Día 1. Lo imposible sí puede suceder (sobre todo cuando menos lo esperas)

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Día 1. Lo imposible sí puede suceder (sobre todo cuando menos lo esperas)

Scarlet 

-¿Scarlet? ¿Scarlet? Despierta, es hora de irnos.

-No mamá, cinco minutos más por favor.

-Me has llamado de mil maneras en todos los años que nos conocemos, pero esto es completamente nuevo, felicito tu creatividad, pero en serio, no quiero perderme la hora del almuerzo. Despierta bella durmiente.

-¿Cómo que bella durmiente? Sabes que odio los cuentos de hadas y en especial a esa chica boba, tan ingenua la pobre que espera que un príncipe venido de no sé dónde lo arregle todo... -respondí entornando los ojos y todavía medio dormida.

Mi mejor amigo estaba inclinado junto a mi pupitre, donde seguía sentada a pesar de que las clases ya habían concluido, y me sacudía suavemente el hombro para que despertara.

-Ay Lysandro... sólo un minuto más, piedad por favor –volví a colocar mi cabeza entre mis brazos, deseando regresar al reino de los sueños.

-Nada de eso, el timbre sonó hace casi cinco minutos. Tuviste suerte de que el señor Farres no te descubriera durmiendo en su clase.

-¿Suerte? Sí, tienes razón, es posible que hoy sea mi día de suerte. Así que sólo un minuto más...

-No te vuelvas a dormir. En verdad necesito comer algo y además seguro que Castiel...

No dejé que Lysandro terminara. Me puse de pie de un salto apenas escuché el nombre del chico que me gusta.

-Tienes razón Lys, Castiel ya nos debe estar esperando en la cafetería. ¿Por qué no me despertaste?

-¿Qué crees que es lo que he estado tratando de hacer?

-Deja de discutir y perder el tiempo, vamos de una vez.

Me colgué la mochila en un hombro y tomé a Lysandro de la mano, prácticamente arrastrándolo fuera del aula donde ya sólo nos encontrábamos los dos.

-Pero, pero...

Y como casi siempre sucedía, Lysandro terminó haciendo lo que quería que hiciera y se dejó llevar por mí, o más exactamente por mi mano a través de los pasillos de nuestro instituto, a esa hora atestados de estudiantes camino a la cafetería. Era la ventaja de tener un mejor amigo reconocido por todos, nadie chismorreaba sobre nosotros y nos dejaban ser en paz. Moría de ansias por encontrarme con Castiel. Era una verdadera lástima que no estuviéramos en la misma clase, pero qué más daba, muy pronto seríamos novios. Hoy le pediría que me acompañara al concierto de Incubus, una de nuestras bandas de rock favoritas. Faltaba casi un mes para el evento y todas las entradas ya estaban agotadas. Me costó mucho, tiempo y dinero quiero decir, conseguir el par de tickets VIP que tenía a buen resguardo en el bolsillo del pantalón. Todo valdría la pena cuando viera la cara de sorpresa del pelirrojo, muy bien disimulada por supuesto, y me respondiera con alguna broma o sarcasmo que diera a entender que aceptaba ir conmigo. Una vez en el concierto elegiría un momento propicio y le confesaría mis sentimientos. Sí, Castiel diría que sí y nos convertiríamos en una pareja, nada podía fallar, era el plan perfecto. Él me gustaba y estaba segura de que el sentimiento era mutuo, nos hemos llevado bien desde que nos conocimos y además...

"¿Los viste? Es increíble"

"¿En verdad están juntos?"

"No hay duda, la mitad del instituto ya los vio"

Mis pensamientos bellamente positivos fueron interrumpidos por una serie de comentarios que insistían en repetirse a lo largo de nuestro camino hacia la cafetería, que por alguna razón se me hacía inexplicablemente interminable esa mañana.

Como agua y aceite  [Fanfic Corazón de Melón]  [Nathaniel X Sucrette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora