Siempre Estare Contigo.

1.

Septiembre 29, 2007.

Me levanto por que siento un movimiento insistente en mi cuerpo.

— Carlos! Levántate ahora! Debes ir a la escuela— suelto un quejido y voy al baño.

Cepillo mis dientes y salgo para estar listo, odio bañarme.

Bajo las escaleras rápido, veo a mi hermana sentada en su lugar y ya está desayunando.

— Buenos días carlitos— dice lanzando un beso en mi dirección, le sonrió y me siento.

Desayuno rápido y debemos salir ahora, subo al auto de mamá y vamos camino a la escuela.

Saco de mi mochila un dinosaurio y juego con el un rato. Debo guardarlo de nuevo por que ya llegamos.

— Pórtate bien carlos, te amo!— escucho un grito por parte de mamá y giro para sonreirle inocente.

— Adioss!— le grito y voy camino a mi salón.

La maestra miel está en la puerta observando a todos los alumnos.

— Buenos días señorita miel— digo dándole una manzana que tenía en mi mochila.— Eres un niño tan dulce, gracias Carlos —

Me siento junto a París, mi mejor amiga.

— Tengo colores nuevos— dice agitando los, asiento sonriendo.

— muy bien niños, tenemos un alumno nuevo— dice ella y veo a un niño más alto que yo estar a su lado— su nombre es noah y espero le den la bienvenida.

— Hola noah— decimos todos juntos.

— Hola a todos...— dice el y se sienta al final.

Lo veo pasar cerca de mi, me giro para ver cómo se sienta y le agito mi mano. Me ve extraño y lo hace también.

— Bueno, como te decía... mi muñeca danesa es muy mama...

*********

— Deben volver luego de el recreo niños, y recuerden ir al baño en su receso— tomo de la mano a paris y salimos.

— Jugamos a las traes?— le pregunto riendo.

— Mejor vamos a comer— dice y asiento, nos vamos cerca de un árbol y nos sentamos juntos.

— Paris! Olvide algo...— dije y me levanto dejando mi comida con ella.

No recordaba que traía un jugo para ella que mamá envió.

Regreso al salón y no hay nadie, reviso mi bolso y los saco— Listo..— digo y camino fuera del salón, veo como dos niños más altos que yo se acercan.

— Que tenemos aquí... esto ahora es nuestro — dice uno tratando de quitarme los jugos.

— Dejame! No son tuyos!— le digo y lo empujo.

— Idiota!— me grita y me toma por un lado de mi camisa.

— No debiste hacer eso— escucho a alguien decir y giro para ver.