Rojo sangre

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- No puedo más señor! - decía Frank mientras se arrastraba por el frío suelo aún protegiéndose con el escudo de madera.

- ¡Levantate! Eres un maldito soldado no la Bella durmiente! - Ordenaba el poseedor de la corona mientras dejaba ir su furia golpeando el escudo del muchacho con la espada. Frank se levantó e intentó mantener el equilibrio mientras otro golpe lo dejaba en el suelo.

- ¡Arriba Iero! - volvía a exigir su superior. El cuerpo de Frank temblaba de agotamiento y no aguantaría mucho más, los segundos pasaron.

- ¡Te ha dicho que arriba! - uno de los soldados se acercó a darle una patada en el estómago. - y cuando un Way te dice que "arriba"... ¡tu te levantas! - el hombre barbudo volvió a golpear el pequeño cuerpo del pelinegro.

- ¡Roberto basta! - Exigió el pelirrojo. Gerard se acercó a Frank quien no se movía más que para respirar, lo miró atento.

- ¡Katherine! - chasqueó los dedos y una señora con el pelo negro y un corsé apareció a su derecha como por arte de magia.

- Curenle esas heridas, bañenlo y prepárenle. - dicho esto se dirigió a la enorme puerta mientras pulía su espada con el pañuelo de seda.

- ¿Prepárenle? ¿Para qué señor? - preguntó temerosa la mujer mientras Frank se incorporaba. Gerard tan solo se giró y sonrió torciendo ligeramente los labios.

- Para cenar conmigo. - abandonó el salón, dejando a sus sirvientes boquiabiertos.

(...)

El enerome salón lucía como oro líquido, completamente deslumbrante. Frank se sentó en la gran mesa, en la cual solo había dos sillas. Parecía estar todo diseñado para que el palacio careciera de objetos rojos, incluso el vino servido era puro y blanco. Frank giró su vista hacía la entrada y vio aparecer a su rey vestido con unas elegantes ropas negras, aquellas que hacían destacar el ardiente rojo del color de su melena. Frank se levantó e hizo una reverencia. Gerard se sentó sin decir nada en el otro extremo de la mesa. Se sirvió la comida y los minutos pasaron.

- ¿Te gusta? - dejó ir el pelirrojo. Frank miró las caras de los sirvientes, con miedo a decir algo incorrecto.

- Está... Muy bueno ...señor. - sonrió y volvió a comer. Gerard acabó y pronto su acompañante también.

- Todo el mundo fuera. - ordenó. Todos se miraron extraño y salieron con los platos y restos de comida. Frank sintió un escalofrío, algo que le producía la gélida mirada del Way.

- Te voy a preguntar tres cosas, si fallas una respuesta, te mataré. - sonrió y bebió de su copa.

- ¿Y si no fallo? - preguntó valiente, aunque pronto se arrepintió de haberlo dicho.

- Te daré lo que me pidas. - contestó indiferente. Hubo un silencio que Gerard tomó como un "si" al trato que acababa de proponerle.

- Primera pregunta...¿Cuál es el rumor más escalofriante que has oido sobre mi? - se relajó en la silla mientras su visita pensaba seriamente la respuesta, su vida estaba en ello y eso Frank lo tenía muy claro, aunque no la apreciara mucho.

- Escuché... verá majestad, una vez escuché que teñía su cabello con la sangre de sus víctimas, mi señor. - respiró.

- Oh, es cierto. - rió Gerard. - No digas más señor, me pone nervioso.

- Es escalofriante. - añadió sin pensar el pelinegro. Gerard sonreía.

- No me cuestiones o serás mi próximo tinte. - dijo algo desafiante. - Lo siento, no era mi intención.

Rojo sangre -Oneshot frerarđ-Where stories live. Discover now