Capitulo 2

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Me había levantado, mareada tal y como presentía que ayer me había quedado dormida. Pero por mi sorpresa, no estaba todo como debía estar.

Estaba durmiendo fuera, en la calle. Me encontraba en medio de la plaza del pueblo, sentada al lado de la gran fuente, que había permanecido ahí por generaciones.

Hablando, de generaciones, mi madre debía estar realmente muy preocupada por mí. Siempre había sido una chica puntual, pero eso no quitaba de que me gustaba la diversión. A veces salía con mis amigas, pues nos gustaba ir a cenar fuera en los jardines del río. Unas grandes llanuras, verdes prados rodeados de pequeños lagos, donde en noches de luna nueva, se presenciaba un gran espectáculo de estrellas fugaces y unas magníficas flores azules se abrían gracias al caer de la noche. Luego nos tumbamos en medio de la naturaleza y a medida que iba invadiendo el silencio en nuestros cuerpos, nos íbamos dando cuenta de todas las cosas que pasaban a nuestro alrededor. Se oían los sonidos de los grillosos árboles  y del agua corriendo.

Debo decir que siempre llegaba pronto, pero cuando no, siempre se  mandaba a alguna de las hermanas un mensaje para mi madre, para que al menos supiese que estaba bien.

Esa fuente siempre me había gustado, me transmitía una sensación de comodidad, de alegría, esperanza, de hogar. Pero aún así

debía reconocer de que no me acordaba de cómo podía haber llegado yo ahí. Nada en absoluto, además ahora me era sinceramente extraño, ¿cómo había podido llegar hasta aquí? No sabía donde había estado anteriormente, pero sin embargo, ¿cómo podía haber terminado ahí?

Así que asustada decidí levantarme del suelo frío, sentarme en la repisa de la fuente. A veces me asomaba a para ver el agua, fijaba la vista en un único punto y observaba las ondas de agua azules.

El agua limpia y clara de la fuente que se dejaba caer me relajaba y me permitía lentamente la asimilación y la visión de dicha situación que me hacía estremecer.

-MEREDITH!!!

Oí a alguien a lo lejos, me giré para comprobar mi teoría, y si era ella, estaba al final del camino. Sólo fue verme y la silueta de esa chica, con su vestido y se puso a correr hacia mi. Se podría haber tropezado perfectamente y no lo hizo, se me acercaba corriendo con gran entusiasmo en su sonrisa resplandeciente, con los brazos abiertos y repitiendo mi nombre sin cesar.  Fue solamente levantarme y ya la tenía encima, la estaba cogiendo a duras penas, no recordaba la sensación que se sentía desde la última vez que la había cogido  en brazos, así que no tardamos en caer en el agua fría del manantial .

-¡¿No se te ocurrió otra manera de saludarme?!- Le dije seriamente mirándola fijamente a sus enormes y brillantes ojos.

Aunque no pudimos aguantar más la risas y enseguida explotamos a carcajadas, riéndose  de cómo llevábamos el vestido y de cómo habían quedado nuestros peinados, ya estropeados por semejante acción.

Efectivamente, era mi hermanita. Os podía asegurar, de que en este mundo no había otra persona dispuesta a reírse de mí, a pesar de la gran cara de mala leche que siempre solía poner cuando algo o alguien había hecho algo que no debía en mi contra. Resumiendo, ella era la única persona que no temía mi nefasta forma de enfadarme.

Aún no nos habíamos levantado, se estaba relativamente bien allí debajo del agua, porque apenas nos llegaba a la cadera,

permanecimos sentadas allí hasta que nuestro sentido de consciència,seriedad  y por supuesto el de la ridiculez se puso en marcha.

SensacionesWhere stories live. Discover now