Treinta segundos"

4. "No arrepentimiento"

18 de Mayo, 2018. Anzio, Italia.

Rubias, morenas, pelirrojas... No importa. Hace años que perdí la cuenta de las féminas que han tenido la oportunidad de disfrutar de una agradable velada junto a mi. Soy un hombre libre de compromisos y adoro el sexo. Reconozco que soy un auténtico fanático del placer adulto, aunque ello no sería posible sin mujeres como la que veo detenerse ante mi.

Me pregunto cómo habría ido la noche si hubiera decidido acudir al Mistery, el club swinger que suelo frecuentar en compañía de Alessandro, ese capullo que no se perdía ni una sola juerga durante nuestra etapa universitaria y al que le apasionan los tríos. ¿Cómo será Gabriella en uno?¿le gustarán?. Dejando a un lado mis ensoñaciones, acaricio mi barba observándola minuciosamente, pese haberlo hecho hace una escasa hora. Sin duda, es una mujer escultural, de una belleza singular y por su postura, parece segura de sí misma. Me gusta, me gusta tanto como a mi palpante excitación, la cual logro disimular a la perfección sosteniendo mi bandeja de desayuno.

— Buenos días señorita Ferreri. Creía que tardaría más en despertar, pero veo que no ha sido así. Espero que su estancia en Anzio esté siendo agradable. Por favor, puede tomar asiento.— Le indico señalando una de las tumbonas frente a la mía de manera caballerosa sin entrar en ningún tipo de juego. Acto seguido, continúo. — ¿Sabe? Considero que el desayuno es la comida más importante del día, más tras una larga noche de negociaciones. Tendrá enseguida el suyo.— Encubriendo mi sonrisa, doy un largo trago a mi café, el cual saboreo gustosamente admirando cada una de sus reacciones.

— Grazie, señor Moretti. Es usted muy amable. —Responde con una voz serena y apaciguada sentándose frente a mi. Posteriormente, parece ponerse cómoda y con la idéntica sensualidad con la que cruzó sus piernas anoche, vuelve a hacerlo. No puedo evitarlo y maldiciendo para mis adentros niego tras comprobar que no lleva puesta su ropa interior.

— Creo que todavía me pertenece algo que es suyo...— Susurro para que tan solo ambos podamos escucharlo. En ese momento, Silvana aparece con la segunda bandeja de desayuno, la cual posa sobre la mesa tras haber obtenido mi aprobación. Segundos más tarde, vuelve a desaparecer. —Approfittane.— Añado antes de dar un mordisco sin retirar mi mirada de la suya.

Han pasado cinco minutos y Gabriella no ha dicho ni una sola palabra, tampoco gesticulado. Siento un pinchazo en mi sien izquierda debido al dolor de cabeza que continúo sintiendo y por mi mente comienzan a rondar algunas preguntas, ¿estará molesta por alguna razón respecto la noche anterior? Al momento, deshecho esa idea de mis pensamientos y continúo en busca de la razón por la cual se está comportando así. ¿A caso no le gusta el desayuno?. A punto de perder mi escasa paciencia, por fin la veo hacer su primer gesto. Gabriella alarga su mano hasta sujetar la taza de café y llevándola a sus labios, da un pequeño sorbo. Quiero romper el hielo, pero no es necesario, puesto que es ella quien lo hace.

— Socio accionista, ¿no es así? — Pregunta de manera ciertamente desinteresada, al tiempo que examina la bandeja en busca de su siguiente degustación.

Asiento. ¿Qué clase de interés podría tener una mujer como esta sobre mi?, ¿sexual? Tal vez, ¿económico? ¿social? Joder... He vuelto a meter en mi casa a una desconocida. Finalmente respondo resolviendo sus dudas. —Así es. Soy el segundo mayor accionista de los bufetes Conte. ¿Los conoce?—

— No. No he tenido la oportunidad de... requerir tales servicios. ¿Y cómo es ser socio de Conte? — Vuelve a preguntar.

¿Será abogada? ¿jueza? O... ¿¡socia de la competencia!?. Desde luego, nunca me había encontrando con una mujer que, tras una larga y apasionante noche como la de ayer, se interesara en primer lugar por mi carrera profesional. Siempre hay una primera vez para todo Fabbio, me digo a mismo.