban, aunque quizá no era necesario hacerlo. El más alto en aquella mesa no parecía ponerle atención a nada más que su celular.

Cuando el Beeper se empezó a iluminar Edd y Tom comenzaron con una pelea para decidir quién iba a ir por la pizza. A decir verdad, nadie se quería quedar solo son Matt.

Al final Edd le arrebató el aparato a Tom, se levantó y con paso acelerado se acercó al puesto de pizza.

Thomás miró a Edd, parecía tardarse a propósito el descarado. Suspiró, había pasado todo el día trabajando, aguantando a gente exigente <a su parecer>  y quería desahogarse con alguien.

—Matt.— Recibió un quejido de parte del nombrado. —¿Con quién hablas?

—Aunque te diga el nombre dudo mucho que lo conozcas.

—Ah.... Quiero saberlo de todos modos.

Matt suspiro, conocía a Tom a la perfección y sabía que seguiría insistiendo hasta saber algo.

—Listo, Tom me debes tres libras.— Ahí llegó Edd con la pizza en una mano y varias bebidas en la otra. —No tenían zumo de manzana Matt, así que te traje un agua. 

—No te preocupes...—Matt tecleo un par de palabras con rapidez, bloqueó su celular y lo guardó en su mochila. —Bueno, a comer. Provecho chicos.

Abrió la caja de la pizza y tomó la rebanada más grande que encontró. Claro que sus dos acompañantes se indignaron, empezaron con una de sus clásicas discusiones en situaciones infantiles como esta, Matt solo se dedicaba a escuchar mientras comía con una pequeña sonrisa.

Como quería a ese par de locos.